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Le envío un mensaje a mamá diciéndole que me escapé del colegio por una buena razón y esta vez no me encontraron

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Le envío un mensaje a mamá diciéndole que me escapé del colegio por una buena razón y esta vez no me encontraron. No quiero que me vuelva a castigar, ya que fue un verdadero infierno estar en esa posición por primera vez en mi vida.

—Ponte cómoda —le digo a la rubia y me voy en dirección a mi habitación para dejar mis cosas. 

Me dijo que no quería que la llevara a casa, aunque eso es algo que me parecía obvio, sin embargo, luego de eso no volvió a hablar más, lo que me hace sentir un poco incómodo.

—¿Necesitas algo? —pregunto al llegar a la sala.

—No —niega con la cabeza.

Vale, será cortante. Tendré que esforzarme un poco más.

—¿Podemos hablar? —me siento en el sofá pequeño.

—No quiero —murmura.

—Necesito saber a que se refiere Danna cuando dijo cómo te encontró por mi culpa.

—Olvídalo.

—¿Tiene que ver con lo de la dependencia?

—¿Es necesario hablarlo? —aparta la mirada.

—Para mí lo es —me levanto de mi lugar y me arrodillo frente a ella —Quiero que dejemos todas las cartas en la mesa.

—¿No te basta con que te haya creído a ti y no a ella?

—¿Si me creíste? —sonrío de medio lado, a lo que ella asiente.

—Me mostraste el celular —me recuerda —pero en cuanto vi tu cambio de actitud por su llegada, las respuestas quedaron frente a mí.

—Yo... —trago saliva —Yo te extrañé —admito —Y si vamos a hablar de dependencias creo que deberías saber que cuando no estoy bien contigo mi mundo se ve distinto —apoyo mi mano en la suya para acariciarla suavemente.

—¿Distinto?

—Sin brillo —respondo —Mi mundo sin ti me convierte en un cabrón amargado —le confieso —Y me sigo odiando por cómo me comporté.

—Yo... —dice casi en un susurro inaudible —Yo... —repite.

—Puedes confiar en mí —dejo un suave beso en el dorso de la mano.

—Lo hice otra vez —una fina lágrima corre por su mejilla. —Lo hice otra vez —suelta un sollozo.

—¿Hacer qué...? —me detengo de golpe, porque creo que entendí de qué habla y es algo que odio, pero hace un tiempo atrás prometí no juzgarla —¿Dónde?

Baja la mirada a nuestras manos tomadas y comprendo que habla de su muñeca. Tomo suavemente el borde de la blusa blanca y la subo para ver una especie de tela blanca cubriendo la zona, así que imito mi acción con su otra mano, descubriendo la misma situación.

Las Notas De Bruno #2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora