𝟭𝟬

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Los cálidos rayos de sol que entraban a la cueva lo hicieron despertarse más no abrió los ojos, por alguna razón su despertador no sonó, por alguna razón la superficie en la que estaba no era su cama, por alguna razón lo que abrazaba no era su suave y calentita almohada si no, algo mucho más grande, frío, que temblaba y que estornudaba.

Esperen...

¡¿Estornudaba?!

Abrió los ojos perezosamente, quitó su mano de lo que sea que estaba abrazando y se talló un ojo para aclarar mejor su vista. Después de un bostezo y un pequeño estiramiento, se percató de que definitivamente no estaba en su departamento si no en la cueva del tritón y ahí es cuando lo vio.

La idea de despertarse y una de las primeras cosas que vea sea a Sunoo lo hacía emocionarse, aunque no fue lo que esperaba cuando dirigió su vista al rostro del ojiazul.

En vez de encontrarse con sus mejillas y labios abultados con un toque rosado, se encontró con ambas de un color algo pálido y su nariz con un punto rojizo en este. Su piel, en vez de estar tibia se encontraba fría, muy fría. Y claro, como olvidar los temblores involuntarios y uno que otro estornudo que en otro momento le parecería adorable pero ahora sólo le causaba preocupación.

—¿Hyung? — preguntó SungHoon deshaciendo el abrazo y enderezándose.

Quiso pararse más le fue difícil debido a que algo estaba entrelazado con sus piernas, bajó la mirada y se encontró con sus extremidades inferiores enredadas con otras extremidades que claramente no debían de estar ahí.

El azabache abrió los ojos como platos aún sin creer la imagen que tenía en frente.

Su cola...¿dónde está su cola? y...¡¿por qué tiene piernas?! se auto cuestionó SungHoon.

—¡Hyung! — llamó tratando de despertar al tritón que no se veía muy bien en cuestiones de salud —¡Sunoo! — intentó de nuevo dejando caer los honoríficos.

Y el tritón por fin despertó. Empezó a abrir sus ojos a duras penas, cuando se está dormido no se sienten los síntomas de una fiebre, pero estando despierto es un jodido infierno.

—Sung.. SungHoon—habló con dificultad ya que su garganta se sentía seca, nunca había experimentado estos síntomas en su vida y sentía que en cualquier momento moriría.

—Tranquilo. Estás temblando— dicho esto, SungHoon se quitó su abrigo importandole poco el frío que empezaba a sentir —déjame cubrirte, ya va a pasar— levantó de donde estaba recostado al tritón para posteriormente sentarse él y sentar a Sunoo en su regazo de forma que su rostro quede en la curvatura de su cuello y sus nuevas extremidades en cada lado de su cadera, al ver que esa posición era más cómoda le colocó el abrigo.

—¿Qué... —estornudó —qué es esto? — se aferró del cuello de SungHoon como si su vida dependiera de ello.

Y es que eso no era del todo mentira, desde que conoció a SungHoon todo su mundo gris había tomado color. No puede ni creer el cómo vivió sin él todos estos años, como pudo vivir sin su sonrisa, su voz, sus ojos, su compañía. Podía incluso decir que SungHoon era su mejor amigo... bueno, en realidad era su único amigo.

—Tranquilo, creo que tienes fiebre, tus brazos y... — hizo una gran pausa — y tus piernas—aclaró, confundiendo totalmente al tritón —están heladas pero tu rostro está caliente.

—¿Me voy a morir?

Si le dijeran a SungHoon que describa al pelirrosa, lo primero que diría es que es muy sensible y sentimental, por eso, no se sorprendió cuanto sintió las lágrimas de este en su cuello.

—¡No! mierda ni siquiera lo menciones, no vas a morir— trató de buscar una solución, no es que tenga medicamentos para la fiebre en su bolsillo, tampoco había llevado su teléfono para llamar a alguien y pedirle que le lleve algún jarabe, una pastilla o hasta ropa para el pobre chico que se está congelando, importándole poco las probables preguntas que le harían —creo que tengo una idea.

Cuando estás en apuros o en un problema grave, nuestra mente trabaja para idear alguna solución a dicho problema, aunque a veces esta no funciona como queremos ya que, el miedo puede bloquear todo pensamiento lógico.

El agua siempre a estado en la temperatura perfecta, en verano está fresca y en invierno calentita, tal vez Luna hechizó el agua para mí.

Esas fueron las palabras que el tritón le había dicho, aunque no entendió la parte de "Luna hechizó el agua para mí". Haciendo memoria de esas palabras, se acercó al borde que separaba el suelo de piedra con la laguna aún con Sunoo encima de él, tocó el agua y efectivamente, esta estaba caliente, no a tal grado de quemar sino más bien, a una temperatura soportable para la piel.

SungHoon sin pensarlo dos veces, le quitó el abrigo a Sunoo, se arremangó las mangas y cargó a Sunoo de tal modo que uno de sus brazos pase por su espalda y el otro por la parte trasera de sus rodillas. Con todo cuidado lo sumergió al agua dejando solamente su cabeza fuera.

Lo siguiente definitivamente no se lo esperaba.

Unos segundos después de que el cuerpo del mayor volviera a hacer contacto con el agua la temperatura de su cuerpo cambió, sus brazos y piernas ya no estaban heladas y su rostro ya no ardía en fiebre. De pronto, las largas y blancas piernas del ojiazul fueron juntándose y en cuestión de segundos, su cola apareció nuevamente.

Podría decirse que Sunoo estaba feliz de ya no experimentar las molestias de la fiebre, pero seguía confundido, se supone que los tritones y sirenas no enfermaba o no sentían los cambios de temperatura, pero eso no era todo, él tuvo piernas, las que siempre quiso para salir y conocer gente, pero ahora ya no estaban ¿Cómo logró cambiar su cola a unas piernas?

—SungHoon, ya estoy bien, puedes soltarme—el tritón tenía sus manos en los hombros del azabache como soporte—¿SungHoon?

El antes mencionado se encontraba en una especie de shock por lo que acaba de pasar, había visto a Sunoo con piernas, luego a este mismo ser afectado por el frío clima del invierno, oh y también presenció como sus piernas se transformaron nuevamente en su cola, si ya de por sí tener un amigo tritón era poco creíble hasta para el mismo lo dejaban aún más confundido con todo esto.

—¡Park SungHoon!

—¿A-ah?

—¿Podrías soltarme, por favor? esto es un poco incomodo—el característico rubor del pelirrosa hizo acto de presencia.

—Ah si, lo siento—el azabache acató la petición del mayor—¿Quieres hablar de lo que acaba de pasar?

—Yo...— Sunoo ya no estaba en los brazos de SungHoon si no dentro de la laguna—sí, sí quiero.

—Bien, yo también quiero.

—Bien, yo también quiero

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𝙈𝙀𝙍𝙈𝘼𝙉 // 𝙎𝙐𝙉𝙂𝙎𝙐𝙉Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora