El negocio familiar

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No tenía ninguna confianza en lo que iba a ocurrir a continuación. Después de unos cuantos mensajes directos por Instagram, había quedado con Rafael Di Angeli. Tampoco resultaba especialmente encantador, escribía serio como un notario y sin ni un solo emoticono, pero sus audios con la voz ronca resultaban magnéticos.
Justamente lo que Carrie me había dicho que no hiciera, si decidía odiarme aún más después de aquello, incluso podría entenderlo. Aunque es una fea costumbre, suelo escuchar los consejos y después hacer todo lo contrario.

No creo que sea la única persona insegura de por aquí, no es necesario que explique esa sensación de querer salir corriendo ante este tipo de situación. Esa tensión anclada en el pecho, que trepa hacia la garganta y te invita a gritar desesperada.
El lugar que habíamos elegido para encontrarnos era un parque, suficientemente lejos de ambas familias, pero cerca del transporte público para que yo no muriese en el intento de llegar hasta allí andando. Y ahí estaba yo, sentada en un banco totalmente aterrada ante la idea de que no apareciese o de que se presentase allí con toda la mafia.

Miré mi móvil, ya había revisado twitter y no sabía qué más hacer con mi vida; es cierto que yo llegué siete minutos antes, pero él ya llegaba dos minutos más tarde de la hora acordada.

Recibí un mensaje de mi tío diciendo que le escribiese cada cierto tiempo para decirle que estaba bien, ¿sobreprotección como consecuencia directa de esta sociedad heteropatriarcal? Sí, pero en este caso, con el agravante de estar bajo la amenaza de varias asociaciones criminales.

——Tendrás que decirle que estás con otra persona.—— di un bote sobre mí misma, estaba ahí sentado en el banco.—— Ni siquiera me has visto llegar, soy un ninja.

——Hola...—— al menos era gracioso, si alguien me iba a asesinar que por lo menos que me contara un par de chistes entre puñalada y puñalada.——Llegas cuatro minutos tarde.—— si no lo decía reventaba.

——¿Qué esperabas de mí?—— sonrió apoyando los brazos en el respaldo del banco.

——Supongo que me lo podía haber visto venir...—— admití al mismo tiempo que le enviaba a mi tío una fotografía del interior del metro que había hecho antes, en teoría estaba yendo a visitar a una amiga.

——Tengo curiosidad, ¿por qué seguiste interesada en mí después de saber quién era?—— alcé los hombros, si quería encontrar la respuesta a aquello tendría que rebuscar en los entresijos de mi subconsciente.—— Al saber que pertenecía al clan de los Di Angeli te intrigué incluso más.

——Si esto va a terminar con la conclusión de que tengo daddy issues, ahórratelo Freud.—— gruñí, perfectamente consciente de que aquello solo era un escudo emocional.

——En realidad, según lo que busqué ayer en internet, sería más bien hibristofilia.—— anunció con una sonrisa.

——Psicoanalizarme en la primera cita es ir un poco rápido.—— la verdad es que hubiese preferido que me besase sin más.

——Verás, cuando una chica pretende estar con un criminal como yo, lo que quiere es "arreglarle" o participar en los crímenes.—— entrecerré los párpados, me estaba arrepintiendo de no haber sacado otro tema de conversación.—— ¿Qué quieres hacer tú?

——Podría preguntarte exactamente lo mismo, no olvides quien soy.—— aquello hizo que él se sorprendiera visiblemente.—— Dejémoslo en que los dos somos increíblemente guapos.

——Eso es cierto.—— admitió con media sonrisa.—— ¿Prefieres Amy o Katniss?

——Amy está bien, pero en público llámame por mi nombre en clave.—— él asintió.——¿Te apetece dar un paseo?

——Por supuesto.—— respondió poniéndose de pie y extendiendo su mano hacia mí para ayudarme a levantar.

La casualidad quiso que el paseo nos llevase hasta la puerta de un hotel, en el que alquilamos una habitación para una sola noche. Le envié un mensaje a mi tío diciendo que me quedaría a dormir en casa de mi amiga, y cenamos pizza del restaurante del hotel.

¿Fue una buena idea? Probablemente no.