38.- Fotitos y cursilerías, y lo que TaeMin soñó que ocurriría.

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Han pasado casi dos semanas desde que todo este asunto con TaeMin se hizo oficial; dos semanas que se han asemejado mucho más a un paseo a un parque de diversiones, donde escoges montarte en todas las atracciones no aptas para pacientes cardíacos,...

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Han pasado casi dos semanas desde que todo este asunto con TaeMin se hizo oficial; dos semanas que se han asemejado mucho más a un paseo a un parque de diversiones, donde escoges montarte en todas las atracciones no aptas para pacientes cardíacos, que al inicio de una relación romántica. No sé cómo más describir todo lo que ha ocurrido desde que me reencontré con él hasta ahora. Han pasado casi cinco meses desde que dirigió ese '¿Y ustedes qué mierda me ven?' al grupo donde yo estaba. Recuerdo que mi nombre se deslizó como veneno por su lengua esa ocasión pero, irónicamente, ahora es mi lengua la que se desliza por la suya a diario, cada vez que encontramos un rato prolongado para estar a solas en algún rincón de la universidad, en su casa o en mi apartamento. Especialmente en su casa.

Puede que nos estemos precipitando, lo admito; he pasado mucho tiempo en su hogar últimamente. Tengo incluso un cepillo de dientes y un cajón con mi ropa allí, y él guarda en mi armario unas cuantas prendas y otros artículos de aseo personal, porque también suele quedarse aquí de vez en cuando. No son muchas las noches que dormimos separados, pero admito que, cuando duermo a solas, suelo irme a la cama lo más temprano posible solo para que las noches pasen rápido. Él dice que le ocurre lo opuesto: le toma más trabajo dormirse, así que aprovecha de hacer sus deberes para la universidad hasta que el agotamiento y las pastillas lo hacen caer dormido en menos de cinco minutos.

Dice que no sueña demasiado si no estoy con él, de lo que no me cabe duda, por cierto. En más de alguna ocasión me he despertado entre las dos y cuatro de la mañana por la luz de la mesa de noche. Es entonces cuando, en medio del estupor de un repentino despertar, lo veo concentradamente escribiendo en su libreta antes de rendirme al cansancio una vez más. Un par de veces tuve que despertarlo por sus pesadillas y, durante la última semana, me ha dejado leer su libreta en más de una ocasión. Al parecer hay un sueño en particular que le está molestando al punto de la aflicción; un sueño en el que cada vez se muestran más detalles que, según él, están fuera de toda interpretación.

Ni siquiera MoonGyu, su psicólogo, ha logrado convencerlo de lo contrario.

TaeMin ha mencionado cómo empezaron los sueños: una habitación blanca, donde él se encontraba frente a un reloj análogo en una pared, marcando las 6:05. Paulatinamente, otros detalles fueron evidentes a la vista, como una puerta en la pared a su costado izquierdo y otra a su costado derecho. Menciona que casi siempre escucha el ruido de un monitor de signos vitales, el cual se intensifica más a medida que otros detalles aparecen a la vista: un mostrador frente al reloj, una caja registradora, un escaparate repleto de cajetillas de cigarros bajo el reloj.

—Suena a una tienda de conveniencia —le dije hace algunos días—. Como un 7eleven.

Y al día siguiente me dijo que la habitación se había llenado de escaparates y frigoríficos repletos de alimentos.

Estaba en un 7eleven, en efecto. O bien yo redireccioné su sueño para que estuviera en ese lugar.

—Me tiene ansioso, ¿sabes? Ese sueño estúpido.

〈 La Habitación Blanca 〉Where stories live. Discover now