━ 𝐂𝗂𝗇𝖼𝗈.

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A pesar de que Jeno prácticamente lo había sacado en contra de su voluntad de aquella fiesta, Renjun se sentía agradecido con él. Había estado esperando por horas poder salir de ahí e irse a su hogar pero el único que podía llevarlo a casa era su hermano mayor el cual no mostraba indicios de querer marcharse antes de hora. El olor a alcohol y sexo le estaban perturbando el olfato llegando a ser algo insoportable.

Y aunque había deseado estar recostado ya en la suavidad de su cama, por algún motivo ambos terminaron en una especie de mirador, arrimados en la barandilla la cual impedía que ocurra algún accidente catastrófico mientras apreciaban la hermosa y alumbrada ciudad de Seúl y bebían soju. Bueno, en sí Jeno era el que bebía alcohol porque a Renjun no le gustaba el sabor del mismo, es por eso que decidió comprarse un jugo natural. Sabía mejor que esa bebida de la que el menor parecía disfrutar.

— Lo siento, fui algo compulsivo. — el pelinegro había decidido romper el silencio primero después de que se subieran a su auto y condujera sin rumbo alguno. Renjun solo soltó una risa que hizo que Jeno lo mirara extrañado.

— No, está bien. — volteó a verlo con una sonrisa plasmada en su rostro, logrando apreciar el bonito perfil de Lee. — Muchas personas cuando ven que alguien está siendo acosado tienden a hacerse de la vista gorda y fingir que no pasa nada, pocas tienen el valor de ayudar.

— Aún así...

— Mi hermano no se enojará.

Jeno lo miró con los ojos bien abiertos, sorprendido. Huang había leído sus pensamientos o tal vez ya se imaginaba lo que iba a decir. Quizo creer que era la segunda la opción.

— Hablaré con Lucas para explicarle todo, estoy seguro que lo comprenderá. — habló con una seguridad increíble, cosa que Lee no se esperaba del mayor. — Puede verse muy intimidante pero es todo lo contrario a ello.

Jeno no dijo nada nada, pero el que no lo haya hecho daba a entender que confiaría ciegamente en sus palabras.

La verdad es que ahora ninguno sabía qué decir. Nunca se imaginaron que terminarían conversando tan casualmente después de que intentaron evitarse a toda costa aunque al final siempre se encontraban en situaciones muy incómodas.

— El estar aquí me trae bonitos recuerdos. — Jeno se sorpendió de que el de cabellos rubios decidiera acabar con el silencio esta vez.

— ¿Por qué? — preguntó a la par que fijaba toda su atención en el chino, notando algo de nostalgia y tristeza en su semblante y tono de voz, incluso su sonrisa era menos alegre que antes, pero Jeno decidió callar y seguir escuchando.

— Mi abuelo... — se tomó unos segundos antes de continuar. — mi abuelo solía mostrarme las mejores vistas de mi ciudad natal. — intentó tragar el nudo en su garganta y aguantó las ganas de llorar. — Lo extraño mucho...

— Tu abuelo...

— Se quedó en China, dijo que no quería abandonar su país y menos a mi fallecida abuela. — explicó, limpiándose la traviesa lágrima que había logrado escapar de sus cristalinos ojos. — Alguien tenía que cuidar su tumba.

Ninguno de los dos supo por cuánto tiempo estuvieron hablando

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Ninguno de los dos supo por cuánto tiempo estuvieron hablando. Posiblemente fueron minutos o incluso horas.

No conocían con certeza la respuesta, solo que el reloj ya marcaban más de las dos y media de la madrugada y Renjun tuvo que insistirle en que lo dejara ya en su casa o sino sería hombre muerto. Es por eso que ahora Jeno se encontraba conduciendo hacia el hogar del más bajo quien se notaba muy nervioso y miraba cada tanto su celular.

Cuando estuvieron a tan solo una cuadra de llegar, Renjun dijo que prefería que lo dejara allí ya que no quería tener problemas con sus padres si lo veían salir de otro auto. Lee entendió y le permitió bajarse a regañadientes.

— ¿Estás seguro que quieres que te deje aquí? Falta po-

— Estoy seguro. — dijo con firmeza.

El pelinegro suspiró rendido, solo se aseguraría de que el mayor cruzara ese tramo hasta su casa sano y salvo. Se lamentaría si algo malo le ocurriese.

— Entonces... escríbeme si quieres hablar o pasar el rato conmigo. — y con eso elevó su diestra en el aire para moverla de un lado a otro en modo de despedida, girando en su propio eje para comenzar a correr hasta su casa.

Sí, habían intercambiado números luego de contarse una que otra anécdota y conversar de temas triviales. Compartieron un buen momento juntos, conocieron más uno del otro y eso alegraba a Jeno de sobremanera, pero no lo admitiría. Al menos no ahora.

Jeno supo que Renjun era agradable en todo el sentido de la palabra, es por eso que se cuestionó el porqué había tratado de apartarlo. Pero eso ya no importaba, ¿verdad? Había pasado una de las mejores noches en mucho tiempo y no se lamentaba de haberlo arrastrado fuera de ese lugar por un malentendido porque ahora podía decirse que de cierto modo formaron una amistad.

Bueno, esperaba no ser el único que lo pensara de esa manera.

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H𝗘 I𝗦 N𝗢T 𝗚A𝗬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora