Rescatando a un renegado

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Día 18: Ronroneo omega.

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—No quiero que te sientas culpable— decía el señor de bigote con Gael de frente. —... Pero todos en el edificio están asustados— el pelirrojo no reaccionaba, solo podía ver a su mueble tirado hacía atrás en medio de un desastre de notas donde se había escrito en rojo: SEGUNDA ADVERTENCIA. —... Desde ese día que el señor Garza llegó corriendo por tí, muchos se sienten inseguros con tenerte como inquilino Gael... Hay cachorros aquí...

—Lo entendemos— intervino Ismael parado en el umbral de la entrada. Incluso la puerta había sido arrancada con violencia esa madrugada. —. Quiero disculparme por ese día... Es que, bueno— estaba avergonzado. —... Usted sabe cómo es esto del instinto de protección en nosotros, digo, usted también es un alfa.

—Sí, por eso mismo... Mi deber es proteger a todos los que aquí habitan— decía mirando con pena a Ismael. —. Así eso implique que deba sacar a alguien... Si la situación no se me escapara de las manos, yo con gusto te dejara chico— Gael se detuvo en la cocina al ver cómo rompieron las macetas con flores que tenía en la ventana del lavabo. —... Pero no puedo...

—No hay problema— dijo cerrando los ojos. —. Dígales que hoy mismo me voy de aquí, no quiero arriesgar a nadie tampoco... No es correcto— regresó a donde estaban los dos alfas.

—Está bien— el señor se acercó a la salida. —... Si quieres puedo reembolsarte el restante de la renta-

—No— respondió Gael apretando el puño. —. Úselo para reparar la puerta y lo que haya pasado con las habitaciones— su contrario asintió.

—Si necesitas ayuda, avísame— se fue.

Gael apenas podía mirar a Ismael, este esperaba por lo que iba a hacer el pelirrojo. Quién se largó a la alcoba, Ismael decidió seguirlo. Se encontraron que sobre la cama había otra foto de Gael con un círculo rojo rodeando su cara y esta vez, el rayado rojo estaba sobre sus ojos. Al parecer se la habían tomado el día de sus compras, se veía al joven sentado en soledad con su bebida en manos. Ismael tenía la foto en sus manos, estaba tan molesto como la primera vez. Pudieron haberlo dañado ese día como sí nada...

Se sentía tan mal consigo mismo por haberlo dejado solo por tanto.

—¿Qué harás?— cuando lo vio, estaba sentado en las piernas de aquel oso enorme que hace semanas le había regalado. Debía admitir que se veía adorable mordiéndose una uña y poniendo una mano en su collar de protección. —... Si sigues así de adorable te voy a besar.

Gael no le respondió ni nada. Solo se quedó allí en aquel rincón, mirando lejos. Pensando.

—¿Dónde voy a ir?— murmuraba. —... Gasté mi dinero entre pagar la renta, los servicios y haciendo mi compra de la semana— movió la cabeza lado a lado. —... ¿Cuánto cuesta una mudanza?... ¿Hay lugares baratos?— Ismael estaba callado. —... ¿Quién está haciendo todo esto?... ¿Quién?...

El rubio solo podía imaginárselo del mismo modo, cuando perdió su trabajo en la tienda departamental hace años atrás. Negó con la cabeza y se le acercó al chico, inclinándose ante él, quedando cerca de su rostro. Tenía una cálida sonrisa, Gael lo miró sin parpadear.

—Te estás ahogando en un vaso lleno de nada.

—¿Qué?— por fin parpadeó.

—Vamos, te ayudaré a salir de aquí— le tomó las manos y lo puso de pie.

—Ismael, no— se abrazó así mismo. —... No quiero... Yo debo resolver mis problemas...

El mayor negó con la cabeza.

Negociando con el Corazón || Original - #OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora