Visitas inesperadas

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Decidió que en cuanto salieran le hablaría. Era su última oportunidad y ya no le importaba lo que le dijera su orgullo.

–¡Expecto Patronum! –volvió a intentarlo, pero ni siquiera un humo blanco enervo de su varita.

La serpiente de James zigzagueo entre los pies de Amelie, mientras él se acercaba a ella.

–¿Frustrada? No sabes cómo estoy yo ¬–indico con una sonrisa–. ¿Tienes idea alguna de cómo cambiar la forma de un Patronus?

Amelie sonrió a duras penas, negando quedamente de izquierda a derecha. Últimamente, James no se había despegado de su lado, tal vez porque sabía que Amelie directamente estaba sin ningún amigo, demasiado desanimada como para hablar con alguien.

–Alto Moore, nada de sonrisas fingidas para no hacerme quedar como estúpido hablando sólo. Esa no eres tú.

–¡James, Amelie! ¡Basta de charla!

Tenía algo de diversión en su voz y Amelie decidió rápidamente obedecerle, antes de que, nuevamente, se burlara de ella y su hijo. El profesor Potter era insoportable en cuanto todo el tema Jamelie, se había vuelto aún más entusiasta luego de todo el dinero que ganó en la apuesta.

¬–¿En dónde pasarás Navidad?

–Dudo salir de mi casa. Estoy demasiado a gusto allí.

En cuanto la clase concluyó, Amelie cumplió su promesa y corrió desesperada en busca de Kyle. Diviso su cabellera negra junto a Dean, empujándose entre ambos.

–Kyle –llamó.

Volteó curiosa, pero su rostro se mostró enfadado en cuanto se encontró con su mejor amiga.

¬–¿Qué quieres? ¬–inquirió bruscamente–. No tengo todo el día. Tengo que terminar de empacar.

Y Amelie también, pero no le importaba perderse el tren de vuelta a casa con tal de conseguir el perdón de su amiga.

–Sólo... ya sabes. Perdóname. Eres mi mejor amiga y no te cambiaría por nada.

–Pues me parece que ya lo hiciste. Mientras tengas a Potter a tu lado estas bien, ya no me necesitas.

¬–No seas dura. Piensa lo que dices.

Escucho su voz tras sus espaldas y Amelie agradeció internamente que James la hubiera encontrado y más que nada en este momento, cuando sus pies habían comenzado a temblar. Las palabras de Kyle le pegaban fuerte, casi como si la agujerearan profundamente.

Kyle bufo y levantó ambas cejas, tratando de verse altiva frente a James, mientras que Dean se tambaleaba sobre sus talones algo incómodo.

–Ya James, vamos.

Aguantando la respiración, Amelie tomó a James del codo y lo obligó a volver sobre sus pasos, para tomar el camino largo hacia la Sala Común de Gryffindor.

En tan sólo unas horas ya estaría nuevamente en su hogar y podría olvidarse por unos momentos de sus problemas en el colegio. Volvería a ver a Gwenog, festejaría Navidad con su familia y... extrañaría a James. Claro que sí.

En los últimos días él se había vuelto realmente importante.

–¿Estas molesta?

Negó con la cabeza.

–Entonces... ¿Te molesta si te cuento que me has llamado por mi nombre?

Amelie rio, esta vez con sinceridad.

–No sé de qué hablas. Estoy bastante segura de que sólo eres Potter, Potter.

–No, no, no. Has dicho "Ya, James".

Amelie Moore y la maldición de los PotterWhere stories live. Discover now