━ 𝐃𝗈𝖼𝖾.

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Renjun había despertado a la misma hora de siempre y cuando intentó levantarse, varias punzadas por todo su cuerpo se lo impidieron. Soltó un gemido de dolor antes de volverse a recostar sobre el sillón en el que durmió después de que Jeno le ofreciera algo de comer y después el mismo se marchara a su habitación antes de dejarle unas mantas para que pasara bien la noche, lo cual obviamente lo hizo. A pesar de ser solo un sofá, era extremadamente cómodo.

Respiró profundo, perdiéndose nuevamente en sus pensamientos que lo torturaban.

¿Qué iba a hacer ahora? Volver a "casa" no era una opción, tampoco llamar a su hermano, mucho menos quedarse en casa de Lee. Eso sí que no, sería muy asfixiante para ambos y la incomodidad estaría presente en todo momento.

Cerró los ojos y resopló, quizás trataría de dormir otro rato, ya después pensaría en una solución a su problema. Después de todo en solo un mes sería mayor de edad así que podría conseguir un trabajo y probablemente un pequeño departamento también. No todo estaba perdido... bueno, eso esperaba.

Estuvo a punto de conciliar el sueño una vez dejó de pensar tanto, pero los constantes llamados de alguien lo interrumpieron. Vio a Jeno a un lado quien traía puesto un mandil de cocina a cuadros, su diestra estaba en su cadera mientras que apoyaba todo su peso en la pierna derecha, incluso tenía el ceño levemente fruncido.

Qué lindo.

— Te estuve llamando hace más de cinco minutos porque vi que estabas a punto de levantarte.

— ¿Qué... qué hora es? — preguntó en un tono de voz bajo, ni siquiera tenía fuerzas para mover un dedo, sentía todo su cuerpo doler.

— Más de las nueve.

Asintió, restregando sus ojos e intentando ponerse de pie aunque haciéndolo con muchísima dificultad. Finalmente lo logró, pero los quejidos que trató de reprimir no pasaron desapercibidos de los oídos de Jeno a quien la incertidumbre de saber qué sucedía con su inesperado no-invitado lo volvió a carcomer.

Caminaron hacia el comedor en silencio, todo ya estaba servido así que solo tenían que sentarse para comenzar a comer lo que Jeno preparó lo cual no era muy elaborado; solo unos panqueques con mermelada, huevos, leche y un vaso de jugo.

— Creí que eras rico. — Renjun dijo lo primero que se le vino a la cabeza para tratar de acabar con el silencio, pero se arrepintió al ver la expresión del contrario. — Qu-quiero decir... ¿los ricos no tienen sirvientes que les preparan el desayuno, almuerzo y merienda? Pero tú hiciste todo esto, y solo. Estoy consciente de que tu familia es millo-

— Prefiero hacerlo yo porque en cualquier momento me independizaré de mis padres así que necesitaré valerme de mí mismo.

La conversación quedó allí porque, sinceramente, ninguno sabía qué más decir. Renjun sabía que las cosas seguían igual de mal con Jeno porque este no lo miraba a los ojos, tampoco se le acercaba demasiado, aún así aquello no era motivo para no ayudar a recoger la mesa y arreglar el lugar en el que se le permitió dormir.

— Huang, ¿me alcanzas esa esponja de lavar platos que está en ese aparador de arriba? El de dos puertas, encima del microondas.

— ¿Eh? Oh, s-sí... — tragó saliva dispuesto a hacer el recado pero en cuanto se estiró un poco gimió otra vez de dolor, uno que le envió una corriente a todo su cuerpo y le obligó a retroceder unos pasos con lágrimas en sus ojos vidriosos. — Lo siento, y-yo...

Habría terminado de decir su excusa barata, claro que lo hubiera hecho si no fuera porque en ese preciso instante estaba siendo arrastrado con delicadeza hacia la habitación del pelinegro. Eso lo dejó confundido pero se dejó hacer, no estaba en posición para reprochar después de que el menor lo ayudó a pesar de que no era su obligación.

Su tacto y la menera en que tiene mi mano sujeta con la suya me brindan mucha tranquilidad y calidez, una que no sentía hace mucho tiempo.

Terminó sentado en el borde de la enorme cama, viendo aún cómo sus manos seguían unidas. Tenían una enorme diferencia de tamaño y la de Jeno era más venosa que la suya.

Oh, sus venas...

— ¿Por qué no me dijiste? — la voz aterciopelada «muy diferente a la que Jeno había estado empleando con él» inundó sus oídos, captando así toda su atención que lo hicieron volver a la realidad. El pelinegro no lo miraba, su vista parecía estar perdida en algún punto inexistente del suelo. ¿A qué se refería con eso? Quizo preguntar pero el contrario se adelantó. — Te duele el cuerpo, ¿no es así? ¿Qué sucedió?

Ah, muchas preguntas...

— Estoy bien. — atinó a decir bajando de igual manera la mirada hasta sus dedos que jugaban intranquilamente.

— No, no lo estás.

Ahora podía sentir la penetrante mirada de Jeno sobre él, eso lo hizo morderse nerviosamente el labio pero también lo hizo cuestionarse sobre las acciones de Jeno.

— Jeno...

— Quédate aquí un momento.

No tuvo más remedio que esperar con la incertidumbre de saber por qué el menor actuaba así. Primero lo alejaba y ahora parecía querer cuidarlo, protegerlo como si de una pieza muy frágil se tratara; Renjun simplemente no entendía aunque tampoco es que le desagradara, pero todo era extraño.

¿Acaso Jeno sospechaba de algo?

— Quítate la ropa. — en cuanto escuchó aquello sus rasgados ojos se abrieron a más no poder y Jeno se dio cuenta de lo que acababa de decir, dándose una cachetada mentalmente. Pero él en verdad no lo decía con malas intenciones. — Solo quiero cerciorarme de algo. — aclaró rápidamente, dejando el botiquín que había traído consigo en el suelo para luego ponerse de cuclillas frente al chino. — No te haré nada, lo prometo.

Renjun no pudo negarse, ¿cómo hacerlo cuando los ojitos almendrados de Jeno demostraban un deje de preocupación?

Comenzó a retirarse las prendas con la atenta mirada del pelinegro, podía sentirlo recorrer su cuerpo, luego solo notó cómo la tibia mano de su menor tocaba uno de sus hematomas justo en su costilla, haciéndolo quejarse porque el dolor aún persistía allí. Ese simple acto le sonrojó hasta las orejas, pero no solo porque estaba siendo tocado con tanta delicadeza por la persona que le gustaba, sino también porque había mostrado aquello que quería ocultar. Sus ojos picaron, amenazando con derramar lágrimas muy pronto y un nudo se formó en su garganta. Trató de tragarlo, pero de nada servía cuando el primer sollozo se escapó, seguido de otros junto con las lágrimas que no pudo contener, empapando así sus mejillas.

La escena frente a los ojos de Lee era desgarradora, Renjun se veía tan vulnerable, tan destrozado y cada sollozo lo demostraba, oprimiendo fuertemente su corazón.

Hace mucho que no se sentía de esa manera.

𔒱

odio que wattpad reemplace los guiones largos por los pequeños. 😡

H𝗘 I𝗦 N𝗢T 𝗚A𝗬Where stories live. Discover now