2.- (Des)animado

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El espejo del baño está cubierto de vapor

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El espejo del baño está cubierto de vapor. Supongo que me quedé algo más del tiempo adecuado en la ducha, pero lo necesitaba. Necesitaba sentir el agua caliente cayéndome encima porque me reconforta. Es como recibir un abrazo. De esos no se consiguen tan seguido en la vida real, ¿verdad? O quizá soy yo quien no se atreve a dejarse abrazar tan seguido. La verdad es que me cuesta. Me inquieta. Al único que abrazo es a mi hermano y hasta el día de hoy se me hace difícil soltarlo. Antes, me daba terror cuando salía, me daba terror no saber dónde estaba. Me horrorizaba que llegara tarde, o que no me avisara si algo sucedía camino a casa, o a la escuela, o a donde sea que fuera.

Ahora me preocupo, me da miedo, pero he aprendido a racionalizarlo un poco más. Claro que sigo sintiéndome ansioso a veces cuando lo veo marchar. Sigo siendo esquivo con el resto de la gente. Me sigue faltando el calor que solía llenar el espacio, ahora vacío y frío, que dejaron ellos cuando se fueron.

Quizá sea por eso que me doy duchas más largas y más calientes. Y hoy, más que nunca, necesitaba una.

Salgo de la tina y me seco a la rápida. Busco mi mirada en el espejo, pero este continúa empañado y no puedo ver nada. Quizá podría dejarlo así, pero no. Prefiero limpiarlo.

Me miro al espejo. Suspiro.

El joven que me devuelve la mirada se ve cansado, pero yo le sonrío y, con ello, lo fuerzo a sonreír también. He tenido que trabajar en esta sonrisa los últimos años, pero cada vez es más auténtica. Al comienzo, mi sonrisa era un agujero chueco y vacío en donde mi boca debía ir. Pero con el tiempo comencé a trabajar la felicidad de nuevo hasta aprender que hay distintos tipos de felicidad. Y la felicidad viene en formas, cuotas y tiempos distintos. Pero es felicidad, al fin y al cabo.

Prefiero tomarla y dejar de comparar lo que tengo ahora a lo que solía tener. Pensar en lo que podría tener tampoco me reconforta. Esto es lo que tengo y con esfuerzo lo he logrado. Digo, lo hemos logrado. Mi hermano y yo hemos estado el uno al lado del otro desde siempre, en las buenas y en las malas.

Yo sin mi hermano no soy nada. Todos estos años me he movido por él. Quiero que tenga todo lo que papá y mamá querían para él y por ello trabajo. Él lo sabe. Suele decirme que él está bien, que tengo que vivir por mí mismo. Y claro que lo intento. Y claro que también hago cosas por mí mismo. De no ser así, no habría continuado mis estudios. Pero hice lo que pude y siempre manteniéndole un ojo encima.

Supongo que lo ahogué y sobreprotegí tanto que lo aburrí. Y decidió enseñarme a mí la lección de la vida al decirme que él estaría bien y vivo aunque yo no lo vigilara cada 30 minutos.

Me tomó dieciocho meses entenderlo, pero lo logré.

Me visto a la rápida porque el calor se está yendo. Me asomé por la ventana antes de meterme al baño y noté que hace frío. Tiene pinta de llover, así que le diré a mi hermano que recuerde llevar un paraguas por si acaso, antes de que salga.

〈 La Habitación Blanca 〉Where stories live. Discover now