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Intentaste ser indiferente al respecto, considerando que esta era Emma Stone de todas las personas. Tu coprotagonista, tu amiga, la estrella de cine de primera que tenía la risa tonta y los ojos grandes y encantadores.
—Oye, no es como si ella alguna vez lo fuera a descubrir—Te reíste nerviosamente junto con el maquillador que acababa de descubrirlo, —¿Cierto?—
—¿Descubrir que ?—Preguntó Emma, entrando en el remolque, con una gran sonrisa en su rostro.
-Oh, ¿están planeando una fiesta sorpresa para mí de nuevo? Finge que no entré. ¡Actuaré sorprendida!—
—Maldita sea, me atrapaste totalmente—,dijiste, chasqueando los dedos, mirándola.
—¿Por qué estás aquí de todos modos? No es que necesites maquillaje para ser la estrella del espectáculo—Y ella tampoco, no tenía ni una gota de maquillaje en la cara y todavía parecía un millón de dólares.
Bueno para la base de maquillaje o ella podría haber visto cómo la sangre se precipitaba a tus mejillas y tu corazón latía con el tiempo cada vez que ella estaba cerca. Se acercó y se dejó caer en el asiento junto a ti, cruzando las piernas mientras el otro artista se preparaba para trabajar en ella.
-Oh, detente-, dijiste , golpeando ligeramente su hombro. Para que ella se detuviera, para que no te estuvieras moviendo y enojando a tu maquillador, trataste de tomar su mano.
Y lo lograste. Tal vez un poco demasiado bien porque ahora solo sostenías las suyas, balanceándolas entre las sillas. Te sentiste un poco nerviosa. Te atreviste a mirarla a la cara de nuevo y viste que sin el uso de rubor, sus pálidas mejillas se estaban poniendo rosadas también.
Y ella no la soltó.
Tú tampoco.
Los maquilladores compartieron miradas de complicidad entre ellos, sonriendo, esperando chismear con los compañeros de trabajo sobre este suceso. Más de una hora, se tardó en hacer que todo fuera perfecto. Y ninguna de las dos la soltó todo el tiempo.
