El arquero, la presa

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Día 4: Cuello.

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Gael logró adaptarse rápido a su entorno y a sus labores como el asistente del presidente de la empresa. No había tenido algún otro momento incómodo con su jefe. Agradecía con el alma ese gesto tan respetuoso hacia su persona. De resto le había ido bien el resto de sus días laborales.

Su teléfono de escritorio repicó, Gael contestó rápido la línea privada con su jefe.

—¿Dígame?

—¿Ya tienes los papeles que te solicité?— Gael miró sobre el escritorio aquellas hojas impresas.

—Sí, señor.

—Muy bien, mi hermano ya está subiendo por ello.

—Las tendré a la mano, entonces.

—Gracias— colgó.

Tenía los papeles en su mano para grapar, pero la engrapadora estaba trabada. Molesto empezó a sacudirla, trató de quitar el alambre doblado en la ranura para así liberar el resto de las cargas con un dedo. Le estaba costando. Sacó la punta de la lengua entre sus labios apretados y arrugó el entrecejo, eso lo hacía cuando estaba concentrado en algo.

—¡Hola Gael!

El nombrado se asustó, la grapadora disparó la carga doblaba y una normal, que terminaron clavándose en su dedo. Soltó la grapadora, le cayó en un pie y por impulso levantó una rodilla que se golpeó con el borde del escritorio. Se quedó estático hasta que levantó la mirada hacía Jerald que lo veía sorprendido. Gael soltó un grito de dolor para empezar a quejarse.

—¡¿Quién llora tan feo?!— salió Ismael de su oficina molesto.

—¡Yo no lo toqué!— Jerald se alejó del mueble mostrador, levantando las manos.

Ismael se cruzó de brazos y entró al pequeño espacio donde estaba Gael sentado.

El área de Gael era algo pequeña, era un mueble de madera pulida que cumplía la función de mostrador y de escritorio por dentro. Estaba acomodado en una esquina del pasillo. Todo eso, dificultaba que alguien pudiera notar la presencia del joven al este estar concentrado en su labor, dando hincapié a que cualquier cosa pudiera sorprenderlo.

—¿Qué te pasó?— preguntó el hombre rubio. Gael se recostó en su silla, está se reclinó un poco. Le mostró el dedo donde tenia las grapas con un poco de sangre saliendo. Ismael se pasó la mano por la cara. —... ¿Es en serio, Gael?— estaba serio.

—Claro, muy enserio que me tiré una grapadora— empezó calmado. —... De hierro— enfatizó esas palabras. —en el pie y, pues bueno, no conforme con eso, le metí de paso la rodilla al escritorio. Pero el grito si fue por accidente, señor— sonaba sarcástico.

—Fue mi culpa— Ismael miró a su hermano.

Este se aclaró la garganta. Gael se ganó la atención del par al grapar los papeles finalmente. Se los extendió a Ismael.

—Son los números de las ventas del mes pasado, como lo pidió esta mañana.

Ismael los tomó sin perder de vista al joven, este se sacó el pequeño hierro con los dientes y sacó una curita de una de las gavetas de su escritorio. Se la puso sacando la punta de la lengua y suspiró al final de todo eso. Había algo llamándole la atención, apenas se percataba que el par de ojos rojos lo miraban atentos. Gael tragó grueso y desvió la mirada. Ismael se mordió la boca y le extendió los papeles a su hermano.

—Toma, espérame dentro.

—¿Okey?— el chico entró a la oficina.

El rubio seguía viendo al joven que ahora estaba usando su laptop. Golpeó el mostrador y se encaminó a su puerta.

Negociando con el Corazón || Original - #OmegaverseWhere stories live. Discover now