Si ella lo dice...

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Dicen que los problemas llegan para luego ser reemplazados por alegrías.

Ese, definitivamente, no era el caso de Amelie.

Terminadas las pequeñas vacaciones, nada más atravesar las grandes puertas de Hogwarts, un hechizo la empapo al completo. De pies a cabeza. No pudo reconocer a los culpables tan pronto, dado que su cabello pelirrojo -ahora mojado- le cubría todo el rostro. Aun así, escucho la risita burlona de James y los incesantes gritos de Hallie Zabini y Fred Weasley.

Sí que sabía ahora quiénes eran los responsables.

-¡Dime que soy el mejor! ¡No te cuesta nada!

-¡Eres el mejor de los idiotas! ¡Eso sí que es verdad! -chillo la serpiente en respuesta.

Saco de su bolso de mano una pequeña vincha para recoger su cabello mojado. Sólo así pudo ver a ambos, quienes no parecían preocupados por haberla incumbido en su estúpida pelea.

-Pensé que ya habían madurado -murmuro Jenna, situándose junto a Amelie y observando a su novio con una mueca. James, en cuanto la vio, arrugo la nariz con desagrado, por lo que Amelie le dio un disimulado codazo en las costillas.

Enfadada, Amelie alzó su varita y, con un movimiento silencioso, ató a Fred y Hallie con una cuerda. Desesperados, ambos comenzaron a rugir tratando de zafarse, sin dejar de gritarse insultos.

-¿Puedo llevarme a mi novio?

-Siempre y cuando lo mantengas lejos de Zabini... -Amelie se encogió de hombros, asintiendo en respuesta.

Estrujo su cabello pelirrojo entre sus dedos a medida que avanzaba hacia el Gran Comedor pero, antes de entrar, escucho los quejidos de la rubia:

-¡Sácame de aquí, Moore! ¡¿O planeas dejarme atada todo el día?! ¡Potter, deja de molestarme y llama a tu noviecita!

Amelie giro sobre sus talones al tiempo que rodaba los ojos. La muchacha seguía atada a la columna, con James a su lado despeinando su cabello y tratando de hurgarle la nariz con la varita. Resoplando, Amelie se agachó junto a ellos para fulminar a Potter con la mirada.

-Que aguafiestas, Moore -exclamó James, tratando de reprimir la risa que quería escapar por sus labios al encontrarla con el entrecejo fruncido.

Aprovechando la distracción del merodeador, Zabini inclino su cabeza hábilmente y mordió la mano con la que James sostenía su varita.

-¡Eres un monstruo! -chillo, soltando su instrumento mágico y brincando sobresaltado para ponerse en pie.

Los dientes de la rubia relucían en la mano del muchacho, ahora colorada y cubierta de saliva. Sin poder aguantar ni un minuto más, Amelie soltó una carcajada y chocó puños con la Slytherin, quien le respondió algo confusa.

Ofendido en una extrema cantidad, James se volteó para entrar al Gran Comedor en paso enfurruñado, mientras la pelirroja comenzaba a desatar los nudos de las ataduras de Hallie.

-¿Por qué estaban peleando esta vez?

-Nada importante -resoplo-. No puedo creer que Adams este con tal estúpido.

-¿Sigues peleada con ella?

-Ajá. Y tú con Wood, ¿cierto?

-Vaya -murmuro Amelie-. Que rápido que corren los rumores por aquí.

Una vez que terminó de deshacer los nudos, Hallie froto sus manos, tratando de aliviar y desmarcar las huellas de las cuerdas alrededor de sus muñecas. Sus ojos violetas habían perdido brillo, parecía más desanimada y triste desde lo que había ocurrido con su amiga. Era algo tan evidente que hasta Amelie, quien no la conocía bien, podía notarlo.

Amelie Moore y la maldición de los PotterWhere stories live. Discover now