━ 𝐕𝖾𝗂𝗇𝗍𝗂𝖽𝗈́𝗌.

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- ¡¿Qué?!

Ambos jóvenes se voltearon rápidamente hacia la puerta, sintiendo cómo el alma les abandonaba el cuerpo al ver a la mamá de Jeno en el umbral de la misma con unas bolsas en sus manos. Atrás de ella venía el señor Lee junto a su hija mayor, aunque ninguno entendía el porqué de aquel grito escandalizado.

- Yerim, ¿qué sucede? - ese había sido su padre, quien entró unos pocos segundos después, vislumbrando así a su hijo junto con un muchachito que jamás había visto.

- Mamá, me hiciste asustar. - comentó Yoorim, sujetando su pecho dramáticamente.

Y para cuando Jeno salió de su trance, se levantó rápidamente del sillón junto con Renjun, sujetándole la mano protectoramente. Sabía que algún día tendría que afrontarse a sus padres, pero no creyó que ese día llegaría tan pronto ni de esa manera.

La señora Lee continuaba viéndoles con un semblante más que sorprendido, la boca ligeramente abierta hasta que luego de unos pocos segundos reaccionó, sonriendo en grande. Eso descolocó a los dos menores de sobremanera. Jeno sabía que su madre era rara a veces, pero no se imaginaba que podía llegar a tales extremos.

Y bueno, ahora tenían tres pares de ojos en ellos lo que hizo que Huang se pusiera más tímido y se escondiera detrás del enorme cuerpo de Jeno, encogiéndose en su lugar.

- Jungsu. - la mayor se encargó de romper el tenso silencio, extendiendo la mano hacia su esposo, con un deje de diversión en su voz. - ¡Te dije, Jungsu! ¡Yo estaba segura! Ahora páganos que nuestro hijo sí le da al otro bando.

- ¿Qué? - preguntó el hombre al lado de la menuda mujer, alargando la última vocal. - No lo puedo creer.

- Papá, apuestas son apuestas, nos debes diez mil a cada una.

Mientras tanto, Renjun y Jeno se miraron anonadados, no comprendiendo nada de lo que estaba sucediendo con el trío.

- Mamá, papá, ¿me pueden explicar qué es todo esto? Porque les juro que no es divertido.

Su mamá se acercó a él, la sonrisa aún adornándole el rostro. El chino salió de su escondite en un ágil movimiento para reverenciarse hacia la mayor, el nerviosismo apoderándose de su cuerpo. - Hola, cariño, ¿me dirías quién eres?

- H-Huang Renjun, señora, es todo un placer.

- Aw, qué lindo, ¿te han dicho que eres una ternura?

Renjun soltó una pequeña risa avergonzada, apretando más la mano de Jeno en un intento de tratar de calmarse.

- Mamá, te pregunté algo.

La mujer de baja estatura se reincorporó, carraspeando la garganta e intercalando su mirada en los dos menores frente a ella, luego porsiguió a hablar con un tono tranquilo.

- Verás, hijo, lo que pasa es que tu hermana y yo ya sospechábamos que las mujeres no eran mucho tu tipo. Sabíamos que salías con algunas pero jamás nos presentaste a ninguna, ni siquiera hablabas de ellas o mostrabas interés en tus anteriores relaciones. - la castaña rió divertida, regresando a ver a su esposo quien andaba contando los billetes para entregar lo prometido, murmurando palabras inentendibles por lo bajo. - Tu padre pensó que solo no encontrabas a la indicada por lo que apostó a que sí eras hétero, así que perdió y ahora nos debe dinero.

- Ustedes son un caso perdido, en serio.

El ambiente se llenó de risas por lo que Renjun pudo calmarse un poco. Era la primera vez que conocía a los padres de su... de Jeno, aunque jamás esperó que sería de una manera tan vergonzosa, por lo que mirar directamente a los ojos de la señora Lee aún era incómodo para él.

Ahora los cinco se encontraban en el comedor, comiendo lo que habían comprado en el camino de regreso, lo que era una sencilla pizza familiar extra grande.

Renjun se dio cuenta de lo unida y divertida que era la familia Lee, pudo notar la confianza y cariño que todos se tenían entre sí, y por primera vez en su vida sintió envidia de algo, pero no envidia de la mala.

Todos bromeaban con cualquier cosa lo que hacía la comunicación más fácil, por lo que Renjun también logró integrarse poco a poco a la conversación que mantenían.

- Y dinos, Renjun, ¿mi bobo hermano te trata bien o debo darle unos buenos golpes para que sea un buen novio?

El susodicho se sonrojó y Jeno se atragantó con la rebanada de masa en su boca.

- No me digan que ni siquiera son novios. ¡Se besan pero no son nada! Mamá, papá, esto es indignante, a mí casi me dan con la escoba al enterarse que yo también me besaba con mi primer novio cuando no éramos nada aún.

- Hija, tú apenas tenías catorce años en ese tiempo.

- Qué injusto. - la castaña se cruzó de brazos con un mohín involuntario en sus labios.

- Pero hablando en serio, Jeno, ¿cuándo van a formalizar? - esta vez fue su padre el que cuestionó, poniendo su mejor expresión de seriedad.

- Apenas empezamos y tenemos todo el tiempo del mundo, papá, no hay que apresurarnos porque esta vez quiero hacer las cosas bien.

- Eso espero, porque mi futuro yerno me tiene muy satisfecho, es un buen muchacho.

Renjun a este paso va a terminar convirtiéndose en un tomate de lo rojo que estaba.

- Uh, señor y señora Lee, Yoorim, me alegra mucho que me hayan aceptado e invitado a cenar con ustedes, pero tengo que retirarme. Seguramente mi hermano debe estar hecho un manojo de nervios porque no le respondí las llamadas. Muchas gracias por todo.

- Está bien, cariño, ha sido un gusto tenerte aquí, esperamos verte de nuevo. Jeno, llévalo a su casa.

- Sí, mamá.

Renjun hizo una última reverencia a todos antes de salir junto al azabache hacia la cochera en busca del coche.

El camino hacia el hogar de Huang fue silencioso aunque para nada incómodo como en otras ocasiones, esta vez se sentía más ligero el ambiente lo que a los dos les gustaba de sobremanera.

Diez minutos transcurrieron hasta que «para desgracia del par» el auto se detuvo en frente del edificio de Renjun.

- Gracias por traerme hasta aquí, no debiste molestarte.

- Es lo menos que puedo hacer. - las comisuras de sus labios se curvaron hacia arriba en una leve sonrisa.

- Mh, entonces... me voy. - estuvo a punto de salir cuando la voz de Jeno lo detuvo.

- ¿No te vas a despedir bien?

Al principio no había comprendido del todo a qué se refería, pero luego de analizarlo comprendió qué era lo que trataba de decir. El pelirubio se rió entre dientes y se regresó para despositar un casto ósculo en los labios ajenos y un último en su mejilla. Cuando se separó, sus miradas se encontraron y ambos se sonrieron con timidez.

- ¿Nos vemos mañana?

- Nos vemos mañana, Nono.

Con eso, Renjun bajó del auto y se despidió con la mano, entrando así al edificio donde vivía con el corazón latiéndole a mil y las mariposas revoloteando como locas en su estómago, aún sin poder creer que Jeno gustaba de él.

𔒱

opd, doble actualización en un día pq la inspiración me llegó. 🫂

H𝗘 I𝗦 N𝗢T 𝗚A𝗬Where stories live. Discover now