Capítulo 31.

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Aradelle POV.

Abrí mis ojos y estaba de nuevo en la habitación guinda, un cálido aliento bañaba mi piel.

Nate me tenia abrazada con una mano y la otra entremis muslos, como si necesitara mantener su semen dentro de mí. Dehecho, le oí gruñir mientras deslizaba un dedo dentro de mí,empujando el semen que se escapaba, haciéndome temblar denecesidad una vez más.

—Mi semilla te pertenece, mi hembra. - dijo con voz somnolienta.

Gemí ante sus palabras y su tono puramente posesivos. Mi pielestaba húmeda por el sudor, mis muslos doloridos por estar abiertos,mi coño doliendo de la mejor manera por haber perdido mi virginidadcon un macho tan viril y potente. 

—Mmmm. — tarareó en esa forma masculina suya. —Mihembra. Nada se ha sentido tan bien como tenerte en mis brazos.

Y entonces se limitó a abrazarme, con la luz de la lunabañándonos, y el escalofrío que recorría mi cuerpo no tenía nada quever con el frío y sí con el placer que Nate acababa de darme.

 —Puedo hacerte feliz, compañera. Puedo hacer que me ames undía... tanto como te amo a ti. 

Cerré los ojos y sonreí, sabiendo que ya amaba a este hombre.Era una locura y era rápido, pero nunca me había sentido más segurade nada en mi vida.Me levanté y miré a mi gran y fuerte compañero, y aunque eraun poco extraño decir eso y un infierno de extraño saber que ahoraera mi realidad, todo lo que sentí fue satisfacción.

 —Sé que lo harás. Ya lo siento así. — Sus ojos se encendieroncon mi confesión, pero no le dejé decir nada, solo me incliné y fui ahoraquien lo besó profundamente.

Nate POV.

Di un poderoso rugido mientras me corría, llenando a micompañera con mi semilla, haciendo que tomara cada puta onza deella. Se derrumbó sobre mí, su sudor humedeciendo su pequeñocuerpo que se ajustaba perfectamente al mío. Nuestra respiración eraerrática, idéntica a la de cuando hacíamos el amor. 

No, me he follado a mi compañera bien y duro. Ella estará agradablemente doloridamañana, recordando mi polla en lo más profundo de su cuerpo.

Durante largos momentos, se acostó sobre mí, mis brazosalrededor de su cuerpo, manteniéndola cerca. La necesitaba así. Lafollé durante toda la noche, con pequeños intervalos de sueño ydescanso antes de despertarme con un hambre insaciable por ella. Mehabía corrido tantas veces que estaba mareado por el placer, agotadopor reclamar a mi compañera una y otra vez.

Era perfecta en todos los sentidos, inimaginablemente hermosay toda para mí.

Se apartó de mí y se tumbó de espaldas, con los brazosextendidos sobre la cabeza, los ojos cerrados y una pequeña sonrisaen los labios. No pude evitar inclinarme y besarla larga y lentamente,como si estuviera drogado. Pude volver a hacerlo, con la pollasemidura pero endureciéndose una vez más cuando miré su pecho yvi cómo sus pequeños pezones se tensaban aún más.

Soplé un cálido chorro de aire sobre ellos, y se arqueó y gimióaún más.

Gemí y me incliné hacia delante, llevándome un pico a la boca,chupándolo, lamiendo la carne, mordiéndolo suavemente. Se arqueóy gimió, con sus piernas apretando el colchón.

Solté su carne con un chasquido audible y luego la acerqué, supecho al mío, su cabeza apoyada en el pliegue de mi brazo. Tenía quedejar de tocarla tan eróticamente o no tendría ningún control y latomaría una y otra vez.

Y por mucho que quisiera estar con ella una vez más, sabía quetenía que estar dolorida. Había sido tan generosa conmigo, abriendosus muslos cada vez que la necesitaba, recibiéndome con los brazosabiertos mientras me abrazaba y dejaba que me deslizara dentro desu perfección hasta que ambos encontráramos la liberación.

Amaba a esta hembra, y aunque nuestro vínculo comocompañeros era irrompible, sabía que aunque no tuviéramos esaconexión predestinada por el destino, ella era quien querría en mi viday a mi lado para siempre.

—Nunca he sentido nada tan bueno como tenerte entre mis brazos. — murmuré cuando el cansancio empezó a reclamarme. —No en todos mi tiempo en este mundo. — Cerré los ojos y sonreí. —Nunca te dejaré ir. — Se acercó más a mí, me besó el pecho y suspiró satisfecha. 

—Bien, porque no quiero que me dejes ir nunca.

Gruñí por lo bien que sonaba eso en sus labios. —Porque creoque me estoy enamorando perdidamente de ti, Nate.

Mi cuerpo se tensó, mi corazón se aceleró. Y luego cerré los ojosmientras el placer puro me inundaba.

—Sé que es una locura, ya que las cosas han ido tan rápido. Perono puedo negar que nunca he sentido esto por nadie, ni siquiera hesoñado con ello. — Inclinó la cabeza hacia atrás para mirarme a lacara. — Pero tenemos que tener cuidado, no quiero que lo del bosque vuelva a pasar, no podría soportar el perderte, tienes que prometerme que no pondrás mi seguridad sobre la tuya.— Su voz era tansuave.

Acaricié un lado de su cara y le pasé un dedo por la mejilla. —Haces que me duela el corazón, que se me acelere la sangre y quetodos mis instintos de protección cobren vida. Aunque solo hubieratenido ese momento contigo, cada segundo solitario de mi existenciahabría valido la pena. — Me incliné y la besé. —Te amo, mi hembra.Más de lo que nunca sabrás, más de lo que puedes comprender y no te puedo prometer eso porque siempre estará tu seguridad sobre la mía. — Labesé una vez más, sellando esas palabras entre nosotros. Apoyó sucabeza en mi bíceps una vez más, y permanecimos en silencio durantetanto tiempo que me pregunté si se había quedado dormida.

Pero entonces susurró: — ¿Nos transformaremos juntos?— Su vozera suave, su tono inquisitivo.

Mi lobo se levantó, ansioso, emocionado por mostrarle anuestra compañera cómo era. Lo empujé hacia atrás, temiendo lo que nos pasaría si todavía hay cazadores en el bosque. Además no era un lobo de apariencia normal, ella no me había visto bien. Mibestia era enorme, con fuerza y musculatura, y estaba hecha deleyendas aterradoras. 

—No amor, tenemos que ser cuidadosos. — Aunque deseaba desesperadamenteque viera mi animal interior y deseaba correr tras de ella por todo el bosque, no la pondría en peligro.

Permaneció en silencio durante largos segundos, dejando que laabrazara y frotara mi mano por su espalda desnuda y cálida.

—Confío en ti con mi vida. — dijo suavemente e inclinó la cabezahacia atrás para mirarme a la cara. —Nunca he confiado más ennadie, Nate y necesito que tu hagas lo mismo, no mas secretos.

No podía negarle nada.

Me incliné hacia ella y la besé lentamente antes de murmurar:—De acuerdo. Seremos como uno.




Los Black (Segunda parte de Alpha)Where stories live. Discover now