5.- El niño de oro

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Yo quería llegar a casa a descansar

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Yo quería llegar a casa a descansar. A descansar. Son casi las 9.30 de la noche y estoy seguro de que, desde una cuadra a la redonda, la música que tiene puesta mi hermano es audible. Y es que últimamente, TaeMin está insoportable. Ni siquiera habla. Y si habla, es sólo para regarme a mí y a lo que sea que lo rodee de insultos. Insultos de grueso calibre. Ni siquiera se toma la molestia de disimular.

Lleva toda la semana así, desde el lunes. Sólo el miércoles regresó algo más calmado y logré tener una charla civilizada con él. Y sé que hoy es viernes y que tal vez tuvo una semana pesada en la universidad, pero necesito un poco de decencia, mínima decencia y respeto de su parte, ¿será mucho pedir? Cuando mamá y papá están, él no es así. Y si les digo lo que hace, no me creen. Les he enviado evidencia de lo fuerte que pone la música. ¿Y qué dicen ellos?

'Sólo es un día, hijo. TaeMin se está divirtiendo'.

Divirtiendo. Claro.

Escuchar Korn a todo lo que dan los parlantes no es nada divertido para mí. Juro que en momentos así me pregunto cómo es que lo aguanto. Cómo es que no lo he sacado a patadas de la casa. Se lo merece. En momentos así, se lo merece.

Pero el amor es comprensivo, el amor es servicial.

—¡TAEMIN, BÁJALE A ESA COSA!

Sé que no me oye. Mi voz no es nada contra esta música horrible. No sé qué estará haciendo encerrado en su cuarto, ni sé cómo es que puede aguantar el ruido si lo tiene prácticamente al lado. Pegado en la oreja. ¿Quién puede pensar en algo con todo ese ruido encima? ¿Por qué es así? ¿Qué le he hecho? Siempre, siempre he intentado ser lo más paciente con él. ¿Por qué no me puede devolver algo de eso en días como hoy? Tuve una tarde horrible en el trabajo. El director de la escuela me gritó y me regañó por algo que no hice. Me sentí tan impotente por no poder decirle nada, por no poder defenderme. Sé que no me iba a escuchar, aunque tuviera evidencias para contradecirlo. Supongo que eso es lo malo de trabajar en colegios de élite. Me habían advertido que a veces los altos mandos hacen lo que se les antoja con los maestros. Y al menos es así en el establecimiento en donde doy clases.

—¡TAEMIN, POR FAVOR, BÁJALE EL VOLUMEN!

Marco bien los pasos mientras subo las escaleras. La música se corta, pero no es porque él la haya apagado. Es sólo porque la canción está cambiando. Y en estos tres segundos de silencio que se hacen entre una canción y otra, logro escuchar claramente los gimoteos de dos chicas desde la habitación de mis padres.

Este crío está haciendo un trío en la habitación de nuestros padres.

En momentos de angustia, Tú eres mi fortaleza. Tú, que eres tan misericordioso, perdóname a mí por mis pensamientos insidiosos y perdónalo también a él por sus faltas. Muéstrale el camino que debe seguir hasta encontrarte. Yo amo a mi hermano. Dame fuerzas con él. Te ruego. Dame las fuerzas que me faltan en estos momentos.

〈 La Habitación Blanca 〉Where stories live. Discover now