━ 𝐃𝗂𝖾𝖼𝗂𝗇𝗎𝖾𝗏𝖾.

1.1K 137 9
                                    

— Él realmente me está ignorando. — le comentó a Jaemin en cuanto llegó a su salón y se sentó desganado en su asiento, hundiendo su rostro entre el hueco que sus brazos formaron. — ¿Qué hice?

Na suspiró, sinceramente esta vez no quería involucrarse con la extraña relación de sus dos bobos amigos que no se daban cuenta de nada, dejaría que ellos lo solucionaran a su modo.

— Esto es una cucharada de tu propia medicina. — dijo con desinterés su rubio mejor amigo, jugando con su celular.

Jeno salió de su "escondite" y observó a su mejor amigo con una ceja enarcada, sus labios en una línea recta. - ¿De qué hablas?

— ¿Ahora sabes lo que Renjun sintió cuando lo ingnoraste por ser tan idiota?

El pelinegro arrugó el entrecejo pero prefirió no decir nada ante aquello.

¿Sinceramente? Sí, se sentía frustrado no saber a qué se debía el comportamiento de Huang últimamente. Estaba seguro que no dijo nada fuera de lugar ni se comportó como un idiota, quizás... ¿quizás es por todo el alboroto del comedor? Renjun se comportaba de aquella manera desde que todo ese escándalo ocurrió, tal vez, y solo tal vez, él se sentía incómodo con respecto a lo sucedido, pero tampoco quería sacar especulaciones tan prontamente.

Todo eso lo tenía tan perdido que ni siquiera se dio cuenta de cuándo las clases habían comenzado, pero en el momento que se percató de la realidad ya tenía a su viejo profesor de inglés frente a su butaca, con los brazos cruzados y una regla en su mano, junto con el semblante más serio que nunca que lo hacía lucir mucho más atemorizante de lo que ya era.

Obviamente el profesor Choi «mejor conocido como el espeluznante señor Choi» le había dado una reprimienda, amenazándolo con que llamaría a sus padres si seguía mostrando desinterés a la clase. A Jeno no pudo importarle menos porque eso lo tenía sin cuidado, lo que en verdad le interesaba era hablar con Renjun y solucionar todo, quería que las cosas volvieran a ser como antes.

Y luego de casi veinte minutos de escuchar la charla sobre lo importante que es prestar atención a clases del malhumorado maestro de inglés, la campana del receso había retumbado por toda la escuela, haciendo el bullicio de los estudiantes cada vez más presente a medida que salían de sus respectivas aulas.

— Jeno, vamos a jugar bás-

Pero antes de que Na pudiera terminar su frase, Lee ya se había apresurado a salir en busca de cierto chino que vivía en su mente las veinticuatro horas los siete días de la semana, dejándolo con las palabras en la boca.

Lee Jeno caminaba por los pasillos, ignorando las sonrisas y miradas coquetas de algunas chicas que no hacían más que ponerlo hastiado, se estaba cansando de ser el centro de atención y alguien de quien creen que se pueden aprovechar para su propio beneficio. Porque sí, sus anteriores relaciones se dieron solo por interés y más no por cariño y afecto.

Renjun, por favor, aparece.

En su mente solo se repetía esa frase, había leído que cuando piensas mucho en algo aquello se cumple o sucede, así que quería creer que era verdad aunque sabía que era una tontería.

Así de deseperado se encontraba, pero vaya que la ley de atracción es fuerte porque cuando desvió su vista hacia un lado, vio a la persona que buscaba junto con su inseparable amigo.

No lo pensó mucho y se acercó directamente hacia el par, parándose justo en frente de ellos porque intuía que si solo lo llamaba no le iba ni a regresar a ver, así que optó por interrumpir su andar «lo que funcionó porque ahora tenía la atención de ambos chinos».

— Ren, ¿podemos hablar?

Como era de esperarse no recibió ninguna respuesta por parte del contrario, en cambio Chenle se encargó de responder por su amigo. — Ustedes no tienen nada de qué hablar. — habló borde, casi perforando su cara con su mirada "intimidante".

— Renjun, por favor.

— Dije que-

— Lele, está bien, hablaré con él y escucharé lo que me tenga que decir.

Chenle no tuvo de otra más que aceptar, pero antes de irse no dudó en amenzar al pelinegro, apuntando sus ojos con dos de sus dedos y luego apuntándolos hacia los de Jeno.

Cuando estuvieron solos, Renjun solo cruzó sus brazos frente a su pecho, enarcando una ceja con la curiosidad apoderándose de sí, porque realmente le intrigaba saber qué sucedía.

— Vamos a una lugar más privado. — Jeno no esperó una respuesta afirmativa, simplemente tomó la muñeca del chino y lo, prácticamente, arrastró hacia un aula vacía, mas Huang no puso resistencia alguna; se dejó hacer aunque sintiéndose muy incómodo por las miradas que recaían sobre ellos dos.

Cuando se dio cuenta ya se hallaban en una sala totalmente desolada y el silencio sepulcral lo hacía todo aún mucho más jodido de lo que ya era.

Jeno pasó peinó su cabello en señal de nerviosismo, mientras que Renjun simplemente miraba hacia otro lado, esperando impaciente lo que el ajeno tenía que decirle, incluso sus dedos ya estaban tamborileando en la mesa detrás de sí por la desesperación.

— ¿Hice algo malo? — preguntó el coreano en voz baja, tratando de no sonar muy brusco ni nada por el estilo. — Dime la verdad.

Hubo un interminable silencio antes de que escuchara un suspiro proveniente del mayor. — No.

— ¿Entonces? — lo miró, su rostro demostrando su desconcierto.

Renjun apretó sus puños y mordió su labio inferior con disimulo, aguantando las ganas de largarse a llorar en ese momento. No era fan de que lo vean llorar como María Magdalena.

— Solo... — levantó la vista, desviándola casi inmediatamente porque sabía que verlo solo lo pondría más jodidamente sentimental de lo que ya estaba. — Me siento incómodo que todos me miren y hablen de lo que sucedió en la cafetería.

— Renjun, déjame solucionarlo, ¿sí?

— Creo que es mejor que nos alejemos hasta que todo se calme, porque, Jeno, sé que estás acostumbrado a ser el centro de atención y que el resto hable sobre ti, pero yo no; para mí esto es complicado, ¿puedes entenderme, por favor?

A pesar de que odie admitirlo... sí, Renjun tenía razón, debe haber sido una mierda total para él todo este escándalo y que ahora todos hablen de su persona como si fuera lo más malditamente entretenido.

Suspiró y asintió, él sabía que no tenía ningún derecho sobre Huang así que aunque quisiera, no podía interferir en las decisiones ajenas. Simplemente aceptaría todo y dejaría que las cosas sigan su camino. Si Renjun ya no quería verlo ni en pintura, no había nada que hacer.

Y en vista de que Jeno no parecía querer nada más y pensando que ya todo estaba aclarado, se obligó a caminar a pasos normales hacia la puerta cuando en verdad lo único que quería era salir corriendo de ahí, aún así, soportó todo ese tramo que aunque era corto, a él se le hizo tan endemoniadamente interminable.

Para cuando salió del asfixiante lugar, sus pulmones pudieron soltar todo el aire contenido que lo tenía ya tan afligido y que no le dejaba respirar con tranquilidad.

Sí, en definitiva esa fue la mejor solución que le pudo dar a todo este martirizante asunto.

𔒱

cuando termine esta historia, no sé q voy a hacer con mi vida. 😞

H𝗘 I𝗦 N𝗢T 𝗚A𝗬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora