Las hojas en blanco eran mi refugio, dejar mis pensamientos a través de las letras me mantenía cuerdo por la vida. Las notas de Bruno eran mi verdadero yo, sin embargo, de un momento a otro ella comenzó a llenar mis hojas en blanco con su sonrisa, p...
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—Hola —saludo al par de chicos, mientras cuelgo mi mochila en la silla —¿Me extrañaron?
—No podemos vivir sin ti —responde Clemente volteando los ojos.
—Eres un amor de amigo —le muestro mi dedo medio.
—Clemente me dijo que tuviste una emocionante noche de sexo, por eso no llegaste a la primera clase —dice el rubio —pero nosotros sabemos que Clemente siempre exagera las cosas.
—¡No exagero!
—Claro que lo haces —dice Alan —Mejor habla tú.
—Me quedé con ella —me encojo de hombros —No quería estar en casa y aproveché la oportunidad de que teníamos que hablar.
—¿Y el sexo? —interviene Clemente.
—Ahora sé controlarme —me encojo de hombros.
—Significa que si quieres hacerlo con ella —dice Clemente moviendo sus cejas —Pero solo intentas controlarte.
Claro que quiero, siempre y cuando se dé la oportunidad. Por una vez en mi vida estoy pensando con la cabeza de arriba y no quiero saltarme etapas, quiero tomarme las cosas con calma.
—Deja de ser tan entrometido —le lanzo un lápiz de Alan.
—No lo has negado —se burla.
—Cierra la boca.
—Sigues sin negarlo —se burla una vez más.
—Ya déjalo —me defiende Alan.
—Él sí es un buen amigo —señalo al rubio.
—Yo soy más divertido —dice Clemente.
—No entraré en discusiones —me río —hora de las clases.
Me acomodo en mi lugar, ya que el profesor acaba de entrar para comenzar con su clase. Detrás de él aparece Ava y se sienta en su lugar junto a Clemente, ignorándome por completo.
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Ava se levanta de la mesa sin decir nada y camina a la salida del comedor. Durante el segundo receso quise estar solo en la azotea, por lo que no pude trazar palabra con ella, sin embargo, ahora siento la necesidad de seguirla.
—Ava —la llamo en el pasillo, pero me ignora —Ava —repito —Quiero hablar contigo.
—Pues yo no quiero —se gira de golpe —no se me da la maldita gana.
—Por favor —digo acercándome a ella.
—¿Qué quieres? —suelta enojada —Recalcarme que soy una ¿Cómo me llamaste? ¿Maldita tóxica?
—Lo siento —murmuro —pero estaba enojado.
—Claro, yo si tengo que perdonarte a la primera.
—Es distinto, Ava —me excuso —yo solo te dije cómo te has comportado últimamente y tú tocaste un tema delicado.
