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¿Es en serio?

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¿Es en serio?

—A... apu... apuesta... —tartamudea Emma girándose a mis mejores amigos.

—No es lo que crees —me apresuro a decir —son cosas de ellos dos.

—¿Qué cosas? —me mira seria.

—Le explican que les encanta apostar sobre mi vida —miro al parcito.

—Hablen —dice Emma girándose una vez más a ellos, pero esta vez de brazos cruzados.

—Fue idea de Alan —se excusa Clemente.

—Tú también querías —se queja el rubio.

—Hablen —esta vez digo yo.

—Lo mismo del beso de año nuevo —responde Clemente.

—¿Año nuevo? —pregunta Emma.

—Ven —la tomo de la mano para alejarla un poco de los chicos.

—¿Me explicas? —dice un poco enojada.

—Clemente y Alan apostaron sobre nuestro beso —le explico —Clemente ganó porque dijo que nos besaríamos en la fiesta.

—¿Y tú estabas enterado? —niego con la cabeza.

—Me enteré después, cuando comenzaron a preguntar si había pasado algo. Algo que no valía la pena ocultar, porque era casi imposible, ya que tenían todos los cabos atados.

—¿Cómo así?

—Estuvimos toda la noche juntos, desaparecimos juntos y luego estaba mi cuello con marcas.

—Había olvidado ese detalle —murmura un poco colorada.

—Ni siquiera sabía que habían apostado otra vez.

—Quiero saber de qué iba la apuesta de hoy.

—Quizás puedas torturar a Alan mientras me ducho —le guiño un ojo.

—Lo haré —dice muy segura de sí —ahora ve a quitar ese asqueroso olor a sudor.

Le dedico una sonrisa y le hago un gesto a Clemente para irnos a las duchas. En cuanto mi amigo llega a mi lado y las miradas de los rubios no están sobre nosotros le doy un golpe.

—¿Podrían dejar de apostar con mi vida? —me quejo.

—Es divertido observar tu vida amorosa —se burla —aparte me agrada volver a ganarle a Alan.

Solo volteo los ojos y apresuro mi paso para dejarlo con su risa burlona de imbécil. Por hoy ya somos libres, así que luego de la ducha podemos descansar un rato, mirar los siguientes partidos para ver la competencia o hacer lo que se nos dé la gana, siempre y cuando respetemos los horarios y nos controlemos.

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Emma está sentada a mi lado, mientras que Alan y Clemente están frente a nosotros comiendo como si el mundo se fuera a acabar. Le avisamos al entrenador que saldríamos por algo de comer, ya que la comida del lugar es asquerosa y solo nos advirtió que nos comportáramos y volviéramos a la hora correspondiente o sino nos arrastraría de las orejas como lo hizo con Willy y Pedro la primera noche. 

Las Notas De Bruno #2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora