━ 𝐎𝖼𝗁𝗈.

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Maratón 1/4.

Decir que esa mañana estaba más que demacrado era, literalmente, nada comparado a lo que en verdad se veía. Su cabello estaba seco, sin brillo; debajo de sus ojos habían unas notables ojeras y su uniforme... bueno, ni siquiera se tomó el lujo de acomodárselo correctamente.

Y todo aquello se debía a alguien con nombre y apellido: Huang Renjun.

No hacía falta mencionar que no había podido pegar un ojo durante dos noches, y que tampoco comió correctamente. Simplemente el hambre no le entraba y él no podía obligarse a hacerlo por más que quisiese.

Se lavó una vez más el rostro con bastante agua fría para tratar de despertarse y se miró una última vez en el espejo del baño. Pareciera como que si un camión lo hubiese pasado por encima, y es que estaba fatal. ¿Volver a casa? Parecía una buena idea pero era imposible hacerlo ahora que el portero finalmente decidió que ese día era bueno vigilar la entrada principal.

Salió del baño y de camino a su salón de clases se encontró a Jaemin y a su lado... el chino que le robó el sueño y su cordura, porque sí, estaba enloqueciendo con su sola presencia.

— Hola... — saludó Jeno con su mano, evitando las miradas curiosas de los otros dos.

— No quiero alarmarte ni nada pero te ves de la patada. No, esa expresión no dice como en verdad te encuentras, es algo mucho peor a eso. — Jaemin hizo una mueca, como si estuviera tratando de pensar en las palabras correctas para describir al pelinegro. — ¡Cielos, amigo, te pareces a un zombie! — exclamó y los estudiantes que iban llegando y otros que solo pasaban los quedaron mirando, especialmente a Jeno. Se sintió avergonzado.

— Sí, ya entendí así que cierra tu maldita boca parlanchina si no quieres que te haga callar a golpes, idiota.

Renjun miraba con preocupación al más alto de los tres. No se notaba en buen estado, para nada.

— Qué geniecito, el estar así te hizo más malhumorado.

Jeno tensó la mandíbula y juró que estuvo a punto de golpearlo si no fuera porque Jaemin era su amigo de la infancia y, además, estaban en la escuela. No quería ser expulsado por una idiotez, debía controlarse a como de lugar. ¿Pero cómo hacerlo cuando Na solo lo provocaba? Ahora mismo lo estaba detestando, a él y ese bonito rostro que no quería lastimar porque según el menor era su cualidad más preciada.

— Hablando en serio... — el pelirubio menor rompió el silencio. — Jeno, ¿tienes la tarea? Olvidé hacerla y si no la entrego reprobaré química. Tú y yo sabemos que si yo repruebo no volveremos a pasar las tardes jun-

En un movimiento rápido, Lee tapó la boca de Jaemin con su mano antes de que terminara su frase. De nuevo todos los miraban raro, aquello se malinterpretó. Jeno no pudo sentirse más avergonzado.

— Está en mi maleta, más específicamente en la única carpeta de allí. Cógela y no me jodas lo que resta del día.

Los ojos del menor se iluminaron de sobramanera y su característica enorme sonrisa apareció en cuanto oyó eso. — ¡Jeno, eres el mejor, te debo una grande! — iba a abrazar al pelinegro pero este lo detuvo antes de que cumpliera con su cometido. Jaemin puchereó. — Ya sé, tómate un par de horas libre, yo le aviso a los profesores de tu condición y luego te paso los apuntes.

— Sí, sí, ve. — rodó los ojos, restándole importancia a aquel favor y cuando su mejor amigo se adentró a la clase, hurgando como un desquiciado en su maleta, suspiró cansado. Se giró en su propio eje, encontrándose aún con la figura del chino a su lado. Dio un pequeño respingo, no creyó que él seguiría ahí. — Mh, ¿qué sucede?

El par de ojos rasgados de Renjun no dejaban de verlo, su piel se erizó por completo y su corazón dio un vuelco. La mirada de Renjun era tan penetrante, no le gustaba que lo viera así.

Lo que Jeno no esperó es haber sido tomado de la mano con fuerza, siendo arrastrado por el mayor a quién sabe dónde. Agradeció que no hubieran muchas personas por donde iban, se hubiera desmayado si alguien los veía así. Para cuando salió de su trance, se dio cuenta que estaban en la enfermería.

— ¿Qué hacemos aquí? — preguntó mientras fruncía el entrecejo.

— ¿Cómo estás? ¿Te duele algo? ¿Qué te pasó exactamente? — comenzó a bombardearlo de preguntas, haciéndolo sentir mareado y aturdido.

— Nada. — fue lo único que respondió y se llevó una mirada indescifrable del mayor. — En serio, estoy bi-

— Jeno, dime la verdad. Estoy preocupado por ti y necesito saber qué te sucede. No te notas para nada saludable, estás pálido y — colocó su mano en la frente de Lee y la otra en la suya, comprobando la temperatura. — creo que te va a dar fiebre.

— No eres doctor, no me diagnostiques como si lo supieras.

Pero Renjun no hizo caso y buscó unas pastillas por todos lados. Cuando las encontró, regresó con Jeno junto con un vaso de agua. Obviamente no esperaría un no por respuesta así que insisitió con la mirada, esperando que Lee le hiciera caso al menos esa vez. El azabache puso los ojos en blanco y se tragó la pastilla con ayuda del agua.

— ¿Me vas a decir qué tienes?

Sabía que Renjun podía ser insistente en raras ocasiones así que prefirió contárselo o sino el dolor en su cabeza aumentaría.

— Solo no he dormido dos noches, tampoco he comido bien. No es grave, seguramente me pondré mejor en lo que falta del día.

Evitó comentar que la razón de su insomnio y su estado de ánimo se debían a él. No hacía falta decírselo cuando muy probablemente en poco tiempo se olvidaría de ese absurdo sentimiento que tenía por Huang y todo quedaría como un horrible recuerdo.

— ¿Solo? — lo miró con un notable enojo. — Dios, Lee Jeno, ¿cómo puedes tomarlo así tan a la ligera? Preocúpate más por ti, por favor. — ahora en sus ojitos rasgados ya no se notaba el enojo, solo había tristeza y preocupación en ellos. — Por favor... — el pelirubio se acercó cada vez más a Jeno, acunando su rostro con ambas manos sin despegar la mirada ni un milisegundo.

De nuevo la sensación que lo atormentaba cuando estaba con el mayor apareció y deseó jamás haber tenido tan cerca a Renjun justo como ahora porque estuvo a punto de cometer una locura... a punto de besarlo. Y lo hubiera hecho si no fuera porque actuó antes de tiempo, empujándolo con brusquedad lejos de él, ocasionando que el mayor cayera al suelo sobre su trasero de la camilla en la que minutos atrás se habían sentado.

— Aléjate... aléjate de mí. — habló borde, con rabia y enojo. — No volvamos a vernos ni a hablarnos, simplemente tu presencia me repudia y me convierte en algo que no soy.

Y sin más, se fue, dejando el corazón de Renjun destrozado y, sobretodo, dolido.

𔒱

quería publicar ayer la maratón por ser halloween pero por x razones no pude hacerlo, so iré subiendo los tres capítulos restantes de la maratón en el transurso de la tarde

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quería publicar ayer la maratón por ser halloween pero por x razones no pude hacerlo, so iré subiendo los tres capítulos restantes de la maratón en el transurso de la tarde. <3

Pd: ¡EL FANART NO ME PERTENECE, CRÉDITOS A SU RESPECTIVO/A AUTOR/A!

H𝗘 I𝗦 N𝗢T 𝗚A𝗬Where stories live. Discover now