Capítulo 2: Needing help

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Dos semanas ya había pasado desde la mudanza. La casa estaba demasiado fría para ser normal, así que dejé mi lugar en mi cómoda cama para acercarme al medidor de la calefacción que estaba en la cocina. Mientras regulaba el aparato, escuché unos gritos disimulados que venían del estudio de mi padre. Eran mamá y él, quienes discutían a puertas cerradas en susurros completamente audibles. Pegué mi oído a la puerta, con la intención de escuchar. Hasta el día de hoy me arrepiento de haber sentido frío.

-¿Cómo pudiste hacernos esto, Fergus?- Suplicaba mi madre entre sollozos. Aquello me dejó helada.

-Elinor, te juro que no fue nada importante. Ella no me importa en absoluto te lo...- Un sonido seco calló a mi padre de golpe; y eso fue: Un golpe. Para ser más precisa, una bofetada. Tuve que llevarme la mano a los labios para callarme a mí misma, ya que sentía una extraña mezcla entre impotencia, miedo y furia.- Eso no fue necesario.- Habló mi padre nuevamente, luego de una larga pausa.

-Los cuernos que me pusiste tampoco eran necesarios.- Le contestó mi madre, claramente furiosa. A continuación, un silla chillando, unos pasos y las súplicas de mi madre.- ¿Fergus? ¡¿Fergus, qué haces?! ¡Me estás lastimando!- La sangre se me heló y estuve a punto de abrir la puerta para ir a socorrer a mi madre. Por fortuna, alguien me ganó, abriendo la puerta de golpe. Era mi padre, quien miraba al exterior de la habitación con la furia cargado en los ojos. Tenía a mi madre agarrada del brazo y su mejilla izquierda marcada en rojo vivo. Mamá llevaba una expresión preocupada, pero al verme, ambos relajaron el rostro y la vergüenza floreció en ellos.

-Mérida.- Habló mamá, mientras movía a mi padre lejos de la puerta para poder alcanzarme. Yo retrocedí y volví a mi cuarto a paso veloz.

Esa noche, durante la cena, nadie pronunció una palabra y en cuanto mis padres les dieron a mis hermanos el permiso de retirarse, yo les pedí amablemente que me dejaran retirarme también. Accedieron a regañadientes, pero sabía que no me salvaría de hablar con ellos sobre lo sucedido por mucho tiempo.


En las semanas siguientes, la tristeza y decepción estaban presentes en mi humor. Astrid y yo nos habíamos vuelto algo cercanas, aunque jamás comparado con lo que Rapunzel y yo teníamos. Sin embargo, ella había aprendido a distinguir muy bien mis días buenos de los malos, por lo que en cuanto me veía pasear por los pasillos con mi mejor cara de culo, decidía darme un poco de espacio.

Te estarás preguntando acerca del señor Haddock y sobre si algo llegó a pasar entre nosotros en aquellos meses que había logrado pasar. Lamento decepcionarte, pero con el paso de mis días me di cuenta de que era demasiado formal y estirado para siquiera fantasear con él. Entendí, entonces, por qué nadie se lo había cogido aún, ya que ese hombre era LITERALMENTE incogible. Hasta pondría mis manos al fuego al acusarlo de virgen amargado. 

Eso sí, el muy hijo de su buena madre no desperdiciaba un segundo para regañarme por mi falta de atención y bajas notas que había obtenido esas últimas semanas. Incluso llegué a odiarlo más de lo que me atraía físicamente.

Como no, una de las tantas mañanas luego del 'incidente' en casa, él se encontraba insoportable, al igual que siempre. Rutina para todos, hasta para mí; pero como últimamente yo había estado muy susceptible, cualquiera de sus comentarios de nerd me sacaba de quicio. Él notó mi cambio, puesto que había contestado de manera agresiva todas sus preguntas y llamados de atención que normalmente solía ignorar para luego quejarme de él a sus espaldas. Como lo hacían todos los alumnos normales.

Entiéndeme, por favor, me había enterado de que mi padre, ese que yo adoraba tanto y tenía como un ejemplo de hombre ideal, le había puesto los cuernos a mi mamá. Obviamente no eran buenas épocas para mí y mucho menos para mantenerme paciente a cualquier comentario que un hombre (Cualquier hombre, no exclusivamente el señor Haddock) me dirigiera.

[Mericcup] Teach me how to LoveWhere stories live. Discover now