Minaccia

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Día 14: Bozal.

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El último mes que transcurrió le había caído de maravillas al par.

Lunes a viernes, dentro del horario laboral, procuraban mantener un bajo perfil. Evitando rumores de pasillo y miradas despectivas que pudieran hacerles sentir mal por sus subordinados, todo bajo los roles de jefe-asistente. Esos días Gael descansaría en su departamento e Ismael solo podía recogerlo temprano en la mañana y pasar a dejarlo luego de haber concluido su jornada.

Los fines de semana, se los pasaban juntos en el departamento de Ismael. Tomando con calma su peculiar "algo", como el propio Gael decidió llamarlo. Solían salir algunas veces en público, y cuando lo hacían, Ismael no se molestaba en disimular nada. Con la mayor felicidad de su vida llevaba de la mano al joven pelirrojo que aún sentía pena de que fueran a ver al rubio con él. Gael solía convencer a Ismael de irse a lugares poco conocidos, casi que hasta escondidos. El mayor siempre pensó que Gael simplemente quería ser reservado para que nada, ni nadie afectara su vínculo.

Con lo que respectaba al trabajo, el equipo se había expandido un poco al tener a Walter de su lado. Ya era un hábito verlo llegar dos o tres veces por semana para dialogar con Ismael y poner en marcha todo lo propuesto para mejorar la productividad. Todo pintaba bien al final de ese mes.

Gael llegó a su edifico luego de salir a hacer una compra exprés al mini super de la calle. No había tenido chance de entrar en el momento que Ismael lo dejó hace una hora antes. Traía su mochila en la espalda y dos bolsas de papel en cada brazo, además de llevar en la punta de los dedos las llaves para abrir su puerta. Apenas pisó el primer peldaño, cuando el jefe de alquileres le echó un chiflido. Gael lo miró por sobre el hombro, este estaba esperándolo en el casillero pequeño para la correspondencia.

—Gael, tienes correo pendiente— el pelirrojo se sonrojó.

La semana pasada Ismael le había mandado a entregar un arreglo con un peluche de la altura de Gael.

—¿Es de Ismael?— se le acercó para dejar las bolsas en el piso y sacar del llavero, aquella pequeña llavecita que abría el compartimiento.

—Niño, no puedo revisar nada que sea de ustedes— repuso serio. —. Alguien vino y la puso allí, yo estaba reparando una tubería, ni me fijé quien fue— Gael se lo pensó antes de abrir la puertecilla. —. Pero se ve que hay correo porque el indicador está fuera de su ranura.

El sistema de correspondencia en el edificio, sacaba una especie de lengüeta azul cuando el más mínimo peso caía en el compartimento interno. El chico suspiró, abrió la cerradura. Había una carta ciertamente. Tenía puesta su dirección de entrega bien detallada. Solo se encogió de hombros y recogió sus compras para subir a su piso.

Entró corriendo, una bolsa había amenazado con romperse por debajo. Casi que lanzó las compras por la habitación. Pero pudo lograrlo hasta el lavabo, donde estas encajaron a la perfección. Se sentía cansado, las escaleras ayudaban a mantenerlo en forma, pero a veces eran un suplicio. Se encerró por fin. Pudo quitarse el saco, la corbata y los zapatos. Se echó en el sofá para poder sacar su teléfono. Había recibido varios mensajes en WhatsApp. La mayoría indicaban algo sobre un evento en un club nocturno. Eda los estaba enviando, después le habían llegado de parte de Jerald. Según decía la información, era un evento privado solo para clanes conocidos en el lugar.

De pronto apareció una foto de Ismael en la pantalla, indicando que lo estaba llamando. Se sintió feliz de solo ver esa foto robada de él puesta en su contacto. Le contestó finalmente.

Negociando con el Corazón || Original - #OmegaverseWhere stories live. Discover now