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El canto de las aves se escuchaba fuera del departamento, los rayos del sol entraban por la ventana iluminando la habitación. Dos jóvenes se encontraban descansando en la misma cama, uno de ellos estaba navegando por el mundo de los sueños y el otro quería hacer lo mismo pero un peso encima suyo no lo dejaba dormir.

Sunoo abrió lentamente sus párpados, llevó su mano izquierda hacia uno de sus ojos para tallarlo y acostumbrarse a la luz del día. Su diestra estaba tocando algo suave, no era la cama porque no se sentía así, más bien se sentía como el cabello de alguien, un alguien llamado Park SungHoon.

Bajó su mirada a su pecho que es donde la cabeza de su menor reposaba, apareció un tierno rubor en sus mejillas cuando recordó lo que pasó la noche anterior.

SungHoon y él se habían besado.

—SungHoon, despierta— revolvió los cabellos de su menor —anda, levántate, me estás aplastando.

—Un rato más— su voz sonaba más gruesa y algo graciosa ya que su rostro estaba pegado al pecho del mayor. SungHoon abrazó más fuerte las caderas de Sunoo dejándolo completamente inmóvil.

—No SungHoon, suéltame, esto es incómodo— cerró sus ojos con sus mejillas más rojas que antes tratando de liberarse del fuerte agarre del menor pero no funcionó, SungHoon no lo soltaba.

Una brillante idea para liberarse pasó por su cabeza. Sunoo reunió todas sus fuerzas y en un ágil movimiento logró cambiar de posición quedando él encima de SungHoon.

Bueno, tal vez no fue tan buena idea después de todo. Las manos del menor aún estaban en sus caderas, pero eso fue lo de menos, en su opinión, el universitario se veía muy guapo en las mañanas, su cabello azabache revuelto le daba un aspecto rebelde, sus párpados cerrados con una tranquilidad indescriptible, su respiración lenta y calmada y lo peor o mejor de todo, sus labios.

Sus labios se encontraban semi-abiertos, de estos escapaban suaves suspiros. Justo en ese momento, SungHoon pasó inconscientemente su lengua por sus finitos belfos que ahora se encontraban brillosos por la saliva.

No pasaría nada si le daba un pequeño y rápido besito ¿verdad?

Puso sus palmas en el pecho del menor como soporte mientras iba acercando su rostro, al contrario. Estuvo apuntó de besarlo de no ser por el ronquido que escapó de los labios del contrario logrando que el suelte una carcajada.

SungHoon fue abriendo sus ojos y lo primero que vio, fueron esos dos orbes azules como el cielo con un brillo especial. Sonrió enternecido.

—¿Buenos días? — dijo aún con la sonrisa en su rostro.

—Buenos días— respondió Sunoo sentándose de vuelta en su regazo.

—¿Dormí contigo? — preguntó sentándose de igual forma que el pelirrosa.

Desde que Sunoo había llegado a su departamento, SungHoon dormía en el sofá no queriendo incomodar al mayor a pesar de que ya hayan dormido juntos una vez.

—S-si...¿No— jugueteó con sus dedos — recuerdas lo que pasó anoche?

Esas palabras parecieron ser las correctas para que en su cabeza empezaran a aparecer imágenes de la noche anterior de una manera lentamente dramática.

Abrió su boca en una perfecta o mientras sus mejillas adquirían la típica tonalidad carmesí.

—Si, si recuerdo— apenas ahora cayó en cuenta de que sus manos se encontraban en las caderas del mayor pero no las quitó.

—Ammm— Sunoo bajó la mirada y atrapó su labio inferior con sus dientes.

—¿Lo siento? — fue lo único que se le ocurrió decir al ver la reacción del mayor—disculpa si te incomodó eso, yo... no se en que estaba pensando—esperó por la respuesta del ojiazul.

𝙈𝙀𝙍𝙈𝘼𝙉 // 𝙎𝙐𝙉𝙂𝙎𝙐𝙉Where stories live. Discover now