━ 𝐒𝗂𝖾𝗍𝖾.

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El día estaba soleado y la brisa demasiado fresca como para desperdiciarla en casa solo viendo películas y comiendo comida chatarra. Bueno, así es como lo pensaba Renjun contrario a Jeno quien había dado la no tan maravillosa idea de ir a la casa de uno de los dos para su salida amistosa, aunque a la final se decidió con piedra, papel y tijeras quién escogería el lugar al que irían.

Huang escogió tijeras mientras que Lee sacó papel.

— ¿En serio iremos al parque de diversiones en este calor? ¡Quiero volver a casa! — se quejaba el pelinegro y es que sus adoloridos pies ya no aguantaban para más. Habían caminado por demasiado tiempo bajo el fuerte sol.

— Apenas caminamos cinco minutos desde la estación del metro hasta acá, no te quejes.

— Se siente como si hubiéramos caminado por tres horas.

Renjun rodó los ojos y se volteó para encarar a Jeno alias el dramas.

— Te recuerdo que tú — lo señaló con su dedo índice, que aunque sabía que estaba mal señalar, no pudo evitar hacerlo después de haber escuchado durante todo este tiempo los quejidos del menor. Suspiró frustrado y continuó. — me escribiste para decirme que salgamos, entonces, ¿por qué te quejas justo ahora?

Sí, él le había escrito primero y puso aquello, pero con salida se refería a quedarse en casa toda la tarde hasta que el sol se ocultara, no a una caminata exhaustiva.

— Pero mi idea era-

— Yo gané, así que sigamos antes de que se nos acabe el tiempo.

Ahora Jeno estaba siendo jalado por Renjun hasta el dichoso lugar que ya estaba a tan solo unas cuadras de donde ellos estaban. No tardaron más en llegar y en menos de lo esperado estaban haciendo fila para poder entrar. Les pusieron unos brazaletes en la muñeca y finalmente entraron.

Al rubio le brillaron los ojos, hacía mucho que no iba a un parque como ese. Ya no recordaba lo emocionante que podía ser estar en ese lugar, se sintió como cuando apenas tenía ocho años, como si hubiera visitado por primera vez un parque de diversiones. En cambio el azabache se mostraba desinteresado por el lugar, simplemente estar ahí le aburría. Solo quería volver a su hogar y descansar, y no es que los juegos mecánicos le daban miedo... bueno, quizás un poco, pero eso era algo que no admitiría.

En fin, el primer juego al que subieron fue el vikingo. Renjun lo disfrutó al máximo, pero Jeno... él solo se aferró al brazo de su acompañante y escondió su rostro donde pudo, reprimiendo sus gritos con todas sus fuerzas.

Sabía que no podría subirse a otro, pero cuando estuvo a punto de decírselo, simplemente no pudo. Ver el semblante de alegría del mayor junto con esos ojos más brillantes que de costumbre lo detuvieron abruptamente, obligándolo a subirse a más juegos que prácticamente lo dejaron muy mareado.

No podía decirle que quería irse y no encontraba una razón para no ser directo en ese momento.

Subieron a la mayor cantidad de juegos posibles «por no decir que a absolutamente todos» que cuando se dieron cuenta el reloj ya marcaba casi las seis y media de la noche. Renjun hizo una mueca de desagrado, ¿por qué el tiempo tenía que irse volando? Lo estaba disfrutando, lastimosamente él debía volver temprano a casa, lo prometió a sus... padres.

Estaba listo para despedirse cuando recordó un lugar al que definitivamente tenían que ir sí o sí, aquel que estuvo esperando durante bastante tiempo y él no podía desaprovechar aquella oportunidad.

— Lee...  — lo llamó finalmente después de pensarlo solo un momento. No pasaría nada si llegaba un poco tarde a su hogar, ¿verdad? — Vayamos a la casa del terror.

¿Qué?

Si había algo a lo que le tenía mucho miedo era a esa cosa denomida "casa del terror". La primera vez que entró salió más que traumado, fue una experiencia y sensación horrible. Jamás volvió a entrar a una pero por segunda vez en el día decidió ceder ante el mayor.

— De acuerdo.

Renjun sonrió ampliamente y dio pequeños brincos como un niño al que le acaban de dar un caramelo. Agarró la mano de Jeno y lo jaló hacia su siguiente parada.

La fila era inmensa, y era entendible puesto que ese día era la inauguración del mismo. Se podría decir que estuvieron más de media hora esperando su turno y en cuanto menos lo esperaron ya se encontraban los dos ingresando a ese lugar.

Espeluznante, no había otra manera de catalogarlo y Jeno sintió que moriría ahí mismo.

Habían entrado con más personas, pero para su desgracia «solo para el asustadizo de Jeno» iban al principio por lo que tenían que guiar al resto. Cruzaron por numerosas salas donde los trabajadores disfrazados de fantasmas y más cosas horrosas se encargaban de asustarlos. Los tomaban de las piernas y los jalaban por lo que Jeno no pudo evitar soltar un grito agudo y aferrarse al brazo de Renjun quien lo miró con asombro.

Todo el recorrido fue así: Jeno no lo soltaba y Renjun trataba de calmarlo acariciando ya sea sus manos o su hombro.

Renjun se sintió mal, culpable.

— Todo estará bien, Jeno. — le sonrió, apretando más el agarre de sus manos.

Extrañamente un sensación de calma se posó en su pecho y su estómago hormigueó. No era la primera vez que se sentía así cuando estaba con Renjun y aquello ya no le agradaba. Bueno, nunca le gustó sentir eso con él. Era un... sentimiento nuevo, algo que nunca sintió con alguien más.

Le aterraba.

Tenía miedo, demasiado miedo de que su mayor comenzara a atraerle. O quizás miedo de enterarse que tal vez el rubio siempre lo atrajo.

𔒱

PERDÓN POR LA DEMORA, EUEUEUUEUEUE.

tal vez como recompensa por no actualizar dos semana haga un pequeño maratón. 🧐

H𝗘 I𝗦 N𝗢T 𝗚A𝗬Where stories live. Discover now