Chicles de sandía (Parte 2)

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¿Han visto la imagen en multimedia?  Agradezco a theChez   por su dibujo... ¡MUCHÍSIMAS, MUCHÍSIMAS GRACIAS! (Creo que ya se lo agradecí veinte mil veces, pero... ¿Han visto ese dibujo? ¡ME ENCANTA!)

CAPÍTULO FINAL 2/2 (*inserte aquí miles de caritas llorando*)

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-Am... -musito Harry, firmemente, perdiendo la guerra de miradas con Dumbledore-. ¿Te animarías a ver algo desde el pensadero? Comprenderías mucho más a que si te lo contamos. Pero como quieras, claro... entendería si...

-No, sí quiero –lo interrumpió Amelie-. Lo veré.

Entonces, James fijó su mirada en ella y pudo captar como una pequeña lágrima moría en los labios de Amelie. Le dio un apretón de manos, para que ella fijara su vista en él.

-Yo iré con ella –decidió.

Harry asintió y se apresuró a acercarse al pensadero, guiándolos. Tomó uno de los frascos de la estantería, lo destapó y vació su contenido sobre la vasija. Los espirales y raras formas que dibujaba aquel líquido-gaseoso se removieron con más fuerza al encontrarse con el recuerdo y, una vez que parecían volver a su cauce tranquilo y pasivo de hace unos segundos, Harry rompió el silencio:

-Cuando estén preparados –los invitó.

Sus piernas habían comenzado a temblar de los nervios, pero no era momento de derrumbarse nuevamente. Sabía que lo que vería sólo esclarecería sus ideas, que no traería ningún daño en ella, pero por alguna razón la hacía sentir profundamente insegura.

James buscó con sus ojos cafés los verdes de Amelie y, en cuanto lo hizo, la muchacha ladeó la cabeza hacia el pensadero, dispuesta y preparada a lo que tuviera que enfrentarse. En cuanto su mirada estuvo sobre la vasija, la sustancia plateada comenzó a parecer un cristal y, en cuanto más se acercó, pudo ver un prado de césped verde y brillante.

Apretó su agarre con el de James, suspirando profundamente. Una vez decidida, dejo que su nariz hiciera contacto con la sustancia. Todo el despacho a su alrededor pareció dar vueltas y ella y James se vieron propulsados a caer de cabeza dentro de la vasija, donde todo se volvió gris y oscuro, como un profundo espiral que apenas le dejaba distinguir la cara distorsionada de James.

Sus piernas temblaron, provocando que amenazara con caer de cara hacia el brillante pasto del prado. Por suerte, James aún seguía tomando su mano, por lo que jaló de Amelie para ayudarle a mantenerse parada.

Una vez estabilizada, examinó el lugar.

Tal como lo había visto de arriba, había un verde césped que parecía ser cuidado con mucha dedicación. El viento que soplaba era terriblemente fuerte, por lo que lograba sacudir sin ninguna dificultad todas las hebras del pasto, aunque estas estuvieran increíblemente cortas. A un par de metros a su derecha había una gran extensión de florecillas lilas, mientras que hacia su izquierda, Amelie pudo distinguir unos bellos tulipanes de variados colores.

James apretó su mano, como señal, ladeando su cabeza hacia su hombro en cuanto Amelie se giró a verlo. Detrás de ellos, había un hombre de gran edad que había atado su larga barba blanca al cinturón que se ceñía, al mismo tiempo, a su túnica purpura. Sus botas de tacón y hebilla dejaban marcas sobre la gramilla, que formaban un caminillo hacia la colina que se alzaba a sus pies.

El viento volaba los cabellos y ropas de Albus Dumbledore, pero él se veía impasible en su caminata, manteniendo su paciencia de los mil soles en destino hacia la vieja y destartalada cabaña que se erguía sobre la eminencia. James y Amelie lo siguieron sin dudar, aunque el sol había comenzado a molestarles aún más que el insoportable viento.

Amelie Moore y la maldición de los PotterWhere stories live. Discover now