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No estabas segura de poder exactamente llamar amiga a Regina George. Sus familias han estado unidas desde que tiene uso de razón. Pasaron unas vacaciones juntos.
Regina y tú tenían la misma edad, por lo que se esperaba que pasaran la mayor parte del tiempo juntas. Y te gustó al principio.
Cuando eras pequeña, las cosas iban muy bien entre ustedes dos. Podrían hablar durante horas y nunca cansarse la una del la otra o quedarse sin temas de conversación.
Podían decirse cualquier cosa. Incluso esperaban con ansias sus vacaciones juntas, porque vivían al otro lado de la ciudad y no iban a la misma escuela.
Sin embargo, una vez que llegó la escuela secundaria, fue como si se convirtiera en una persona diferente. De repente se volvió crítica, narcisista y egoísta. Ella no parecía tener un problema directo contigo, pero definitivamente ya no eras cercana. Sería cortés cuando sus familias estuvieran juntas, pero eso era todo.
Te encontraste extrañando a la amiga que solías tener en ella. Intentaste ignorar el pensamiento en el fondo de tu cabeza que decía que la extrañaste por muchas razones.
No querías pensar en el hecho de que podrías haber estado enamorada de alguien que podría dejarte tan fácilmente. Pero aún la extrañaste a pesar de todo.
Entonces, cuando tú familia se mudó justo antes de su tercer año de escuela secundaria y te diste cuenta de que irías a la misma escuela que Regina, le enviaste un mensaje de texto para avisarle.
Tu corazón dio un vuelco cuando el teléfono mostró que ella había leído el texto.
Pasaron los minutos, pero no hubo respuesta. No se puede decir que te sorprendiste. Pero todavía dolía. No estabas segura de dónde te dejó eso o cómo reaccionaría ella cuando se vieran en la escuela. Intentaste no pensar demasiado en eso antes de tu primer día, pero si eras honesta contigo misma, lo pensaste mucho.
En el primer día, te preguntaste cuándo la verías. No tenías que preguntarte mucho. La viste al final del pasillo mientras se dirigía a su primera clase.
Y ella también te estaba mirando. En contra de tu mejor juicio y de lo que tu lado lógico te decía que hicieras, le sonreíste.
Viste cómo su rostro comenzaba a suavizarse en lo que parecía ser una pequeña sonrisa, pero pareció pensarlo mejor y se dio la vuelta.
