Primer contacto

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Día 13: Supresores.

Nota: Recién me doy cuenta que me pasé el día de los supresores, pero aquí lo traigo. Jaja, estoy bien mongola.

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Gael se cubría la cara con pena. Estaba en el sofá, descalzo y asustado. Eran más de las once de la noche, hacía una hora había ocurrido el pequeño incidente con Ismael.

—Gael, ¿puedes venir?— llamó Jerald.

El pelirrojo caminó por el pequeño pasillo hasta detenerse en la puerta de la habitación de Ismael. Junto a él estaba Jerald, los dos miraban al rubio siendo atendido por el enfermero que normalmente le daba sus dosis del tratamiento.

—¿Cómo está?— preguntó Gael apretando sus manos.

—Está bien— respondió relajado. —. Cuando llamaste pensé que había sido por algo malísimo... ¿Me repites que fue lo que pasó?

El pelirrojo solo podía ver cómo encima de la cama, estaba Ismael conversando con el enfermero. Recordando, lo que había ocurrido recién...

Ismael estaba en brazos de Gael, no sabía lo relajante que podían ser las feromonas de un omega. La lavanda le sacaba el estrés reciente. No podía abrir los ojos, ni siquiera se sentía con las ganas necesarias como para hacer algo coordinado. Sentir las manos de Gael recorriendo su rostro era todo lo que le importaba en el momento, mientras estaba recostado sobre sus piernas. Todo pretendía ser solamente para ayudar al rubio y que Gael pudiera regresar el favor de cuidarlo como había estado haciendo durante el fin de semana.

En algún momento, Gael posó sus ojos sobre el cuello de su camiseta. Deslizó sus dedos hasta llegar ahí. Sentía curiosidad. Su mano pasó más allá de la tela, su piel se sentía húmeda y cálida. Poder sentir sus músculos lo hizo morderse el labio inferior. Hacía caricias, que en Ismael provocaban que su respiración se acelerara un poco, en medio de su trance no podía reaccionar como normalmente lo haría ante tales gestos. 

En los pensamientos de Gael, dejó de tomar importancia el querer mantener relajado a Ismael. Aparecían los recuerdos de aquellas dos veces en que el rubio le había puesto en situaciones comprometedoras. Sintió como la cara le ardía.

—Gael— el pelirrojo cerró los ojos con miedo. —... Vamos a la habitación...— Gael sacó su mano y se aclaró la garganta.

—Perdón— susurró.

El dulce chocolate se empezó a sentir en el momento que Gael cerraba la puerta. Encaró a Ismael y se topó con esa mirada roja resplandeciente. El rubio se veía sonrojado. Gael bajó la cabeza al sentirse acorralado. Puso en práctica sus ejercicios para controlar su respiración, quiso apartar a Ismael de su paso. Pero este le puso una mano en el mentón. Levantó su rostro, Gael se veía asustado. Ismael, enternecido, le regaló una sonrisa ladeada para luego darle un beso.

El pelirrojo cerró los ojos, sentía las manos del otro recorrer su pecho encima de su ropa. Llegó a sus hombros, descendió por sus brazos y se sujetó de sus manos con fuerza. Logró ponerlas contra el portal, Ismael dejó sus labios para ver al chico jadeando por más. Era obvio que ya no pudo resistir más el aliento. Lo tomó en sus brazos y lo llevó hasta su habitación, cerró la puerta mientras se volvían a besar. Gael se sostenía de sus piernas al rodear la cintura del rubio. Terminaron por caer en la cama.

Estaban abrazándose uno arriba del otro, sin querer dejar de besarse. Pasaban sus manos más allá de la tela. Ismael se quitó la camiseta. Cosa que bastó para provocar al menor a quedarse arriba de sus caderas, manoseando su piel. Palpando esos músculos con deseo. Ismael se detuvo al cubrirse la cara, se sentía ahogado por su propia temperatura. Hubiera querido continuar con el joven, pero un malestar repentino hizo que su dulce esencia pasara a tierra mojada.

Negociando con el Corazón || Original - #OmegaverseWhere stories live. Discover now