━ 𝐕𝖾𝗂𝗇𝗍𝗂𝖼𝗎𝖺𝗍𝗋𝗈.

1.1K 100 5
                                    

Una cita.

Renjun aún no podía creer que iba a tener una cita con Jeno, pero era así y no sabía cómo sentirse... tenía todas sus emociones en desorden y aquello lo preocupaba de sobremanera, no quería decir alguna idiotez frente al chico que le gusta.

Pero, dejando de lado el cómo se estaba sintiendo, tenía otro gran problema. Había estado cambiando su vestimenta desde hace ya varios minutos, combinando toda su ropa pero ninguna le gustaba, quería verse bonito para Jeno y no lo estaba logrando ni un poco.

¿Él también estará nervioso? Se preguntó a sí mismo, aunque descartando esa idea al instante porque, vamos, Jeno ya ha tenido mucha citas antes con muchas chicas seguramente, ¿por qué se sentiría así solo porque va a pasar la tarde con alguien como Renjun? Era imposible y, ciertamente, estúpido.

Encogió sus hombros un tanto desganado y se miró al espejo por última vez, ya había decidido que con esa ropa se quedaría; un simple buzo de color verde unas tallas más grande que él, su pantalón casual de color blanco rasgado en las rodillas al igual que sus tenis del mismo color. Además, no se veía tan mal... ¿verdad?

A veces odiaba ser tan negativo, seguro depués trabajaría en ello, por ahora lo más importante era disfrutar con Jeno en su casa.

Uno, dos, tres toques a la puerta de entrada.

Renjun se sobresaltó al oír la puerta sonar, tanto que su corazón comenzó a bombear más sangre de lo normal que lo hizo agarrarse el corazón exageradamente, así tratando de calmar su nervioso cuerpo. Tampoco se había percatado de que el tiempo se le fue demasiado rápido, ¿en qué momento dieron las doce del mediodía?

Otro toque más.

Con su corazón menos alocado y su respiración más tranquila, decidió que ya era momento de abrirle la puerta antes de que Jeno piense que no hay nadie y se termine yendo. Caminó con rapidez el tramo desde su sitio hacia la entrada y tomó la perilla, jalando la puerta hacia su dirección para abrirla con una tranquilidad increíble que no sabía que le quedaba.

Primero se dedicó a mirar la punta de los zapatos del menor a escasos centímetros de él, luego subió su mirada por las largas piernas que vestían un pantalón ajustado «algo que en Jeno lucía endemoniadamente bien pero que no admitiría en voz alta», hasta por su camisa que, aunque fuera casual, a Jeno le quedaba de maravilla. Sus ojos siguieron su recorrido hasta que se toparon con los ajenos, una sonrisa resplandeciente recibiéndolo lo que solo hacía que los ojitos de Jen se vieran más pequeños, causando un notable sonrojo en Huang que se quedó absorto por el look del hombre frente a él.

Jeno era el significado de perfección pura.

- Hey, Renjun. - el pelinegro elevó su mano al aire, saludándolo con ella.

Renjun no respondió.

- ¿Puedo pasar? - una pequeña risa escapó de esos labios, más apetitosos que nunca.

¡Huang Renjun, concéntrate de una vez y deja de babear como idiota!

- Perdón... uh, claro. - se hizo a un lado, dándole accesibilidad al que actualmente era su hogar. Golpeó levemente su frente contra la puerta mientras la cerraba y respiró hondo, siguiendo por detrás al más alto mientras se limpiaba sus manos sudorosas en la tela de su pantalón.

¿Había olvidado mencionarlo? La cita se llevaría a cabo en su casa puesto que, según en las noticias, el día de hoy llovería a cántaros. Además, Yuk-hei no estaría hasta muy tarde por lo que no tendrían ningún problema... ¿verdad?

Haciendo a un lado todos esos pensamientos negativos que seguramente no le harían disfrutar de su tarde con la persona que le gusta, se sentó junto a Jeno, poniéndose nervioso de repente al sentir la mirada de el ajeno en él.

Escuchó una pequeña risa nasal del menor, descolocándolo un poco y haciendo que frunza el entrecejo y que su labio inferior se abulte un poco, formando un puchero inconcientemente.

A Jeno le gustó su reacción.

- Ren.

El escuchar su nombre con esa voz seductora de Jeno hizo que se le pusieran los vellos de punta, sintiendo una corriente pasar por toda su espina dorsal.

En algún momento este hombre lo terminaría matando involuntariamente.

- ¿Sí...? - a pesar de estar con los nervios a flote, logró evitar que su tono de voz lo delate por completo; eso sí que sería vergonzoso.

- Realmente sé que soy un idiota pero no te voy a comer. - al ver en el rostro de Renjun lo que era una confusión total, el pelinegro prosiguió. - Estás como a un asiento de mí y hay una almohada que nos separa.

¿Sinceramente? Ni Renjun sabía por qué estaba esa almohada entre ambos, tal vez fue un movimiento inconciente en su momento de pánico «que no está muy lejos de la realidad». El punto es que ahora Huang se sentía avergonzado y tonto, quizás Jeno también piensa igual y no lo culparía.

- No... no eres un idiota, Nono. - Renjun tragó saliva, quitando aquel obstáculo que los "separaban" para acercarse cada vez más. - Eres genial y a mí... a mí realmente me gustas demasiado. Tú eres todo aquello que deseé desde algún tiempo y aunque suene absurdo, es así. Es por eso que no quiero qu-

Todas sus palabras fueron interrumpidas en cuanto el ajeno terminó por acortar la distancia que les restaba, tomándolo por las mejillas para juntar sus labios en un beso parsimonioso. Y por supuesto que aquello le tomó desprevindo por lo que a los pocos segundos después correspondió el ósculo con la misma intensidad, cerrando sus ojos en el acto y disfrutando del agradable sabor de los labios de Lee.

Un agradable cosquilleo se posó en la boca de su estómago y una vez se separaron en busca de recuperar el aire que perdieron, no pudo evitar que sus labios se ensancharan en una amplia sonrisa que demostraba lo hechizado que lo tenía. Pronto, sus belfos volvieron a encontrarse, esta vez siendo menos tímidos y moviéndose al compás, encajando perfectamente como dos piezas de rompecabezas.

No hicieron falta palabras para demostrar que ambos habían caído el uno por el otro.

- Ren, hay algo que quiero decirte. - dijo mientras su mirada se mantenía en los ojos color avellana de su mayor, lo que provocó en su interior un enorme huracán de emociones.

Y en medio del silencio interminable, la vibración de un celular en medio de la mesa central los hizo salir de la burbuja que habían creado, todo para que cuando Renjun tomara el móvil entre sus manos y revisara la pantalla del mismo mandara a la mierda toda la cordura y estabilidad que le había costado mantener después de aquel desagradable momento vivido en la última ocasión que estuvo en ese lugar que alguna vez consideró su casa.

𔒱

jodermierdacarago, tanto tiempo sin actualizar. 😔


H𝗘 I𝗦 N𝗢T 𝗚A𝗬Onde as histórias ganham vida. Descobre agora