Vacaciones de mal genio

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La foto en multimedia es Paris Peyton.

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-Y... ¿Tu color favorito?

-Verde, ¿El tuyo?

-Emm... azul. Sí.

Amelie sonrió. Le gustaba hablar con él, no tenían muchas cosas en común pero sabía hacerla reír. Estaban sentados bajo un haya junto al Lago Negro, el sol se asomaba por entre las ramas de los árboles, arrancando destellos cobrizos al cabello de Liam.

Aún quedaban algunas horas para disfrutar de Hogwarts, antes de subir a bordo del Expreso escarlata para volver a casa, de vacaciones de Navidad.

-Podrías pasar unos días en nuestra casa, ya sabes, si quieres. Estoy seguro de que Kyle estaba por invitarte, espero que digas que sí. Me encantaría verte de nuevo.

Por más que no lo planeo, Amelie se sonrojo y Liam le sonrió de lado. Vaya que era atractivo. Pero, de pronto, arruinando el momento, sonó un estruendoso ruido, seguido de un intenso olor a huevo podrido y basurales.

Habían lanzado una bomba fétida y Amelie no necesito ver para saber quién era...

-¡JAMES SIRIUS POTTER! -Aulló, mientras comenzaba a lanzar hechizos a diestro y siniestro:- ¡Calvario! ¡Tallantalegra! ¡Inmobilius! ¡Levicorpus! ¡Expelliarmus! ¡Petrificus Totalus! ¡Desmaius! -Antes de volver a lanzar otro hechizo, vio como el brillante haz de luz roja que emanaba su varita no se perdió de vista como los demás. Esta vez, había chocado contra algo.

¡ZAS!

Amelie pudo ver como el agua del Lago Negro ascendía sin razón, como si una criatura invisible se hubiera dado una zambullida. Definitivamente, había sido a causa del hechizo de Amelie, ella había acertado a golpear a aquel ser sin partícula a vista.

Temerosa, pero decidida, se acercó hasta las orillas del Lago en el lugar donde había sido la caída. Tanteo sobre las aguas hasta que al fin dio con algo tangible. Era suave, como una tela. La retiro con su mano.

La criatura que había provocado el estruendo se hizo visible. Bah, no era una criatura. Aunque por momentos podía parecer un muy estúpido troll, era una persona como cualquier otra.

Lo que Amelie había retirado, ahora estaba en su mano: era una gran capa de tela fina. Hasta una persona de dos metros podría cubrirse con ella. Su dueño estaba frente a ella, con los lentes redondos colgándole de una sola oreja y con su pelo azabache tan indomable como siempre. Seguía recostado en el piso, carcajeándose por más que el ridículo parecía él mismo: había sido pillado en su "brillante" broma, la mitad de su cuerpo estaba embarrado en la duna a orillas del Lago Negro y, la otra mitad (de la cintura para arriba), estaba mojada por haber caído a las aguas.

-Podría haber corrido rápido al castillo y nunca se enterarían que era yo. Pero no pude evitar huir sin ver sus caras de asco y susto. Así mismo preciosa, no sé qué tanto te molestan las bombas fétidas, si Wood huele peor que una. -Explico en tono despreocupado, mientras señalaba a Liam.

El muchacho se levantó de su lugar, dispuesto a golpear a James pero, con un movimiento de varita, Amelie volvió a sentarlo. La pelirroja se agacho hasta la altura de Potter y, sin más, le dio vuelta la cara de una cachetada.

-No me llames preciosa -gruño.

Se encamino hacia el sendero de vuelta al castillo con Liam a su lado, contoneando sus caderas al son de su coleta. Desde lejos escucho como James se quejaba y lanzaba amenazas:

-Tienes suerte de que Lily no haya estado aquí, ¡Te lanzaría unos mocomúrcielagos que te harían llorar! Oh, y eso porque no sabes de Rose... ¡Sabe hacer unos pajaritos impresionantes que te harían jirones la ropa!

Amelie Moore y la maldición de los PotterWhere stories live. Discover now