25

1 0 0
                                    

Las compuertas se abrieron y salí de un salto del autobús, ayudé a bajar a la simpática señora mayor que me estuvo contando la vida de su nieta y empecé a andar hasta casa. El autobús paraba bastante cerca de mi bloque así que no tardaría mucho en llegar. Pero mi corto paseo fue interrumpido cuando me fijé en la entrada de mi edificio, había una moto demasiado sospechosa aparcada en doble fila. Miré un poco mejor y me di cuenta de que era Atlas.

 Miré un poco mejor y me di cuenta de que era Atlas

К сожалению, это изображение не соответствует нашим правилам. Чтобы продолжить публикацию, пожалуйста, удалите изображение или загрузите другое.

—Hola.—dije avergonzada, estaba segura de que mi tío le había obligado a esperarme allí.

Él alzó el cuello, se quitó el casco dejando que su pelo cayera como si estuviese en medio de un anuncio de champú, lo puso en sus manos y adelantó los brazos hacia mí para darme con él.

—Supongo que estás bien, me voy a casa.—parecía muy enfadado.—Deberías pensar un poco más en el resto, hemos estado muy preocupados.

—Solo he estado viendo una películacon una amiga, no te enfades.— estaba cansada de que me controlasen.

—¿Que no me enfade?¿Que no me enfade?— Se llevó el móvil a la oreja.—Tengo que llamar a ti tío, para avisarle de que no te han matado los nazis.

—Basta ya, no voy a sentirme culpable por no querer estar vigilada todo el tiempo.— el gesto de su cara cambió, estaba sorprendido.— Ninguno de vosotros tenéis que dar tantas explicaciones, dejadme en paz de una vez.

—Pero puedes correr peligro ¿no lo entiendes?— miré a mi alrededor y me di cuenta de que los vecinos empezaban a interesarse por nuestra discusión.

—Claro que lo sé, cuento con ello pero no puedo vivir con miedo constante.— quería acabar de dar espectáculo a todo mi vecindario cuanto antes.— Necesito estar sola, mañana iré y hablaré con mi tío sobre esto.

—¿Estás segura?— parecía visiblemente preocupado.— Puedo quedarme contigo.

—No hace falta.— empecé a buscar las llaves en mi bolso.

—Amy, perdona por haberte hablado así.— hizo el amago de tomar mi mano pero yo la retiré instintivamente.— Lo siento, hemos estado mucho tiempo buscándote.

—Tranquilo, no pasa nada.— me costaba creer que el Atlas de ojos tristes que tenía ante mí fuese el mismo que cuando le conocí asesinó a mi compañero de clase y me secuestró.— Vete a casa, pareces cansado.

—¿Puedo acompañarte a casa?— le miré confusa.

—Mi portal está justo ahí.— lo señalé, estaba a menos de 100 metros.

—Lo sé.— contestó como si fuese algo muy obvio.

—Dejad de vigilarme, puedo cuidar de mí misma.— besé su mejilla antes de ir directa a casa.

Visto con perspectiva, lo mejor hubiese sido que me tragase mis palabras y mi orgullo, porque teniendo en cuenta lo que ocurrió al día siguiente, hubiese necesitado toda la ayuda posible.

К сожалению, это изображение не соответствует нашим правилам. Чтобы продолжить публикацию, пожалуйста, удалите изображение или загрузите другое.


El negocio familiarМесто, где живут истории. Откройте их для себя