IV

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Ese momento para Mel, había sido como un balde de agua fría, observé que le dolía la cabeza.

—Comprendo que esto es complicado para ambos, sin embargo, ya cazamos al asesino, era un lobo que se quedó dormido en la cueva cercana.

Antes de levantar los cadáveres observé con desagrado las múltiples heridas en todo el cuerpo de ambas víctimas.

— ¡Eso es falso, las heridas de animales salvajes no son tan horribles como estas...! —Reclamó Melanie, estaba molesta mientras se llevaban el cadáver de un lobo.

— Señorita, ¿quiere hacer nuestro trabajo! —Le preguntó aquel hombre.

Nos callamos y volvimos a casa.

—Un doble asesinato en Raven's Hill... sin duda es algo raro —Le mencioné mientras subíamos la colina.

—Tienes un punto a favor...—Nos abrazamos hasta llegar a un árbol a un lado de la casa.

Nos fundimos en un acalorado beso. Por un momento, casi intentaba quitarle la ropa, sin embargo, oí sus latidos aumentar, como si fuera a salir su corazón del pecho.

En una fracción de segundo, salió corriendo.

—Lo siento, dame un momento, por favor...—Me pidió algo asustada.

A lo lejos escuché unos gritos que poco a poco se volvían aullidos.

Perspectiva de Melanie.

Me transformé en loba de cuerpo completo y comencé a aullar, intentando rastrear a mi alfa de la manada, sin embargo, olí que estaban en problemas.

— ¡Voy para allá! —Lancé un aullido y corrí a toda velocidad hacia un claro ubicado en el norte de la carretera.

Ahí estaba Collins apuntándole a mis compañeros de manada, a punto de disparar.

— ¡Mis amigos cazadores me darán mucho dinero por ustedes! —Exclamó collins quien traía un revolver-

— ¡Deja a mi manada en paz! —Rugí con fereza.

— ¡No lo hagas, tú eres mejor que esto...! —Uno de los policías ahorcaba con fuerza a Calico.

— ¡Me entregaré si es necesario para salvar a mi gente! —Respondí sin miedo.

Luego de meditarlo por un momento.

— ¡Acepto! —Exclamó Collins mientras le disparaba en la cabeza y mataba a toda la manada frente a mis ojos.

Solté un fuerte rugido mientras metía mis garras afiladas en el estómago de Jack sin piedad.

—¡Bajen todas sus armas, o lo soltaré y su puto jefe se morirá! —Les advertí.

Los policías comenzaron a disparar con ametralladoras.

Escapé rápidamente, me escondí y comencé a rastrearlos con la vista lobuna. Fui devorándolos uno a uno sin piedad.

— ¡Calico...! —Exclamé mientras corría a intentar ayudarlo.

Tomé su mano con fuerza, sus latidos se iban apagando.

—Te has vuelto en la alfa, ahora el poder de morder a las personas correctas está en tus manos, en este tiempo tan efímero, me enseñaste que estoy orgulloso de ti...—Sus ojos se cerraron al decir aquellas palabras.

Comencé a llorar en su pecho mientras dejaba un beso sobre sus fríos labios.

Lancé un aullido envuelto en tristeza mientras enterraba a mis compañeros.

Una gran historia de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora