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Emma engancha su brazo al mío y entramos a la casa de Willy, con Alan a nuestro lado, quién está bastante feliz de ver a Emma y aún más feliz por saber que la chica está combinando su ropa con la nuestra, además de que me tenía un poco mareado con...

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Emma engancha su brazo al mío y entramos a la casa de Willy, con Alan a nuestro lado, quién está bastante feliz de ver a Emma y aún más feliz por saber que la chica está combinando su ropa con la nuestra, además de que me tenía un poco mareado con todas las veces que halagó a la rubia por lo hermosa que se ve, aunque en mi mente la halagué mucho más que Alan.

—¿Clemente te dijo dónde estaría? —me pregunta Alan.

—En el salón del segundo piso —respondo.

—¿Vamos? —niego con la cabeza —¿Por qué?

—Debe estar Ava —le recuerdo —prefiero ahorrarme los problemas por unos minutos —le doy una rápida mirada a Emma.

—Oh, ya entiendo —asiente lentamente —¿Quieren que me quede con ustedes? ¿Soy mal tercio?

Quizás un poco.

—Quédate —le dice Emma —por mí no hay problema.

Algo me dice que yo seré el mal tercio en este momento, porque parece que esos dos tienen tema de conversación, mientras que yo soy el con gustos distintos.

Nos sentamos en unos taburetes junto a un mesón central y el par de rubios comienza a mirar a su alrededor, como si buscaran algún objetivo. Por mi parte no entiendo que miran, así que sólo me cruzo de brazos para mirar si algo me llama la atención y hasta el momento lo único interesante es ver como un tipo está a punto de botar un jarrón sin notarlo.

—Allí está —escucho la voz de Emma.

Me giro a mirarla y veo que su mirada está clavada en un chico, lo que me hace voltear un poco los ojos. El tipo es bastante alto, incluso más que yo, aunque un poco más delgado y se mantiene de espalda, vestido completamente de negro. Emma lo mira con una sonrisa, lo cual por alguna razón me molesta, así que clavo mi mirada tajante en el tipo hasta que se gira y noto que es el chico de la guitarra.

Mierda, ¿Estaba celoso?

—Creo que no debería —dice mi mejor amigo.

—Dijiste que lo harías —le recuerdo y ambos se giran a mirarme. Al parecer notaron que aún existo.

—Me arrepiento.

—Vale, si no vas tú, voy yo —me pongo de pie dispuesto a caminar donde el chico.

—¿A dónde vas? —chilla Alan.

Me hago paso entre la gente, hasta llegar donde el tipo alto, que al parecer conversa con una chica. Usando la estúpida, pero efectiva técnica, impacto mi brazo con el suyo para llamar su atención.

—Disculpa —le digo.

—Descuida —dice un poco avergonzado.

—Yo te conozco —frunzo el ceño para dar entender que estoy intentando reconocerlo.

Las Notas De Bruno #2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora