Epílogo: Last words

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Me gustan los lunes. Siempre traen nuevas sorpresas y, ese en particular, me había dado una muy grande.

Al despertarme y salir del apartamento que compartíamos con Punz, me encontré con una carta sin remitente sobre el tapete del edificio. Cuando la tomé, pude notar algo que me dejó helada: Un delicioso aroma, a Hiccup.

Miré para ambos lados de la calle, pero no vi nada fuera de lo normal. En cuanto llevé el sobre a mi nariz, percibí que el olor venía de allí. Lo volteé rápidamente para ver su otra cara, en la cual estaban escritas elegantemente las palabras 'Mi No-Princesa'.

Me quedé perpleja y atónita. Una carta de Hiccup, eso era. Pero, ¿por qué?

Desde que me fui de Nueva York habían pasado dos largos años en los que no supe nada del susodicho. Ni un mensaje, ni una llamada; nada. Recibir una carta de él era sumamente extraño.

Subí a nuestro piso aún sin abrirla y me encontré con Rapunzel terminando sus preparativos para ir a la Universidad. Al momento de llegar a Texas, me inscribí en mi antiguo instituto y me gradué allí con Punz. No estuve demasiado tiempo allí, solamente un par de meses hasta que nos dieron nuestro diploma.

Luego ambas nos inscribimos en la Universidad Estatal de El Paso. Punz estudiaba arte y algo de literatura; y yo, estaba comenzando mis estudios de licenciatura en física. ¿Irónico? Sí, no sabes cuanto.

La verdad era que desde que Hiccup fue mi profesor, la materia me había encantado. Además, aunque quisiera negarlo profundamente, cada vez que realizaba un ejercicio o leía sobre algún tema físico, me sentía cerca de Hicc. Era como mantener un pequeño pedazito de él a mi lado. Una pequeña parte de su esencia...

Al verme, Punz supo inmediatamente que algo andaba mal.

-Mer. ¿Por qué esa cara?- Preguntó, acercándose a mí con cautela. Yo mantenía la vista fija en el sobre, aún sin entender cómo ni por qué había llegado allí.- ¿Qué tienes ahí?- Insistió. La miré con los ojos cristalizados.

-Es... de Hiccup.- Logré pronunciar, casi sin aliento. La castaña se quedó boquiabierta.

-¿Dónde la hallaste?- Preguntó, acercándose para tomarme del brazo y llevarme hasta el sofá. Agradecí este gesto, puesto que sentía mis piernas debilitarse.

-En el tapete de la entrada.- Susurré.- No puedo Punz.- Confesé, dejando la carta sobre la mesita de café.- No puedo leerla.- Ella me rodó los hombros con un brazo.

-Está bien. No tienes por qué hacerlo.- Me calmó.

Sin embargo, cuando Punz se aseguró de que estaría bien y se marchó a su primera clase en la Uni, tomé la carta y salí corriendo hasta mi lugar favorito en la ciudad: El parque.

Me senté bajo mi árbol, aquel que me había visto tantas veces llorar por Hiccup y quizás lo haría una vez más el día de hoy.

Dios mío... No quería abrirla, pero aún así lo hice, puesto que la idea de leer palabras escritas por él y tocar el mismo papel que él tocó, me ponía ansiosa. Con manos temblorosas abrí el sobre y retiré la carta de su interior. Podía percibir el perfume que él solía usar con claridad.

Suspiré y relajé mi mente.

Mérida.

Casi podía oírlo pronunciar mi nombre con sus hermosos labios.

Me he pasado toda la semana intentando escribir una carta decente, pero cada vez que paso mis ideas a papel, las palabras se me enredan y termino haciendo un desastre.

También he pensando mucho en las escusas que pondría para escribirte, sin embargo, la realidad es que simplemente siento el deseo de hacerlo. Necesito hacerlo, puesto que si no te digo todo lo que espero decirte en esta carta, nunca podré continuar.

[Mericcup] Teach me how to LoveWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu