El clásico

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-Eres un idiota -volvió a repetir Amelie por décima vez.

Louis se volteó a verla con una ceja alzada y una mueca de dolor.

-¿En serio no tienes otra cosa para decirme?

-No, no, no -dijo Amelie, con su mentón en alto, siguiendo a la gran multitud hacia las gradas.

No podía perder a sus amigos de vista, por lo que ni siquiera se volteó hacia el rubio para reírse en su cara. No como mala persona, pero era divertido burlarse de él... tal vez de esa forma entendiera las cosas.

-No sé cómo no he podido darme cuenta antes.

-Eres un idiota.

-¡En serio, Am! ¡¿No puedes decirme otra cosa?!

La suave brisa golpeó en su cara y, en ese pequeñísimo momento, perdió de vista el largo cabello de Kyle. ¡Rayos! Ahora se quedaría sin lugar. Cruzó los dedos para que consideraran reservarle un asiento, sino no sabría que hacer.

-Estoy considerando repetirlo varias veces a ver si lo entiendes -le confesó-. Te he dicho que Emily era mucho pero muchísimo mejor que Annabeth miles de veces. Tal vez deba repetirte que eres un idiota unas millones.

Louis rodó los ojos y bufó, frotando su nuca y agachando la cabeza, frustrado. Amelie no tenía idea de si se había molestado o no, pero ahora mismo le importaba muy poco: era necesario que supiera que estaba haciendo las cosas mal.

Un par de alumnos apresurados le pisaron el pie y el tercero de ellos le dio un pequeño empujón, a lo que Amelie comenzó a maldecir por lo bajo. Pedazos de idiotas, ¿Qué diferencia había entre ir tan sólo 5 minutos tarde? Además, de seguro que a ellos no les importaba el partido tanto como a ella, quien estaba dispuesta a apoyar a su equipo hasta la muerte.

Inmediatamente agradeció ser paciente y no adelantarse en la gran mar de alumnos, porque si no, Fred no hubiera podido encontrarla. El pelirrojo ni siquiera la saludo, más bien se dedicó a tomarla por el codo y tirar de ella hacia el pasillo que daba a los vestuarios.

-No puedo creer que haya podido encontrarte -suspiró.

Amelie siguió a Fred por el pasillo hasta atravesar el umbral donde todo el equipo de Gryffindor estaba reunido.

-... por decirles, es que les aconsejo no perder la calma. ¡Por Merlín, contrólense! -exclamó James, desde el otro extremo, frente a todos los jugadores como un buen capitán. Entonces, sus ojos captaron a los recién llegados y apuntó inmediatamente a su primo, amenazante-. Y lo digo por ti, idiota.

No es que supiera dar buenos discursos de aliento, pero al menos era sincero.

-¡Oye! -chillo Fred-. ¡Recién llegó! ¡Y para colmo, mira lo que traigo!

El pelirrojo le dio una palmada a Amelie en la espalda, adelantándola un paso, a lo que Amelie bufo hastiada y contrariada.

-Siempre te sales de tus casillas con los Slytherin -gruñó, suavizando su rostro en cuanto se volvió a Amelie-. Hola, Moore.

-Potter -saludo ella, ladeando la cabeza.

En el exterior se escuchaban los gritos de la multitud, los tambores resonando y la voz de Lysander Scamander comenzando a recibir a los alumnos por el micrófono.

Los jugadores de Gryffindor se miraron entre sí y, aunque Amelie era la cazadora principal del equipo, se sintió una intrusa. Le dolía muchísimo no poder jugar el último partido del año... bah, su último partido en general.

-El partido comenzará en media hora, ya deberíamos ir preparándonos para la salida -pensó James en voz alta, abriendo la puerta del pasillo hacia la cancha, provocando que el bullicio del exterior resonara con mayor fuerza.

Amelie Moore y la maldición de los PotterWhere stories live. Discover now