Gwenog Hera Moore

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La había seguido hasta el compartimiento, sin hablar siquiera. Resulta que Amelie era demasiado orgullosa como para hacerlo ella primero. No tenía que disculparse de nada, en cambio, Kyle tenía tanto que perdonarla como agradecerle. Quería disculpas formales, o que al menos le contara lo que había ocurrido con Dean y que le expresara un simple: «Tenias razón».

Puede que sea ridículo el hecho de que la estaba siguiendo por una disculpa, ya que estaba tirando su madurez y orgullo por el retrete; pero conocía muy bien a su amiga y esas pequeñas miradas que le daba con sus ojos azules significaban que necesitaba apoyo. Y, a decir verdad, Amelie ya no podía soportar más el estar separada de Kyle.

Tiraron sus maletas sobre el asiento, Amelie dejando un pequeño espacio en el rinconcito junto a la ventana para poder sentarse. Kyle la imito, agazapándose junto a ella. Trataron de evitar sus miradas y desviaron sus ojos claros hacia la ventanilla que encuadraba la estación de Hogsmade. Pero Kyle no lo resistió por mucho, en cuanto la locomotora dio una sacudida al ponerse en marcha, hablo:

-¡Dean me beso! -chillo entusiasmada, sin poder resistirlo. Acto seguido, se tapo la boca con ambas manos, radiante de alegría.

-Ya lo sabía -rio Amelie-. Creo que es tu turno de contármelo con lujo de detalle.

No hicieron falta disculpas ni agradecimientos, en menos de un minuto ambas muchachas se arreglaron, poniéndose al tanto de todo lo que les había ocurrido. Lo que se enteró de Kyle no fue mucho más de lo que ya sabía, dado que su amiga tampoco había terminado de recordar del todo aquella noche. Y por más que no hubo un deje de razonamiento definitivo, Amelie pudo entender sin palabras formales que Kyle de verdad sentía haberse peleado y discutido de aquella forma. Lo veía en su mirada. Amelie conocía a Kyle tanto que con tan solo una mirada podía darse cuenta de lo que quería decir. Como las verdaderas amigas, se entendían sin hechos ni explicaciones.

Pero en cuanto termino la historia de Kyle, comenzó la de Amelie. Le conto todo lo que había pasado desde que se pelearon, desde el desayuno en las cocinas de Hogwarts con Fred, James y Peyton hasta ese mismo día por la mañana, de todo lo que le habían contado Louis y Emily. Había evitado nombrar el extraño encuentro con James.

Al final, Amelie no sabía si había sido mejor reconciliarse o no, porque estaba bastante exhausta como para que su amiga se cansara de insistirle en algo que sinceramente no quería hacer. Ni por asomo. Hacerlo significaría perder su orgullo. Nuevamente.

-Hazlo.

-Que no.

-Que sí.

-Si no lo haces tú, lo hare yo. Y créeme que no te conviene.

Y así fue como, minutos después, Amelie avanzaba por el largo pasillo del expreso de Hogwarts. Por momentos se tambaleaba a causa de las violentas sacudidas que tenía el tren y en una grave ocasión estuvo a punto de caerse, pero gracias a Merlín, alcanzaron a sostenerla.

-¡Eeeeepa, Am! -rio Fred, cuando la tomo de la mano para que no cayera de bruces al pasillo.

Perfecto. Si Fred estaba allí, es porque el compartimiento de los merodeadores estaba cerca. Y aunque no era lo que buscaba, si había una persona que podría decirle por donde husmear.

Del compartimiento tras Fred, se asomaron las cabezas de Dean y Dylan.

-¡Am! ¿Y Kyle? -pregunto Dean nada más verla, comenzando a pasear sus ojos de izquierda a derecha y de arriba a abajo.

-En el compartimiento por allí -señalo Amelie hacia el lugar de donde había venido-. La he dejado sola -le guiño un ojo y se volvió a Fred-. ¿Potter esta con ustedes? Necesito preguntarle algo.

Amelie Moore y la maldición de los PotterWhere stories live. Discover now