43.- ¿Es que acaso te has cogido a la mitad de Seúl?

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Van dos semanas desde que me agujerearon el estómago y a estas alturas creo que podría rasguñar las putas paredes por salir a otro lugar que no sea el médico o el jardín trasero de mi casa

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Van dos semanas desde que me agujerearon el estómago y a estas alturas creo que podría rasguñar las putas paredes por salir a otro lugar que no sea el médico o el jardín trasero de mi casa. Toda mi vida social se ha reducido a mi grupo de amigos cercanos que vienen apenas por un rato, un par de días a la semana, más las clases online y citas por Zoom con MoonGyu y mi psiquiatra. También vinieron Haydn y Castiel una vez, pero no me quisieron dar nada de sus agüitas mágicas porque, según ellos, en esta ocasión no las necesitaba.

Como si ellos de verdad entendieran.

O quizá sí lo hacen.

Quizá sí, quizá no.

Quién sabe.

No me importa.

Tengo que hacer también una mención honrosa a la señora Jung, quien ha venido todos los días con algún bocadillo para consentirme. Se puso a llorar el primer día que me vio de regreso al hospital y, lo admito, me puse a llorar con ella.

Fuera de eso, MinHo, mis padres y mi hermano han sido los más pendientes de mi estado, que va mejor de todas maneras. Sin embargo, al parecer no va lo suficientemente bien como para que pueda salir solo porque, bueno... todavía no me atrevo a dejar la seguridad de mi casa sin compañía.

Lo bueno es que hoy MinHo y yo iremos a darnos una vuelta a la cafetería de DoHyun por un rato. Lo malo es que por ese mismo sector ocurrió el incidente. Pero he optado por esforzarme y tomar esto como mi prueba de fuego. Estarán allí esas amistades de MinHyun que ayudaron a capturar a quien me disparó, así que tengo que aprovechar esta oportunidad para darles las gracias, como corresponde.

Estoy ansioso. Estoy asustado. Pero no puedo seguir refrenándome por esto.

Tengo que hacerlo. Necesito hacerlo.

—¿Vamos ya?

Con cuidado me pongo de pie del sofá para caminar hacia la puerta de entrada a la casa, donde MinHo me está esperando. Sabe que estoy listo para salir hace más de media hora, como si fuera un abuelo ansioso que espera arregladito desde las seis de la mañana para salir a las diez. Y quizá en eso me convertí en estas semanas, porque realmente me siento más viejo y debilucho.

Caminamos lento hacia la calle y tomamos un taxi. Me aseguro de no hacerme ningún daño al subir o al bajar y no profiero palabra alguna hasta que estamos fuera de la cafetería.

—¿Por qué estás ansioso? —me pregunta MinHo, observándome fijamente—. No pasa nada. Tranquilo.

Es que este es idiota a veces. Me dispararon a una cuadra y media de aquí. Lo mínimo es que me sienta ansioso. No me puede decir que 'no pasa nada', así como así. Pasan muchas cosas y el nerviosismo no se va a esfumar solo porque él diga que 'no pasa nada'.

¿Por qué carajo estoy con MinHo?

—Saldrá bien, amor. Eres fuerte y lo estás haciendo excelentemente.

〈 La Habitación Blanca 〉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora