Capítulo VIII

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Alessandra

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Alessandra

En busca del disfraz perfecto con mis amigas es un poco complicado. Tengo gustos muy exigentes, por lo tanto, era un drama buscar ropa para mí.

—Entremos a esa tienda, Alessandra —Clara señala una gran tienda, y en seguida tira de mi brazo para llevarme.

Mi mirada se posa en todos los disfraces, desde sensuales está el más ridículo, estaba enojada, mi casa es un infierno, no aguanto la presencia de la parejita del año. Son tan amorosos y me siento ridículamente sola, ¿por qué nos volvemos tan tontas cuando nos enamoramos? Y nadie lo puede negar, hacemos estupideces por amor, con tal de llamar la atención del chico que no gusta y todo para que...el final siempre será el mismo.

Alexander es un dolor de cabeza para mi, cuando nadie lo observa me examina de pies a cabeza y siento cosas tan extrañas cuando sonríe y dice algo tonto, es como si estuviera con las emociones a mil y no puedo evitar pensar algo incorrecto

—Alessandra, ¿qué te parece este? —Olivia me muestra un gracioso conjunto de Chucky.

—Es perfecto para ti —suelto entre risas, lo cual hace que Olivia ponga una cara seria.

—Ale, estas muy burlona de lo normal. ¿Todo bien en casa? —Clara apoya sus codos en la mesita del mostrador y su miraba se entorna preocupada.

—Mi familia cada vez es más insoportable, y ni hablar de Alexander, que lo único que hace es joderme la vida —gruño al recordar su sonrisa arrogante que pone al verme.

—Duerme con él. Matarías a dos pájaros en un tiro. Tu hermana sufriría y Alexander te dejará de molestar —Olivia dice obvia.

—¡Oye que asco! —exclamo con cara de asco.

Pasar una noche con ese tonto solo me traen ganas de vomitar; jamás dormiría con el enemigo...jamás.

Él es raro y me hace sentir rara, y no quiero sentirme así.

Empiezo a rebuscar por los estantes tratando de olvidar su comentario, pero nada, cuando estaba por rendirme encuentro algo. Yo estaba feliz y aliviada, hasta que una desconocida me lo quita de las manos.

—¡Oye, lo vi primero! —la desconocida chilla. Tira del disfrazar al igual que yo.

—No, es mío—aclaro con firmeza.

—¡Me importa una mierda, es mío!

Ella ignora mi comentario para tirar de nuevo, pero con mi otra mano le agarro una parte de su cabello para sí tirarla para atrás.

Escucho los gritos de Olivia y Clara, me ruegan que pare, pero no quería parar, esa chica me insulto. Ambas estamos peleando como unas locas en el suelo, y la gente no tardo en venir hasta nosotras, desde muy niña era muy pleitista con los de mi edad, haciendo que por un tiempo estudie en línea, ya que mi familia temía perder su impecable reputación.

Pecados. (POR CORREGIR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora