XII.

4 0 0
                                    

—Esto es muy peligroso, pero sin duda nos llevará a Lunden con rapidez. —Murmuré lleno de intriga.

—¿Qué descubriste? —Me preguntó Jessica dulcemente mientras aparecía a mi lado, semidesnuda y con una blusa cubriendo su pecho.

La senté en mis piernas mientras soltaba un bostezo.

—Hoy encontré un extraño artefacto en la Ciudad de México, ¿ves este colmillo de lobo? —Le mostré el colgante mientras se sentaba a mi lado en el sillón.

—Se ve hermoso...—Sonrió mientras me abrazaba dulcemente—, ¿Qué es lo que puede hacer?

Estaba emocionada.

—Tiene el poder de transportarte a cualquier lugar, pero no es bueno si se usa en beneficio personal...

Se acercó tímidamente hacia mis labios, yo intenté alejarme, pero era como un fuerte imán, lleno de deseo.

En un abrir y cerrar de ojos, sus brazos se enredaron en mis hombros, los ojos se cerraron, y nuestros labios se fundieron en un apasionado beso con música de The Beatles en el proceso.

De sus labios carmesí brotó un suave gemido que me hizo estremecer.

—Vamos a la cama, ¿Qué te parece? —Preguntó Jessica.

Asentí dulcemente.

Subimos las escaleras hasta llegar al cuarto. Nos desplomamos en la cama.

—Estar contigo ha sido la mejor experiencia que he tenido... —Me sonrió.

—Yo te debo la vida, después de lo que hiciste hoy por mí...—Le respondí con un suave suspiro—, ni siquiera Melanie...

En mi interior sentía tristeza y frustración.

—Déjame ayudar un poco con eso. —Besó mis labios y no pude contener mi deseo de besarla, era algo dentro de ambos.

—No sé si esto sea lo más correcto...—Intenté hablar con ella.

—Chst...—sonrió—, somos tú y yo, no importa lo que el mundo diga...

Aquellas palabras y la radio de fondo despertaron nuestro deseo más íntimo, haciendo que nos devorásemos a besos

Comencé a quitar su blusa.

—Me gustas tanto, Brian...—Suspiró mientras bajaba mis labios por su pecho ardiente.

Jessica me quitó la camisa que tenía puesta.

—Yo no soy ni de cerca el chico más guapo...—De forma inconsciente toqué su sostén.

—Anda, quítalo. —Musitó en mi oído.

Rodeé su espalda con mis brazos y quité el brasier, dejando ver unos hermosos pezones rosados.

Me sometió contra el colchón y con sus dos dedos acarició mi pecho, empezando con mis pezones duros y bajando a la zona más íntima.

—Woaw, eso se siente tan bien, pero ¿Cómo se sentirá contigo...?

Le pregunté mientras deslizaba mis dedos por su tronco hasta bajar a su zona intima.

—Se siente tan bien...—Murmuró suavemente.

Me quitó el pantalón y comenzó a acariciar mis calzones e incitando mi miembro suavemente.

—¿Cómo sabes hacer eso? —Le pregunté con una sonrisa.

Se quitó las bragas y las lanzó hacia la puerta.

—No lo sé, solo... dejo que pase. —Me guiñó un ojo mientras me quitaba las mías, asomándose mi miembro palpitante.

Una gran historia de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora