Capítulo XXXVI

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Alessandra

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Alessandra

Sonrió con felicidad mientras observaba las lindas y brillantes estrellas que adornaban la oscuridad de la noche. Nuestras manos entrelazadas hacían que mi corazón latirá con tanta rapidez que pensaba que él podría escucharlo.

Adoro la noche — murmuré en voz baja.

Tambien me encanta la noche y más sí estás a mi lado —Derek murmuro con calidez.

Era incorrecto estar con él, ya que Preston desde un comienzo me dijo que no me acercara a él, pero como podía evitarlo. Derek era tan dulce y bueno conmigo... Aunque a veces se ponía un poco agresivo.

—¿Siempre estaremos juntos, Derek? —cuestione dirigiendo mi mirada a él.

No lo dudes nunca, Ángel, siempre estaré a tu merced —con su mano libre acaricio mi mejilla.

Te amo.

Yo más, Ángel.

No otra vez.

Volviendo a soñar con Derek.

Con cuidado me separo de Alexander para sentarme, porque las cosas siempre se complican para mí.

Quiero olvidar mi pasado pero es imposible, a menos que me borren la memoria.

¿Quién puede superar su primer amor? Siempre lo recordaremos.

Cuando estaba por levantarme la fuerte mano de Alexander me detiene para volver a echarme a su lado.

—¿Qué soñabas? —pregunto.

Su mirada azula era tan intensa que pensaba que podía leerme todos mis pensamientos, ¿cómo puede ser tan lindo? Todo lo tiene perfecto, cada parte de su cuerpo está hecha para volverte adicta aun toque suyo.

—Nada importante, ¿Cómo te sientes? —cambio de tema.

Él estaba por reprocharme, pero con velocidad acerco mis labios a los suyos para callarlo.

El coloca su mano en mí nunca para profundizar aún más el beso, haciéndome estremecer, en eso tocan la puerta cortando nuestro pequeño momento íntimo entre ambos.

La puerta se abre dejando ver a Pablo con un gran desayuno.

—Buenos días, mis pequeños enamorados —Pablo saludo entre risas.

Dejo la pequeña mesita con el desayuno en los pies de la cama y sin pensarlo me acerco para probar un poco de esta delicia.

—Adoro el jugo de naranja —admito dándole un sorbo.

—Deberías tomarlo con más tranquilidad —sugirió Pablo.

Gruño al escucharlo para seguir tomando este delicioso jugo.

Pecados. (POR CORREGIR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora