18.- Setenta veces siete

273 40 75
                                    

Es viernes ya y ese estúpido besito me sigue dando vueltas en la cabeza

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Es viernes ya y ese estúpido besito me sigue dando vueltas en la cabeza. No es algo que me impida enfocarme en mis quehaceres diarios, por suerte. Pude ir a ver a los niños, a mi abuela, fui al gimnasio, he hecho mis trabajos, tatué a dos personas más e incluso ayer compré una maqueta de un estudiante de arquitectura, la cual llevé a casa para lucirla frente a mis padres. Y aún siendo capaz de hacer todo esto, ese beso de mierda sigue regresando a mi cabeza.

Me siento tonto. Me siento torpe y, por supuesto, me siento enfadado. Sé que yo hice precisamente lo mismo con Choi ese día en el baño. ¿12 de octubre fue? Pasaron menos de diez días para que el mismo escenario se volviera a repetir, sólo que esta vez fue él quien me calló a mí con un tonto beso.

Juro que si pudiera asesinar con pensamientos, MinHo estaría metido en una ánfora hace mucho, mucho tiempo. Pero no, no. No vale la pena acriminarme por culpa de él.

¿O sí?

Por satanás, detesto las jodidas contradicciones. Hay días, como el martes, cuando me besó, en los que me siento perfectamente capaz de dejarlo bueno para nada en el piso. Y hay días en los que, en medio de un arranque de desmedida estupidez, le envío mensajes de texto.

Sí.

Eso es precisamente lo que hice ayer.

El martes le dije que le enviaría un mensaje para cuando me sintiera dispuesto a hablar, supongo. Le pedí que me ignorara hasta entonces, así como yo lo he ignorado a él, y siguió la instrucción al pie de la letra. Como si fuera un perrito obediente y manso.

No le dije demasiado en el mensaje. Sólo le envié un escueto 'mañana a las 8.25, en el baño donde nos agarramos a golpes'.

Y justamente allí es donde me estoy dirigiendo ahora. No voy con el propósito de hacer una charla precisamente extensa. Necesito primero evaluar la actitud de este idiota antes de acceder a juntarme con él en algún espacio más privado para charlar como gente... civilizada. Al menos esa es mi intención. Sólo quiero finiquitar todo este asunto y poder continuar mi vida con la normalidad que esta solía tener antes de que el imbécil volviera a cruzarse en mi camino.

—Hey... pensé que no ibas a venir.

MinHo me regala una mueca que parece ser una sonrisa nerviosa. Creo que llegué tarde de nuevo a juzgar por su cara. No he visto el reloj, pero asumo que son las 8.30 en punto, hora en la que gran parte de los estudiantes de esta facultad comienzan con sus clases. Eso explicaría por qué el baño está vacío de nuevo, ¿no?

Puta madre, ¿por qué siempre es en el baño? Debería haber escogido algún otro lugar.

—Me importa un carajo —le digo a modo de saludo. A los segundos ya estoy hablándole fuerte y claro—. Seré breve. Vivo en Hannam, y no estoy dispuesto a moverme lejos de allí. Tengo tiempo hoy, entre las cuatro y las siete, porque a las ocho tengo que ir a una cita importante.

〈 La Habitación Blanca 〉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora