17

16 2 2
                                    

--Esto lo voy a pagar yo

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

--Esto lo voy a pagar yo.-- como buena feminista empoderada e independiente, me encargué de poner los diez euros que nos habían costado dos cafés con leche y dos galletas. Aunque era un precio desmesurado y estaba pagando más por el logo de nuestros vasos de plástico que por su contenido, ni se acercaba a lo que él había pagado por la corbata de mi padre.

--Me gusta cómo eres.-- tomé un sorbo de café para que no pudiese ver cómo sonreía ante su comentario, pero estaba ardiendo y quedé todavía más en ridículo al reaccionar de forma exagerada.-- Me encanta.-- dijo antes de reír y pasarme un par de servilletas, que necesitaba. Al final consiguió robarme una sonrisa y aquello le motivó para seguir buscando más.

--¡Tú!-- Carrie apareció cargada con bolsas y se plantó delante de nuestra mesa.--¿Qué coño haces con Rafael Di Angeli?

--Tomar café.-respondí con el ceño fruncido, estaba montando una escenita sin motivo aparente, pensé que solo lo hacía para enfurecerme.

--Carrie...-- Rafael se puso tenso, incluso se le marcaban las venas del cuello.

--Veo que ya conoces a la nueva integrante de nuestra banda: Katniss.-- muy a su pesar, ella tenía que identificarme como una de los suyos.

--Amy, ¿es eso cierto?-- de pronto me miraba como si tuviera la lepra y se me acabase de caer un ojo dentro de su vaso de café. Asentí, podía suponer cuál era el problema.

--¿Le has dicho tu nombre real?-- Carrie me estaba haciendo sentir como una estúpida, preferí no mencionar que también le había dado mi Instagram y mi número de teléfono, claro indicador de que me gustaba de verdad.--¿Pero no sabes que es parte de la banda de los italianos?

--Yo...-- a estas alturas que ya había sumado dos y dos, tenía ganas de pegarme cuatro tiros en la sien por haber sido tan tonta. Todos los Di Angeli que me encontrase por allí iban a ser parte del mismo clan, pero ni siquiera se me pasó por la cabeza cuando conocí a Rafael.-- No lo sabía.

--¿A qué esperas Romeo?-- se dirigió a él, que no paraba de mirarme fijamente, como buscando alguna señal de que formara parte del negocio familiar.--Lárgate, y reza porque no haya problemas entre tu padre y mi jefe.

--No tiene porqué haber problemas.-- Rafael hizo lo que jamás había visto a nadie hacer, plantarle cara a Carrie.-- Si no recuerdo mal, vuestro código permite que cualquiera sea vuestro amante.

--¿Eso sí eres capaz de recordarlo?¿Y no eres capaz de recordar ir a comprar la pastilla del día después?-- se me desencajó la mandíbula por abrir la boca tan de golpe. No es que fuese Gerónimo Stilton, pero comprendí que Carrie y Rafael ya se conocían, y "conocer" me parece un término bastante conservador para calificar su relación.

--Tú ni olvidas ni perdonas.-- respondió él, antes de echar un vistazo a su teléfono, que no paraba de vibrar.--Me encantaría quedarme a discutir, pero voy a trabajar.

--Con un poco de suerte, te veré en los periódicos.-- contestó rodando los ojos.

--Llámame, Amy, quiero decir...-- se despidió de mí mientras se ponía la chaqueta.

--Katniss.-- por supuesto que iba a llamarle, aunque fuera solo para que me hablase de mi compañera gruñona.

--Buena suerte si quieres que te guarde un secreto.--Carrie murmuró entre dientes provocando que él suspirase antes de comenzar su camino.

--¿Qué has comprado?-- miré el interior de sus bolsas. Un reloj Rolex, poco práctico y visiblemente costoso, al gusto de mi padre para todo. Una cartera Gucci de color marrón. Un set de afeitado, muy necesario para mantener su look barbilampiño. Y por último, airpods.

--Oye, sé que tú y yo no nos llevamos muy bien, pero quiero decirte de corazón que ese chico no te conviene.-- fruncí el ceño, no sabía si era un buen consejo o una mentira cruel. No era culpa mía, después de cómo me había tratado desde el primer momento en que me vió.

--De acuerdo, me olvidaré de él.-- si no hacía una pinkypromise o un juramento de sangre, aquello no estaba escrito en piedra y podía hacer lo que me diese la gana. Vaya, qué código ético tan horrible, conviene recordar que en estos instantes mis huellas estaban relacionadas con un cadáver, mentir no era gran cosa.-- Tampoco es para tanto.-- mentí mientras veía cómo se alejaba.

De acuerdo, estaba mirando más concretamente a su culo. Posiblemente, el mejor que haya tenido ante mis ojos, era inevitable que llamase la atención. En serio, parecía un sueño irrealizable de magnitudes perfectas, el número áureo en su máxima belleza. No era producto de gimnasio y anabolizantes, aquella octava maravilla solo había podido ser creada por la naturaleza y los padres de Rafael. Merecía una maldita estatua a escala de la cual se expusiera una copia en todos los museos, incluso los del jamón. Y sí, también se merecía todo un párrafo para describrirlo.

 Y sí, también se merecía todo un párrafo para describrirlo

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
El negocio familiarWhere stories live. Discover now