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Al igual que todos los jueves, tengo entrenamiento

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Al igual que todos los jueves, tengo entrenamiento. Salgo de manera rápida del vestidor y me voy a sentar junto a Ava que me espera en las gradas para pasar el rato mientras llega el entrenador, ya que el hombre nos da 30 minutos entre clases y entrenamiento para estar listos.

—¿Clemente se sigue vistiendo?

—Sí —respondo —le encanta estar paseándose sin la camiseta —me río.

Ava se pone de pie y se sienta en la corrida de arriba, para comenzar a masajear mis hombros. Esta última semana estuvo un poco cariñosa, pero no en un modo odioso, por lo que hemos estado bastante bien, aunque de vez en cuando salía esa personalidad posesiva que puede tener si se lo propone, sin embargo, la esfumaba rápidamente.

—¿Por qué esta semana has estado tan raro? —me pregunta.

—¿Raro?

—Desapareces de la nada —dice aún masajeando —es normal que desaparezca en el primer receso, con eso de que necesitas lavar tus manos, pero en el segundo nunca desaparecías.

Pasé martes, miércoles y jueves con Emma en la azotea, ya que luego de la película creo que entramos en un poco de confianza, porque ha estado más risueña en esos encuentros. Los chicos saben que paso el rato con ella, pero no creo que Ava deba saberlo.

—Solo me he tomado un poco de tiempo para pensar —miento.

—Al parecer pensar te hace bien —ejerce una suave presión sobre mis hombros.

—¿Por qué lo dices?

—Vuelves al salón un poco más sonriente.

La verdad es que Emma se ríe de mis chistes aburridos, y verla reírse de algo tan sin gracia me hace reír a mí, por lo que llego al salón sonriendo, después de haberme reído bastante. Por cierto, Emma no ha tocado el tema de su padre, pero al menos parece divertirse cuando estamos juntos, por lo que lo dejo pasar. Además, hoy me ofrecí a llevarla y como sus prácticas de música varían un poco, no hay problema en que nos tomemos un poco de tiempo para nosotros.

—Pensar me despeja bastante.

Ava sigue con su masaje, mientras me cuenta acerca de algo que tiene que hacer el fin de semana con su prima, la cual tiene su edad, por lo que son casi inseparables tratándose de estar fuera del colegio.

—Allí viene tu entrenador —abro mis ojos y veo al hombre caminar en dirección a los vestidores.

—Voy a bajar antes de que me grite.

Me separo de Ava y le doy un rápido beso en la mejilla. En lo que el entrenador vuelve, Ava sigue en las gradas, lo que me parece un poco extraño, ya que no entiende nada de fútbol, incluso lo confunde con el básquetbol.

—¡Quiero que muevan esos traseros y comiencen a calentar! —grita el entrenador.

Comenzamos a correr alrededor de la cancha por diez minutos, para entrar en calor. Los jueves el entrenador se encarga de obligarnos a hacer pases, movimientos, trabajo con un compañero, mientras que los viernes nos hace jugar para aplicar todo lo que practicamos los jueves. Es un poco estresante tener que volver al colegio los viernes por la tarde, ya que todos queremos ser libres en ese momento, aunque tenemos la ventaja de tener literalmente todo el lugar para nosotros, es decir, somos libres de salir gritando por los pasillos.

Las Notas De Bruno #2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora