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Alex no dejó de llorar desde que estuvo fuera de la vista de la banda rival hasta que me acompañó hasta la puerta de mi casa, cualquiera diría que era a él a quien estaban obligando a casarse

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Alex no dejó de llorar desde que estuvo fuera de la vista de la banda rival hasta que me acompañó hasta la puerta de mi casa, cualquiera diría que era a él a quien estaban obligando a casarse. Fue un alivio que se fuera de mi casa, prefería estar sola a tener que consolarle cuando yo misma era la principal afectada.

—No os vais a creer lo que ha pasado.— anuncié con el anillo entre los dedos cuando Sombra y Tormenta me recibieron al abrir la última cerradura.—Yo también me alegro de veros.— en este momento era especialmente cierto, ya que cuando las dejé no sabía si sería mi última ocasión de disfrutar de ellas.—Tendremos que hacer un poco de hueco para Rafael.— seguían dejando que las acariciase, sabía perfectamente que su actitud iba a ser muy distinta cuando él apareciese pretendiendo ocupar parte de su hogar.

— seguían dejando que las acariciase, sabía perfectamente que su actitud iba a ser muy distinta cuando él apareciese pretendiendo ocupar parte de su hogar

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Fui hasta mi habitación para vaciar la mesilla del lado de la cama que menos usaba. En el primer cajón encontré algunas pilas, un par de condones sabor fresa, un mechero, un cromo de Leo Messi, un cepillo de dientes que no recordaba que fuese mío y un ejemplar de Romeo y Julieta.

Recordé cómo Poe se había burlado de mi situación citando la escena del balcón y me vi incitada a leer el comienzo.

"En Verona, escena de la acción,dos familias de rango y calidadrenuevan viejos odios con pasióny manchan con su sangre la ciudad

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"En Verona, escena de la acción,
dos familias de rango y calidad
renuevan viejos odios con pasión
y manchan con su sangre la ciudad.

De la entraña fatal de estos rivales
nacieron dos amantes malhadados,
cuyas desgracias y funestos males
enterrarán conflictos heredados.

El curso de un amor de muerte herido
y una ira paterna tan extrema
que hasta el fin de sus hijos no ha cedido
será en estas dos horas nuestro tema."

Cerré el libro de golpe, no quería seguir leyendo aquello, en parte porque temí estar viendo mi futuro. No iba a dejar que aquella fuese mi historia, iba a evitar beber el veneno de Julieta y que las calles se llenasen de la sangre de los niños perdidos.

Sonó el timbre y unos ladridos por si no me había quedado claro que Romeo había venido a buscarme.

—Tormenta y Sombra, más vale que os comportéis.— hice un gesto y ambas se sentaron en silencio.
Antes de abrir, eché una ojeada a través de la mirilla, era un vecindario bastante tranquilo pero estaba algo insegura desde que entró un ladrillo por la ventana.
Pude ver a Rafael acompañado de un par de hombres con uniforme y un montón de cajas, definitivamente iba a tener que vaciar mucho más que una mesilla de noche.

Pude ver a Rafael acompañado de un par de hombres con uniforme y un montón de cajas, definitivamente iba a tener que vaciar mucho más que una mesilla de noche

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—Estas deben ser tus perras.— Rafael ni me miró, directamente se agachó ofreciendo en su mano un par de chucherías para perro.
Aunque esperaba una reacción mucho más violenta, no se repitió el milagro que había sucedido con los niños perdidos. Sombra no tardó en comenzar a gruñir.

—Sombra, no.— ella me miró como si tratase de explicar que lo hacía para protegerme, pero al ver que no cedía se dió media vuelta y se fue a la cocina para estar sola.

—Entonces tú debes ser Tormenta.— concluyó él, acercando un poco más la mano hacia ella. Aunque dudó y me dirigió un par de vistazos para comprobar que yo aprobaba aquello, al final comió de su mano e incluso le permitió pasar sin ofrecer resistencia.

—No es mala señal.— dije con una sonrisa mientras metía un par de cajas en el salón, seguida de los demás.—Ya les toca dar un paseo.— caí al fijarme en el reloj de estilo art decó que traía Rafael en la mano.

—Para cuando volváis ya habremos puesto el cristal nuevo.— prometió uno de los uniformados.

—Yo iré colocando lo que pueda.— propuso Rafael sin apartar la mirada de Sombra, que le vigilaba desde el otro extremo del pasillo.

— propuso Rafael sin apartar la mirada de Sombra, que le vigilaba desde el otro extremo del pasillo

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El negocio familiarWhere stories live. Discover now