II.

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Fingí amnesia para intentar deshacerme de su presencia.

—Si no recuerdas, déjame entonces darte una prueba...—Me besó a la fuerza en los labios.

Gruñí mientras la apartaba de mi camino.

Al llegar a la escuela, unos amigos que había hecho en la estadía de la escuela me abordaron.

— ¡Finalmente llegas! —Exclamaron los gemelos Collins y Rose—, te estamos esperando con el detalle que quieres darle a tu chica.

—Mierda, el detalle...—Susurré.

—Para eso están tus mejores amigos. —Me animaron los dos.

Luego de un rato, Melanie llegó radiante como siempre, con su bello uniforme.

—Ho...hola, ¿Cómo estás? —Le pregunté.

Estaba sonrojado.

—Yo estoy muy bien, gracias por preguntar, la verdad también feliz de volver a estar contigo...—Me dio un abrazo dulcemente.

Me di fuerzas a mi mismo y me planté frente a ella.

—La verdad, Mel, yo tengo algo que decirte, es muy complicado, pero esto viene desde el fondo de mi corazón...—Le conté con valentía.

—¿Qué sucede, Brian? —Me preguntó con una sonrisa algo nerviosa.

—Mira, quizá no soy tan bueno expresando mis sentimientos, pero solo sé que te quiero tanto como no tienes una idea, y a lo que quiero ir es, ¿si quieres ser mi novia? —Me declaré con una sonrisa.

Le entregué el detalle, un osito de peluche.

— ¡Por supuesto que sí, acepto ser tu novia, gracias por hacerme el día más lindo para una chica, aunque no soy digna! —Exclamó con una sonrisa mientras nos besábamos frente a la escuela.

Todos estaban aplaudiendo, excepto por Lilyan.

Luego de unas horas, despidiéndonos de los profesores, salimos de la escuela tomados de la mano.

Fuimos a la casa de Melanie a anunciarles la noticia, pero al llegar, observamos como los padres estaban por irse de vacaciones.

— ¡Amor mío, tu madre y yo nos iremos de viaje, nos veremos en una semana, pásala bonito! —La pareja de padres se notaba muy alegre.

No le dio tiempo para decir una palabra cuando tomaron en auto y se fueron.

— ¡Buen viaje a los dos! —Exclamó Melanie con una sonrisa mientras entrabamos a casa.

—¿Quieres quedarte en mi casa? —Le pregunté mientras posaba mi mano sobre sus hombros.

Aceptó con un beso en los labios mientras los veíamos alejándose.

Preparó una maleta y me llevó a su garaje.

—¿Qué hacemos aquí? —Le pregunté algo confundido.

Me tapó los ojos y luego de un rato, los abrí.

Frente a mi estaba una motocicleta muy extraña sin duda, una Boneville T120 modificada con un asiento extra.

—¿Sabes manejar motocicletas? —Le pregunté con algo nervioso.

—Por supuesto que sí, mi padre me enseñó...—Respondió entre risas mientras se colocaba el casco de protección.

Abrí la cortina del garaje y sacó la motocicleta con cuidado. Al terminar, volví a cerrarla y me monté al segundo asiento con su maleta.

— ¡Estoy poniendo mi confianza en ti! —Coloqué mi casco.

Una gran historia de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora