XXIII.

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—Tuviste un ataque de pánico, pero respondiéndote, ella murió en la guerra, Jacob, uno de los cazadores, la mató sin piedad, y yo maté a su esposa y a él—le confesé

De sus ojos comenzaron a caer lágrimas amargas. La abracé dulcemente mientras limpiaba su llanto con mis dedos.

—Siento mucho ser el portador de malas noticias, pero ella me hizo comprender que la muerte solo es un ciclo y que las valkirias la llevaron con el todopoderoso Odín a disfrutar de hidromiel en su gran salón.

Le confesé mientras besaba su frente.

—Es bueno saber que después de una terrible guerrera esté en un sitio tan maravilloso...—Sus ojos comenzaron a brillar.

—Te voy a ayudar a deshacerte de las tres brujas de una vez por todas, pero debemos ir poco a poco, formaremos un plan, ¿Cuándo vienen ellas? —Le pregunté.

—En unas horas...

Marion soltó un dulce bostezo.

—Descansa, Marion, volveré pronto—Le mencioné mientras me vestía como mujer de nuevo.

—No olvides transformarte...—Decía con una voz soñolienta mientras quedaba dormida.

Volví a la forma femenina, lancé un hechizo sobre su cuerpo para que tuviera un sueño lindo y salí del barco sin ser detectado.

Buceé hasta llegar al barco, el cual no estaba lejos, subí a la cubierta silenciosamente y me encontré con Lilyan.

—Hola, ¿Cómo estás? —Le pregunté dulcemente.

—Te extraño tanto, igual que Eve, pero sabemos lo que estás haciendo...—Me respondió Lilyan mientras nos fundíamos en un tierno abrazo.

—Descubrí algo interesante, Marion no es la verdadera mala, sus hermanas la han estado obligando a hacer todo tipo de atrocidades—le expliqué—. Y yo estuve a punto de cometer una de ellas...

Un escalofrío recorrió mi piel hasta la medula.

— ¿Tienes un plan de cómo salvarla? —Me preguntó con una mano en la cintura y otra en la barbilla.

—Ya la tengo...—Sonreí.

—Vaya que los dos tienen una gran relación...—Me guiñó el ojo junto a un codazo.

Bajé la cabeza.

—No puedo estar con ella...—Le confesé con tristeza.

—¿Qué tonterías dices? —me preguntó Lilyan con una risita—, tener a una chica a tu lado, no significa que no puedas liberarme, date tiempo para tu corazón, te estás descuidando mucho...

Me acarició las mejillas.

— ¿Sabes?, Eve y tú me hacen sentir que soy el hombre más afortunado que existe, porque sin ustedes, yo no soy nadie...

Nos fundimos en un cálido abrazo.

Bajé las escaleras en silencio y entré al camarote donde estaba durmiendo plácidamente Eve.

Sonreí al verla, me traía tantos recuerdos lindos con Jessica. En ese momento, las lágrimas de felicidad brotaron por mis ojos.

—Te amo, mi linda Eve, y perdóname por no poder estar contigo en estos momentos, sueña con los angelitos, y si ves a mamá, dale un buen beso por mi parte...

Me acosté a su lado y le di un beso en la frente, lo cual hizo que sonriera aún con los ojos cerrados.

—Yo también, como no tienes idea...—Susurró mientras se levantaba y me daba un cálido abrazo.

Una gran historia de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora