𝟯𝟬

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SungHoon veía a sus tías -muy pocas veces- jugar con sus pequeños hijos, educarlos, darles de comer, mimarlos y amarlos, era muy lindo apreciar eso, también le parecía tierno de alguna forma ver las enormes pancitas que algunas de sus vecinas tenían, el jamás lo había dicho ni lo diría, pero le parecía extremadamente tierno cuando la pareja le hablaba al enorme vientre de la mujer simulando hablar con su hijo o hija, son escenas que podían lograr ablandar su corazón por un momento.

—Hey, ¿estás bien?

Soobin pasaba su mano por enfrente de los ojos del peliazul tratando de hacerlo reaccionar, su vista estaba posada en el rostro de Sunoo quien lo miraba con preocupación al ver una expresión neutra en su rostro.

SungHoon ignoró todo, absolutamente todo lo que pasaba a su alrededor y se acercó hasta la camilla donde Sunoo estaba recostado. Acarició sus hebras rosadas como la primera vez que lo vio con la ligera diferencia de que está vez, estaba llorando, su rostro no tenía reacción alguna pero las lágrimas caían sin parar. Llevó su otra mano hacia el vientre descubierto de su novio importándole poco el que se haya manchado los dedos cuando tocó su vientre aún con la crema.

—Yo...— por fin habló pero sin demostrar expresión alguna—yo no sé cómo es esto posible, no sé qué más pasará porque justo cuando creí verlo todo más sorpresas llegan— una sonrisa, una hermosa sonrisa apareció en sus labios —pero quiero que sepas, que estaré contigo en todo momento, que te amaré hasta el último día de mi vida y que te agradeceré siempre por este lindo regalo que me diste— las lágrimas fueron aún más haciendo que su vista se nuble un poco —gracias por esto— tocó con su palma el vientre del mayor quien estaba confundido por sus reacciones y también por sus propios sentimientos ya que, sin saber el por qué, también estaba llorando —te amo, te amo mucho, Sunoo.

Dejo que los sonidos del llanto fluyan mientras cerraba los ojos tratando de reprimir sus lágrimas, pero no lo logró, solamente hizo que comiencen a caer con más fuerza concentrado todos sus sentimientos ahí, sentimientos que por muchos años había guardado para sí mismo, los estaba dejando fluir con la única persona que logró adentrarse hasta el fondo de su corazón sin la posibilidad de salir de ahí. Su novio, su pareja, su destino, su media naranja, su Sunoo, el ser que logró hacerle ver lo bueno de la vida, que todo lo malo acabaría algún día, que la felicidad puede ser complicada de alcanzar pero sin embargo valía la pena cualquier esfuerzo por conseguirla, Sunoo era como su ángel, el ángel que lo cuidaba de las malas vibras y momentos, sin dudarlo ni un segundo, estaba agradecido con él por poder darle un pequeño ser que ambos crearon con amor y que ahora, crecía lentamente en el vientre de su pareja.

Sunoo olvidó todo el dolor y lloró junto a su pareja, no sabía el por qué, pero lo estaba haciendo. Por un momento, se desconectó por completo de su cerebro y le dejó todo a su corazón y su corazón decía que debía abrazar a SungHoon y así lo hizo, se sentó en la camilla aún con la mano de SungHoon en su vientre, pero no la apartó, incluso puso su propia mano encima de está sintiéndose protegido. Con su mano libre acarició la mejilla de SungHoon rompiendo aún más en llanto, lo único que se podía escuchar en el consultorio eran hipidos y sollozos provenientes de los próximos padres, Soobin había abandonado la sala minutos antes dejándoles privacidad para ordenar sus emociones y pensamientos porque después de todo, él había pasado por lo mismo.

—Sung... SungHoon—su voz salió temblorosa, casi incomprensible, pero para el peliazul no, él entendería cada palabra, gesto o reacción de Sunoo. Ambos juntaron sus frentes.

—¿Entiendes lo.. Lo feliz que me haces, Sunoo? — cerraron sus ojos y SungHoon sonrío en grande sin dejar de llorar —me darás un hijo, una personita creada por los dos, una o un pequeñín al que voy a amar de la misma forma que te amo a ti.

𝙈𝙀𝙍𝙈𝘼𝙉 // 𝙎𝙐𝙉𝙂𝙎𝙐𝙉Where stories live. Discover now