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Aquello del beso de Atlas me había quitado unos diez minutos, además estaba tan distraída pensando en ello que no era capaz de concentrarme al 100% en llegar al sitio. Aquello unido a mí poco talento para la orientación y mi tarifa de datos móviles más bien mala, podían dar lugar al auténtico apocalipsis.
Pero contra toda probabilidad, después de dieciocho paradas de metro en la línea doce, y cinco minutos andando deprisa llegué al lugar con el paquete intacto.

Pero contra toda probabilidad, después de dieciocho paradas de metro en la línea doce, y cinco minutos andando deprisa llegué al lugar con el paquete intacto

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Entré al sitio y resultó ser una peluquería, mayormente. Al rededor de 3/4 del local era una peluquería o barbería más bien, pero en la parte derecha se dedicaban a arreglar móviles y vender accesorios para estos, además también se imprimían tazas y camisetas, y se hacían fotocopias. Por no mencionar que tenía toda la pinta de ser una tapadera.

——Hola.—— me saludó el hombre del mostrador. Debía ser el dueño porque tenía una taza con su cara sobre la mesa. Me hacía un poco de gracia su peinado, era calvo por arriba pero tenía trenzas africanas hasta los omóplatos.

——Hola, traigo un paquete de parte de Rodrigo.—— le entregué la caja de cartón que llevaba más de una hora en mis manos.

——Claro, claro, debes ser una de los niños perdidos.—— murmuró mientras abría el paquete con un cúter que tenía muy a mano. No me molestó que me considerara una más de ellos, ni siquiera que se refiriera a mí como si fuera una habitante del país de Nunca Jamás (ya que Peter Pan era mi película de Disney favorita después de Brave). Lo que sí me sacó de quicio fue lo que ocurrió a continuación.

——¿Gracias?—— alzó una ceja al ver que dentro solo había un mechero amarillo y una nota, que al leerla le cambió la cara.—— De acuerdo Amy, ya te puedes marchar.—— dijo mientras rompía el papel.

Aquello fue lo que abrió la caja de Pandora. Llevaba una puta hora pensando qué podría haber en esa pequeña caja que era tan secreta que no se podía enviar por correo.
Había pensado en dinero en efectivo, en una memoria USB con datos importantes, en un cuchillo utilizado en un crimen con el que se podría inculpar a alguien, en un ojo metido dentro de un bote de formol...
Y era un maldito mechero, uno de los objetos que más se roban a diario. Se me empezó a marcar la vena de la frente, y eso solo ocurre cuando la furia está a punto de apoderarse de mí.

——¿Qué ponía en esa nota?—— intenté que mi voz sonará amable, pero tenía tanta tensión que me dió un TIC en el ojo derecho por tanto apretar los dientes

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——¿Qué ponía en esa nota?—— intenté que mi voz sonará amable, pero tenía tanta tensión que me dió un TIC en el ojo derecho por tanto apretar los dientes.

——No puedo decírtelo.—— metió el mechero en una de la taza con su cara y salió de detrás del mostrador para seguir cortando el pelo al único cliente que había allí.—— Estoy a punto de cerrar y se está haciendo tarde, deberías ir volviendo.—— aquellas palabras me recordaron mi tediosa travesía por el Madrid subterráneo y la que me esperaba para la vuelta.

Miré la papelera, se había asegurado de que el papel quedase partido en trozos muy pequeños y estaba tan molesta que no tenía paciencia para dedicarme a hacer puzzles.

——Más vale que empieces a hablar.—— cogí un bote de laca que había en el estante y el mechero que más he odiado en toda mi vida.

——Tu tío me mataría.—— murmuró mientras acababa de cortarle el pelo al otro hombre que ni siquiera se molestaba en mirarme.

——Veo que no sois conscientes de lo que puedo hacer.—— encendí la llama del mechero y pulsé el bote desatando una ráfaga de fuego potenciada por la laca.
El dueño dio un paso atrás y el otro hombre dejó de ignorarme para observarme aterrado.—— Dime qué ponía en la nota o os dejo a los dos como el bacon.

——De acuerdo, de acuerdo.—— el de las trenzas levantó ambas palmas de las manos en señal de paz.—— Ponía que necesitaba que te mantuvieras ocupada unas horas y te había enviado aquí. Decía que después de leer la nota dijera literalmente "De acuerdo Amy, ya te puedes marchar."

——No puede ser.—— él asintió. Estaba demasiado asustado como para mentir, sabía que era verdad. Solté el bote de laca y el mechero y salí de allí dando un portazo.

El negocio familiarWhere stories live. Discover now