Más allá de la plataforma 9 ¾

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Era primero de septiembre y Amelie bajaba las escaleras de su casa arrastrando la maleta escalón por escalón, sin fuerza para levantarlo.

Su padre corrió a socorrerla y lo llevo hasta el baúl del auto.

Amelie estaba feliz, feliz en verdad. Después de tanto, al fin iría a Hogwarts. Y sí, porque ella era una bruja.

Y muy poderosa, según había dicho la directora McGonagall el día que asistió a su casa para explicarle lo esencial del mundo de la magia y ayudarla a entender que nada era una broma.

Recordó que había pensado que era un chiste de ese tal James Sirius que había conocido en el zoológico. En su momento pensó en contarle a la directora lo que paso aquel día, pero en su mente se figuró la cara de estupefacción del padre de James o la sorprendida cara del mismísimo chico y decidió callar. Se dijo a si misma que averiguaría más sobre ese tal "Parsél" y luego decidiría si callar o no.

Y durante el mes de agosto, Amelie no hizo otra cosa más que leer todos los libros del mundo de la magia que pudo. Y los estudio tanto que ya los sabía de memoria y se creía capaz de contestar cualquier pregunta. La verdad es que en su escuela muggle siempre había sido la mejor y la más inteligente, no sufría cuando sus compañeros la llamaran sabelotodo. Todo lo contrario, lo disfrutaba.

Pero esta vez tenía tanto miedo... los hijos de magos sabían mucho más que ella, estaría perdida. Por eso había estudiado todos los libros, pensando que de esa forma podría aliviar su ignorancia

Aunque, hubo algo que llamo su atención dentro de todo: La segunda guerra mágica. Había quedado fascinada por los largos relatos sobre Harry Potter y todas sus aventuras. Era como un verdadero héroe. Había salvado a todos de las garras del famoso Lord Voldemort. Claro, que su impresión fue aún mayor cuando encontró una foto de Harry Potter con su familia: una mujer pelirroja de ojos miel avellanas con muchísimas pecas sostenía en su espalda a una niña igual que ella y tomando su mano, había un niño de ojos verdes heredados de sus padre que tenía, también, un indomable cabello azabache al igual que su hermano. Claro que la foto no terminaba ahí, hacia la derecha, se veía otros dos integrantes de la familia abrazados. Harry Potter, aquel hombre de aquella foto, era el padre de aquel chico, el que había conocido en el zoológico; y el niño que abrazaba, el de los ojos miel avellana como su madre era James Sirius: aquel chico que le hablo de Hogwarts y el Parsél pero ella no le creyó.

Estaba emocionada por ir a Hogwarts, pero temía. El miedo la invadía porque la gente no aceptaba su don. El don de hablar Parsél. Aunque a ella le parecía extraordinario, no todos pensaban lo mismo. Salazar Slytherin y sus descendientes habían sido las únicas personas capaz de hablarlo y por consecuente Tom Riddle, Lord Voldemort. Harry Potter también había obtenido el don, porque una parte del alma del Innombrable había vivido dentro de él, pero cuando esta se destruyó, el salvador del mundo mágico perdió cualquier capacidad de hablar con las serpientes.

Así que, la única razón por la que ella hubiera sido capaz de heredarlo es siendo descendiente de Tom Riddle y este había muerto sin hijos, razón por la cual era totalmente imposible. Amelie había recibido un don natural que propuso guardar como un secreto. Esperaba que James Sirius no lo recordara porque si no, todo se echaría a perder.

Amelie Moore y la maldición de los PotterNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ