Pasando del miedo al pánico

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Día 5: Autocontrol.

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Ismael miraba a su compañero de a ratos. Iban los dos en la camioneta, rumbo al centro de la ciudad para darse una ojeada de todos los restaurantes y decidir luego a dónde ir. La verdad, es que Ismael tenía planes para mañana en la noche con Gael.

—Comeremos lo que elijas— dijo mirando de reojo a los lugares a su lado. —. ¿Qué te gusta?

—Me gusta el sushi.

—Odio el sushi— negó con la cabeza.

Gael volteó a verlo con velocidad, luego suspiró y volvió a observar los locales a través de la ventana. Ismael de soslayo le echó una mirada. Cómo se apoyó el mentón en los nudillos y el codo en el panel de la puerta, su otra mano reposaba sobre una de sus piernas, las cuales estaban cruzadas. Tamborileaba con los dedos. Ciertamente se le veía algo nervioso. Su respiración también era apresurada, sin decir que su aroma era fuerte.

Ismael se puso la palma de la mano contra la punta de la nariz y la removió lado a lado. Seguido a eso, estornudó. Gael se sobresaltó para mirarlo nuevamente.

—Salud.

—Por favor, relájate— pidió Ismael aparcando en paralelo. —. Él no está aquí— aún sujetando el volante, se encogió de hombros. —. ¿Okey?

Gael se sonrojó e hizo una mueca landina con los labios.

—Discúlpeme— pidió mirándolo a los ojos.

—No te preocupes— sacó las llaves de la ranura. Verificó tener su billetera en el bolsillo del pantalón y tomó su teléfono del vacío detrás de la palanca de cambios. Gael apenas se quitó el saco y se guardó el teléfono y la billetera. Ismael pensó algo de pronto. —. Gael, por favor, estamos fuera de la oficina, ¿puedes dejar de decirme «usted»? Es como si me recordaran que estoy viejo.

Gael asintió.

—Está bien, señor Garza— se dio cuenta de lo que dijo al ver la expresión de decepción en el rostro de Ismael. —... Perdón, Ismael— dicho esto, Gael se tapó la boca para reírse bajito.

—Sí, sí, ya sé que estoy viejo— dijo con molestia. —. ¿Qué es lo sorprendente de eso?

Gael se lo pensó mejor.

—No aparentas mas de treinta— respondió con un tono de voz suave y una mirada coqueta.

Ismael se sonrió.

—Gracias por tratar de subirme el autoestima.

—No miento— le guiñó el ojo. Ismael asintió.

—Okey, tú ganas— Gael le mostró el pulgar en alto. Ismael se aclaró la garganta. —. Andando.

Entraron juntos al recinto.

En la mente de Ismael, él sabía bien lo complicado que sería cumplir con su parte del contrato con Walter y no podía ir por allí utilizando su fragancia para dopar al pelirrojo cada de algo no fuera como él quisiera. Por lo que decidió empezar a cortejarlo de una manera que le resultara cómoda. En cuando a la parte física, debería tener paciencia para poder llegar hasta allá. Si todo iba como debía, en poco tiempo Gael caería rendido a él.

Veía a Gael pedirle su comida a la mesera con una tierna sonrisa. Cuando esta se fue, el pelirrojo tomó su teléfono y comenzó a mover sus dedos. Ismael se distrajo por un momento, cuando en otra mesa, había un hombre mucho más joven que él, sentado junto a su pareja y con un niño junto a ellos. Los pinchazos en su piel ardían, se sentía abrumado. Podía oír la anciana voz de su padre recriminarle aquel problema del que ni siquiera tenía culpa o control.

Negociando con el Corazón || Original - #OmegaverseWhere stories live. Discover now