━ 𝐕𝖾𝗂𝗇𝗍𝗂𝗎𝗇𝗈.

1K 141 23
                                    

Y bien... ¿qué te traes con mi hermano?

La pregunta le había tomado por sorpresa por lo que su rostro se transformó a uno de confusión.

¿Qué?

Mira, no sé cuál es su tipo de relación pero me doy cuenta que tú gustas de él, ¿no es así? — inquirió, sin dejar de lado ese semblante serio que solo lo hacían ver más imponente de lo que ya era.

Jeno sinceramente no sabía cómo lo había descubierto, tampoco quería imaginárselo pero tenía tanta curiosidad que aquello le carcomía lentamente la cabeza. Sintió que la sangre se le subía a las mejillas y sus manos empezaron a sudar más de lo normal.

¿Cómo...? — atinó a decir en un tono de voz tan bajo, casi como un susurro, que hasta a él le sorprendió.

Solo te voy a decir una cosa, Lee. — el hombre frente al mencionado lo apuntó con el índice sin despegar esa mirada atemorizante a ningún segundo. Jeno se sintió, por primera vez, pequeño con alguien. — No sé cuáles son tus intenciones con mi hermano, pero si me entero que lo haces llorar por cualquier estupidez, me aseguraré de partirte la cara de niño bonito yo mismo, ¿de acuerdo?

Y con eso, simplemente se alejó, caminando como si nada hacia su coche mientras que Jeno sentía una extraña corriente eléctrica recorrerle todo el cuerpo.

.
.
.

— ¡Yuk-hei, basta, por favor! — Renjun llegó apresurado para detener al mayor, sus ojitos brillantes por las lágrimas que no paraban de salir. Y solo bastó escuchar el llanto del Huang menor para que Lucas finalmente se detuviera de propinarle otro golpe. — ¡Detente!

Jeno se tapó la nariz y sintió el dolor incrementarse, seguramente se la rompió o solo estaba exagerando.

Bueno, ahora también estaba sangrando demasiado lo que puso más asustado y preocupado al Huang menor, quien no dudó ni un segundo en acercarse a él para hacer que mantenga la cabeza hacia abajo mientras se disponía a traer papel para que se limpie. Poco le importó que ese no sea su hogar, simplemente caminó a toda prisa hacia el baño para traer todo el rollo en sus manos.

— Jeno, mantén la cabeza hacia abajo, no la levantes hasta que deje de sangrarte la nariz, ¿bien?

El mencionado asintió, haciendo lo que su mayor se lo había pedido.

— Yuk-hei, regresa a casa, luego hablamos.

— Pero Ren...

El mayor de los tres recibió una mirada amenazante por parte de su pequeño hermano, y no le quedó de otra más que resignarse, dar media vuelta y marcharse del lugar.

Renjun suspiró, regresando su vista hacia Jeno quien aún se mantenía en la misma posición de hace un momento. Lo vio fruncir el ceño y escuchó una maldición por parte del menor, seguramente producto del dolor.

— Lo siento tanto, Lucas es un bruto, no quería que te golpeara por mi culpa... — murmuró por lo bajo, caminando con recelo hacia donde Jeno se encontraba. — ¿Duele mucho?

— Uh, sí, un poco.

Dolía como el mismísimo infierno.

— El hielo te ayudará, voy a-

En un rápido movimiento, Jeno sujetó la muñeca del más bajo. — ¿Podemos hablar, por favor? — preguntó, mirándolo de manera casi suplicante.

Renjun asintió aunque con un poco de duda, pero estaba bien, escucharía todo atentamente y después simplemente se iría por donde vino. Jeno hizo un movimiento de cabeza, invitándolo a sentarse a su lado.

— ¿Cómo debería empezar? — Lee nunca despegó su mirada del mayor, y aunque el contrario no lo miraba, quería demostrarle que sus palabras iban a ser sinceras. — Renjun, sé que no empezamos de la mejor manera, sé que fui un idiota contigo todo este tiempo y realmente estoy arrepentido por todo ello. Me di cuenta mucho tiempo después por lo que traté de acercarme más a ti para que seamos amigos. Lo estábamos logrando pero siempre era yo quien la terminaba regando. Lo siento. Cuando finalmente nos empezamos a acercar más, había algo dentro de mí que me molestaba cuando estabas cerca y aunque al principio lo negué, después fue imposible hacerlo porque era más que seguro que tú me provocabas muchas cosas. Tuve miedo, ¿sabes? Fue extraño y por esa razón te alejé de mí un tiempo, aquella vez que te empujé con tanta fuerza... estuve a punto de hacer una locura, ahora me arrepiento de no haberla hecho. Y esa no fue la única vez que casi lo hice. — Renjun aún se mantenía cabizbajo, escuchando todo atentamente con el corazón latiéndole desenfrenadamente. — A lo que quiero llegar es que tú, Huang Renjun, provocas un maldito zoológico en mi estómago. Haces que mis días sean mejores y con una sonrisa tuya arreglas todos mis problemas.

Los ojos se le abrieron desmesuradamente y su órgano palpitante casi sale desbocado de su pecho. Su cabeza se volteó hacia Jeno con una rapidez increíble, su mente aún tratando de procesar todas aquellas palabras que el menor había dicho segundos atrás. Estaba anonadado por lo que posiblemente no podría hablar correctamente.

¿Acaso esto era un broma? ¿Estaba soñando despierto?

— Renjun, empecemos de nuevo, esta vez hagámoslo bien. Quiero demostrarte que no soy un imbécil y que puedo ser mejor. Porque, maldita sea, me gustas tanto que me costó darme cuenta y cuando lo hice no pude decirte porque tuve miedo del qué dirán los demás, tuve temor al imaginarme la reacción de mis padres. Ahora me doy cuenta que no importa lo que el resto opine, solo importa mi felicidad y lo que me gusta, con tal de no lastimar al resto todo estaría bien.

El morocho comenzó a desesperarse al no recibir respuesta por parte del ajeno.

— Dime algo, por favor...

Mas lo único que recibió fueron las lágrimas de Renjun y su incesante llanto.

— ¿Por qué, Jeno? ¿Por qué me lo dices hasta ahora? — entre gimoteos, Renjun contestó, propinándole algunos golpes al pecho de Jeno que no entendía la razón de su llanto. — ¿Por qué justo me lo confiesas cuando estoy tratando con todas mis fuerzas de olvidarte y superarte? Dime, ¿por qué?

Lee recibió todos y cada uno de los golpes que el mayor le estaba dando, era eso lo que se merecía.

— De acuerdo, ya me está doliendo. — sujetó sus muñecas y las sostuvo en el aire, lo que provocó que sus rostros quedaran a tan solo un par de centímetros de distancia.

— ¿Por qué, Lee Jeno?

— Porque me cansé de ocultarlo, me cansé de ser un cobarde.

— Eres un imbécil...

— Pero este imbécil te gusta, ¿no es así?

Los mofletes del de baja estatura se encendieron en un rojo intenso hasta sus orejas y Jeno solo pudo sonreír de oreja a oreja, acortando cada vez más la distancia que ya estaba fastidiándolo. Así, sus labios se posaron sobre los impropios, comenzando una pequeña danza de movimientos suaves y ligeros, sus belfos moviéndose al compás del otro, como si de un rompecabezas se tratase.

Esta vez no solo era un roce, no era un reto, no era un impulso; esta vez lo hacía porque lo quería, porque lo necesitaba con todas sus fuerzas.

No habían más secretos ni más mentiras de por medio, ambos estaban siendo sinceros en ese momento y no se arrepentían en lo absoluto. Y hubieran seguido en su burbuja de no ser porque escucharon un chillido demasiado agudo, lo que los obligó a separarse en un santiamén.

— ¡¿Qué?!

𔒱

AL FIN, MALDITASEAJODER. 😡

H𝗘 I𝗦 N𝗢T 𝗚A𝗬Where stories live. Discover now