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Tras la marea de innumerables italianos llegué a los niños perdidos, que no podían ni mirarme a la cara

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Tras la marea de innumerables italianos llegué a los niños perdidos, que no podían ni mirarme a la cara. Salvo Carrie y Poe todos estaban allí arriba junto a mi tío. Me sentí obligada a acercarme para pedir disculpas.

—Chicos, siento mucho que mis malas decisiones os hayan afectado a vosotros también, espero que podáis perdonarme.— todos estaban tristes, era algo evidente y yo no podía sentirme más culpable.

—Congratulations on your engagement, I guess.¹— Neo fue el primero en hablar, yo negué con la cabeza, seguía sin entender inglés.— It is such a pity, honey.²— entonces me abrazó y supe que no era una excusa para rozar su cuerpo con el mío, sino una muestra de compasión.

—Estás perdonada.— dijo la otra pirata, que también me abrazó a continuación.

—Jamás había asistido a una pedida de mano tan triste, sin duda ha sido la peor.— dijo Dante mientras se acercaba hacia mí.— Espero que lo compenses en la boda y me dejes ser tu dama de honor.— forzó una sonrisa entre las lágrimas y yo traté de devolvérsela.

Alex simplemente me abrazó y se apartó, no fue capaz de mediar palabra pero fue un abrazo tan cálido que no hizo falta.

—Ojalá las cosas hubiesen sido distintas.— dijo Atlas al rodearme con su brazos.

Me quedé abrazada a él, necesitaba sentirme libre unos últimos momentos y con Atlas lo había sido.
Sin embargo noté cómo su cuerpo se tensaba ante mi roce continuado, pensé que ambos ansiabamos derretirnos el uno sobre el otro para que no pudiesen separarnos. Por eso me aparté tan repentinamente, lo último que quería hacer era incomodarle.
Al desenterrar la cabeza de su pecho me di cuenta de la verdadera razón por la que se había visto obligado a terminar nuestra inocente muestra de afecto prematuramente; los italianos observaban, y yo había sido tan estúpida de olvidar en qué clase de situación nos había sumergido a todos. Le dirigí una última mirada discreta ahora que era más consciente de que debía ir con pies de plomo, vi en sus ojos que ambos lo entendíamos pero sabíamos que aquella no iba a ser una despedida permanente.

—¿Cuándo vendrás a casa?—Rafael se acercó y tomó la mano que ya era suya, supongo que lo hizo con buena intención para disolver la tensión que flotaba en el aire

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—¿Cuándo vendrás a casa?—Rafael se acercó y tomó la mano que ya era suya, supongo que lo hizo con buena intención para disolver la tensión que flotaba en el aire.

—¿Dónde?— me pilló totalmente por sorpresa.

—Rafael vive en la mansión Di Angeli.— sorprendentemente Dante decidió contestar, y después de aquella frase decidió continuar sin dejarse intimidar por el silencio.—La Villa Di Angeli se ubica en una de las zonas residenciales más prestigiosas de la capital, muy bien conectada con el centro. Tiene un diseño muy bonito de estilo modernista, su fachada exterior es de ladrillo visto de gres de primera calidad. El jardín está lleno de especies exóticas que requieren cuidados constantes, además de estar habitado por varios pavos reales.

—Veo que conocéis bien nuestra casa.— dijo el padre de Rafael.

—¿Continúo?— Dante recibió un asentimiento con la cabeza como respuesta, debía estar alimentando su ego.—La casa se desarrolla en tres alturas. La puerta de entrada principal da acceso a la planta baja, los techos son altísimos y cuenta con un patio interior. A la izquierda se accede al salón con terraza hacia el jardín, una chimenea antigua hecha a medida al igual que todos los muebles de la villa. El salón se comunica con el comedor, que da paso a una zona de estar y a una amplia cocina en la que no pisa ni un solo miembro de la familia, ya que tienen servicio interno que incluye varios chefs talentosos. A continuación están las estancias de dicho servicio, y un despacho con librería en el que nos reunimos.

—Cierto.— el señor Di Angeli estaba encantado con tanto alago hacia la opulencia de su vivienda.—Sigue, bambino.

—Se llega a la planta superior por una escalinata de madera adornada con una alfombra tan valiosa que sería un crimen mancharla.— el italiano sonrió especialmente orgulloso.—Las habitaciones se reparten alrededor de un amplio descansillo habilitado como estudio.
La habitación principal, la del matrimonio Di Angeli,—señaló al padre de Rafael y este asintió.—cuenta con un recibidor a modo de salón y un baño integrado en suite. Al igual que otras dos habitaciones, que pertenecen a sus hermanos.— entre la multitud se oyeron palabras de afirmación.— Por último, hay otras dos habitaciones que comparten baño y de ellas es la de tu prometido.— quedé aterrada al ver que compartía la misma expresión de satisfacción que su padre.

—No quiero vivir ahí.— me vi obligada a hablar, precisamente había abandonado la casa de mis padres huyendo de tanto lujo vacío.

—Podríamos vivir en la habitación del sótano, tiene su propio baño.—Rafael trató de consolarme, pero no veía que lo que me incomodaba era cohabitar con una familia de mafiosos italianos.

—Desde el lobby hasta las habitaciones, se pueden encontrar piezas de coleccionista tanto de pintura como de escultura.— Dante trató de endulzar un poco más aquel templo capitalista.

Negué con la cabeza, y entonces el señor Di Angeli se colocó frente a mí tapándome hasta la luz del sol.

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1 Enhorabuena, supongo.
2 Es una pena, cariño.

El negocio familiarحيث تعيش القصص. اكتشف الآن